Un día más

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Entramos en el mes de los balances y de los análisis retrospectivos. Diciembre invita a mirar hacia atrás y ver lo que hicimos, lo que no; lo que estuvo bien, lo que no. Además, empezamos a pensar y a planificar lo que vendrá. Está llegando el 2020 y con él una buena nueva: este año es bisiesto y eso implica que tendremos 24 horas completitas más para afrontar nuevos desafíos.

Cuando un año es bisiesto, en febrero, se agrega un día más. Es decir, en vez de 28, los días serán 29. ¿Por qué ocurre esto? ¿Y por qué se llama bisiesto?

Para comenzar a responder estas preguntas, nos vamos a remontar a la Antigua Roma. Por aquellos tiempos, el año tenía 10 meses y comenzaba en marzo (Martius), consagrado a Marte (dios de la guerra). Continuaban abril (Aprilis), en honor a Apru (diosa etrusca del amor, cuyo nombre deriva de Afrodita); mayo (Maius), por Maia (diosa de la primavera); junio (Iunius), por Juno (diosa de la maternidad); julio (Quintilis), el quinto mes; agosto (Sextilis), el sexto; septiembre (September), el séptimo; octubre (October), el octavo; noviembre (November), el noveno; diciembre (December), el décimo.

“El calendario gregoriano, que es el que tenemos hoy, establece un régimen de años bisiestos”.

Así como estaba planteado el ciclo, el año constaba de 304 días. El problema que se presentaba era que, llegado un momento, este calendario civil se apartaba del año trópico; es decir, del tiempo en el que el Sol completa su revolución. Por este motivo, en el año 45 a. C., Julio César le solicitó a Sosígenes que revisara este calendario.

El astrónomo fijó la duración del año en 365 días y seis horas, y se creó el calendario juliano, que contaba con varias modificaciones. Se añadieron dos meses: enero (Januarius), en honor a Jano (dios de los comienzos); y febrero (Februarius), por las februa, fiestas de purificación. Quintilis se llamó Julius (julio), por Julio César. Y el primer día del año se fijó en el 1° de enero, por ser cuando los funcionarios del emperador asumían su cargo.

Más tarde, cuando Augusto fue emperador, el Senado decidió cambiarle el nombre a Sextilis por Augustus (agosto) para homenajearlo.

En 1582, el papa Gregorio XIII, por intermedio de investigaciones de la Universidad de Salamanca, dictó el cambio del calendario en la bula Inter Gravissimas, porque se estaba produciendo un desfase entre el calendario civil y el solar por un pequeño error. Estos estudiosos calcularon que el año tiene 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Así, el calendario gregoriano, que es el que tenemos hoy, establece un régimen de años bisiestos para salvar esta pequeña falla.

Ahora bien, ¿por qué se llama bisiesto? En los tiempos de Julio César, el primer día de cada mes se llamaba calendeae. Los romanos empleaban este día para nombrar al resto, entonces en lugar de decir “28 de febrero”, decían “primum dies ante calendas martias” (primer día antes de las calendas de marzo), el 27 de febrero era el segundo y así sucesivamente.

Cuando se introdujo el año bisiesto, se intercaló un día entre el sexto y el quinto día antes de las calendas, o sea entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero. Este día adicional fue llamado bis sextus dies ante calendas martias, o sea, «segundo día sexto antes de las calendas de marzo», y el año que contenía ese día se llamó por eso bissextus.