Educación, sin cambios

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Foto: Kimberly Farmer (Unsplash).

Cada tres años, la Argentina asiste a un ritual reiterado: se difunden los pobres resultados de la prueba PISA, que evalúa conocimientos y habilidades de nuestros jóvenes de 15 años, y los medios recogen opiniones de quienes se ocupan de estos temas. Se genera una fugaz alarma, pero, un par de días después, la cuestión pasa al olvido. A los tres años, el ciclo se repite. 

Así acaba de suceder, una vez más, en diciembre pasado, cuando se conocieron los resultados de PISA 2018, organizada por la OCDE y en la que se examinaron 600.000 estudiantes que representaban alrededor de 32 millones de jóvenes de 15 años en las escuelas de los 79 países y economías participantes. La prensa se ocupó ampliamente del pobre desempeño de nuestros jóvenes: los datos básicos muestran que, en el conjunto de los 79 sistemas analizados, la Argentina se ubicó en la posición 63 en comprensión lectora, 71 en matemática y 65 en ciencias. Una lectura general de los datos correspondientes al país permite concluir que estos no difieren de los conocidos en las pruebas de 2006, 2009 y 2012 (en 2015 la información de la Argentina fue desechada): nuestros jóvenes de 15 años que se encuentran en las aulas tienen serias dificultades para comprender lo que leen, ya que el 52 por ciento está por debajo del nivel 2 (considerado como el mínimo aceptable) y el 69 y el 54 por ciento no alcanzan los niveles mínimos en matemática y en ciencia respectivamente. Es decir que, desde hace 18 años, estamos estancados en estos pobres rendimientos. En relación con los diez países de Latinoamérica que participaron en la prueba y que están ubicados en el tercio final de la evaluación, la Argentina ocupa el séptimo lugar en comprensión lectora y en ciencia, y el octavo en matemática. En 2018, se confirmó también un hecho ya comprobado con anterioridad: es muy bajo el porcentaje de alumnos que se encuentra en los niveles más elevados: 0,7 por ciento en comprensión lectora, 0,3 por ciento en matemática y 0,5 en ciencia. En Canadá, por ejemplo, el 15 por ciento de los alumnos alcanza niveles elevados en lectura, el 15,3 por ciento en matemática y el 11,3 por ciento en ciencia.

“La Argentina ocupa el séptimo lugar en comprensión lectora y en ciencia, y el octavo en matemática”.

En esta ocasión se analizó independientemente el rendimiento de los estudiantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, provincia de Buenos Aires y Tucumán. En el caso de la comprensión lectora, la habilidad más detenidamente investigada en PISA 2018, el puntaje promedio del país fue 402, mientras que el de la CABA fue 454, el de Córdoba 427, el de la provincia de Buenos Aires 413 y el de Tucumán 389. A título comparativo, el de Chile fue 452 y el de cuatro ciudades de China 555. 

PISA 2018 confirmó, una vez más, la estrecha relación existente entre el rendimiento y el nivel socioeconómico de las familias: los alumnos argentinos de las que corresponden al 25 por ciento más pobre obtuvieron 353 puntos en comprensión lectora, mientras que los del 25 por ciento más rico lograron 455 puntos. Pero este promedio de nuestros mejores alumnos es más bajo que el promedio de los peores alumnos de ¡20 países!

El preocupante diagnóstico sobre nuestra educación que proporcionan reiteradamente las evaluaciones nacionales e internacionales resultará útil en la medida en que se lo utilice como una herramienta para emprender la tarea de mejorarla.