Las formas del humor

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En este mes en el que las hojas caen y las temperaturas comienzan a descender, qué mejor manera de combatir el frío que con una buena dosis de risas que calienten el alma. Es momento de dejar atrás las preocupaciones y los problemas, y darles la bienvenida a la alegría y a la diversión que solo el humor puede brindarnos.

En esta oportunidad, vamos a reflexionar sobre un fenómeno que nos hace reír, pensar y, a veces, hasta llorar de la risa: el stand up. ¿De qué se trata esto? ¿No es, acaso, el viejo y conocido monólogo? Veamos.

El nombre completo de este estilo de humor, en inglés, es stand up comedy, que significa “comedia de pie”. Recibe este nombre porque el comediante se para frente al público con el micrófono como único compañero. Sin escenografías ni personajes, el humor en clave personal se dirige directamente a una audiencia en vivo, con la que dialoga en diversas oportunidades.

Para la difícil tarea de hacer reír, el protagonista del stand up expone historias de su propia vida, intenta establecer una complicidad con su público, busca que cada uno se sienta identificado.

Según Sebastián Wainraich –uno de los exponentes del género–, “la magia reside en que el monologuista y el público estén convencidos de que es verdad lo que está pasando”. Exacto. Nunca sabremos si lo que el comediante nos está contando le pasó realmente, pero preferimos pensar que sí en aquellos pasajes en los que nos sentimos reflejados. Esto nos genera alivio (por no ser los únicos infelices) y risa (porque es como vernos en un espejo).

“¡Que viva el humor! Si nos hace pensar y hacer catarsis, aún mejor”.

Los temas que se tratan en un stand up tienen que ver con aquellas situaciones o pensamientos que alteran la cotidianeidad: discusiones familiares, conductas molestas de algún amigo, pensamientos inoportunos, peleas con compañeros de trabajo, encuentros con algún chico o alguna chica, comentarios inadecuados, siempre en clave de humor.

Ahora bien, ¿qué diferencia tiene este estilo de humor con aquellos inolvidables monólogos de Tato Bores, de Antonio Gasalla o de Enrique Pinti?

Lo que hace que el stand up sea distinto a un monólogo son los temas que se tratan. Mientras en el stand up el comediante refleja situaciones personales que no pasan de moda, el monologuista hace una exposición sobre situaciones políticas o sociales de la actualidad.

En palabras de Tato, es aún más claro. “El monólogo tiene una clave: es una especie de reportaje político; yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario, agregándoles un comentario jocoso. Pero siempre hay que actualizar la información: un chiste político del jueves no hace reír el viernes”.

Así que, en nuestro contexto complicado, a veces angustiante, ¡que viva el humor en sus diferentes formas!, ese que nos rescata y nos hace sacar la cabeza de abajo del agua. Si nos hace pensar y hacer catarsis, aún mejor. Y como decía Tato: “A seguir laburando, no bajar la guardia, la neurona atenta, vermú con papas fritas y… ¡good show!”.