Héroe de la medicina social

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Salvador Mazza nació en Buenos Aires el 6 de junio de 1886. Pasó parte de su infancia en Rauch, completó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires y se graduó como médico en Buenos Aires. Quizás su página más conocida haya sido la de comprobar científicamente la existencia del mal de Chagas, la enfermedad descubierta por el científico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas, pero ignorada por la comunidad científica durante más de 20 años.

En 1909, mientras investigaba sobre paludismo en Minas Gerais, Chagas halló en la sangre un parásito, el Trypanosoma, al que llamó cruzi en honor del investigador y epidemiólogo brasileño Oswaldo Cruz, y vinculó la presencia de este parásito con diversas alteraciones clínicas.

La enfermedad es transmitida por la vinchuca. La palabra “vinchuca” es de origen quechua y significa “dejarse caer”, porque es así, dejándose caer de los techos y paredes, como este insecto desciende de sus escondites por la noche precipitándose sobre animales o personas. La vinchuca pica para alimentarse, pero son sus heces las que suelen contener el parásito, que puede entrar en el torrente sanguíneo a través de la picadura. En el largo plazo, el Trypanosoma cruzi causa trastornos cardíacos, digestivos, neuronales y hasta muerte súbita.

La enfermedad está estrechamente vinculada a la pobreza, porque las vinchucas, los vectores responsables de transmitir la enfermedad, se alojan en las grietas de las paredes de adobe o en los techos de paja de los ranchos, especialmente en zonas rurales. Para entonces, hacía tiempo que Salvador Mazza trabajaba en la investigación de diversas enfermedades endémicas en el interior del país. Había realizado varios viajes de perfeccionamiento a los más destacados centros científicos de París, Berlín, Hamburgo y Londres. 

“El trabajo de Salvador Mazza fue decisivo para la confirmación de la existencia de la enfermedad de Chagas”.

En 1928, se creó oficialmente en Jujuy, con el patrocinio del profesor José Arce, la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), un organismo de extensión universitaria, dependiente del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Ahí se instalaría Mazza, director de la institución, junto a su mujer, Clorinda Brígida Razori, que lo acompañaría hasta su muerte.

El trabajo realizado por Mazza, en el marco de la MEPRA, fue decisivo para la confirmación de la existencia de la enfermedad de Chagas y significó un gran avance en el estudio de sus síntomas, otorgándole relevancia internacional.

Pero tenaz e inquieto como era, Mazza no se conformó con limitar sus conocimientos a la provincia de Jujuy. Preocupado por conocer las enfermedades en los lugares donde se desarrollaban, consiguió que le construyeran un vagón de tren, especialmente diseñado por él, equipado con laboratorio y consultorio, al que denominó E600. Así, pudo recorrer todo el país diagnosticando y curando todo tipo de enfermedades.

En 1946 Salvador Mazza viajó a México como invitado especial a unas jornadas de medicina. El 7 de noviembre se sintió mal y súbitamente sufrió un infarto agudo de miocardio. Murió aquel día en la ciudad de Monterrey. Tras su muerte, la MEPRA perdería su motor principal. Su disolución definitiva tuvo lugar el 16 de mayo de 1959. 

Ilustración: Pini Arpino.