Alamiro Vaporaki:
“El futsal es todo”

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Es múltiple campeón nacional con Boca y campeón de América y el mundo con la selección. Conversación con uno de los máximos referentes del futsal nacional, que encara sus últimos años en el deporte.

Por: Juan Martínez
Foto: Gentileza Vaporaki

Sobre los escombros de un sueño que finalizó sin haber desplegado el vuelo imaginado, se construyó la carrera de uno de los jugadores más importantes de la historia del futsal –o fútbol de salón- argentino, la de un campeón del mundo.
Alamiro Vaporaki, como tantos jugadores de este deporte, primero quiso ser futbolista. Y lo fue: desde su Ushuaia natal llegó hasta All Boys y luego debutó en la Primera de Estudiantes de Caseros, donde fue compañero de Ezequiel Lavezzi. La falta de continuidad, el desencanto con el ambiente del fútbol y la lejanía con su tierra y su gente lo llevaron a terminar su carrera.
Regresó a Ushuaia, tomó impulso y nuevamente partió a Buenos Aires, en este caso para estudiar (hoy es profesor de Educación Física). En el camino, el futsal se le volvió a cruzar, como cuando era chico, y esta vez se aferró a él. “Me sorprendió hacer esta carrera. El futsal me dio cosas que no me imaginaba, y voy a estar eternamente agradecido a este deporte. Si bien en mi niñez y mi adolescencia lo jugaba, llegó un momento en el que decidí dedicarme a jugar en cancha de once y dejarlo. Cuando volví y retomé, jamás pensé que me fuera a pasar todo lo que me sucedió, es una historia medio rara. Y linda. Hoy el futsal es mi pasión y mi medio de vida, lo que me gusta y a lo que me dedico. El futsal es todo”.

  • ¿Sentís que para muchos es un deporte derivado del fútbol, algo a lo que se juega cuando no se puede ir a la cancha de once jugadores?

Sí, ni hablar. Yo mismo siempre fui de ver fútbol en la tele, no futsal. De chico jugaba futsal porque en Ushuaia se juegan deportes indoor, dentro de gimnasios, por el clima. El sueño de todos es jugar en cancha de once, y cuando uno se pone a jugar un picadito, no agarra una pelota de futsal, sino una de cancha de once.

  • Después de que la selección argentina ganó el Mundial, en 2016, ¿sentís que se acercó más gente a la actividad?

Sí, noto que crecimos bastante en ese sentido, y también a nivel difusión. Hoy los chicos practican mucho más el futsal que antes. Incluso, antes se veía mucho que llegaban chicos que por algún motivo no podían seguir en cancha de once y se probaban aquí. Ahora hay chiquitos que de entrada se dedican a jugar futsal y ni siquiera intentan ir a cancha de once. Considero que eso es parte de lo que conseguimos a nivel internacional.

  • Este grupo de la selección, que también fue campeón de América, impactó en mucha gente: hay una chica que se tatuó tu silueta y el número tres, que es el que usás, ¿qué te genera eso?

Es un gesto lindo y una locura, no sé cómo alguien se puede tatuar algo de mí. Es raro. Uno quizá no se da cuenta de lo que genera en la gente por el solo hecho de jugar al futsal y haber conseguido logros importantes. Eso puede que despierte en otras personas una motivación, una llama interior que todos tenemos, y eso se transforma en energía para conseguir cosas o para luchar todos los días por algo. Hoy tengo una relación de amistad con esa chica, siempre nos hablamos o intercambiamos mensajes. Es algo lindo y raro, que nunca pensé que podría pasar. También hay madres que les han puesto mi nombre a sus hijos… Me da orgullo y un poco de vergüenza, son cosas fuertes. Mientras a esa gente le haga bien, por mí bienvenido.

«Mi meta es continuar disfrutando lo máximo que pueda».

  • Jugaste en más de un club y en la selección con tu hermano Constantino, ¿cómo es vivir esto con él?

Es doblemente satisfactorio. Con “Kiki” jugamos juntos desde chicos. Si bien le llevo seis años, crecimos a la par, yo marcándole un poco el camino por ser el más grande. Coincidimos bastante, por suerte. Lo valoramos y lo disfrutamos mucho más, porque sabemos el esfuerzo que hicimos, todo el sacrificio y todo lo que ponemos para poder estar en la elite.

  • ¿En qué momento de tu carrera estás?

Estoy grande, mi plenitud ya pasó y me encuentro más bien para disfrutar los últimos años que me quedan. Sé que el final está cerca y pienso sobre todo en disfrutar lo que resta. Depende mucho del físico, de las lesiones, de cómo me vaya sintiendo con eso. Tengo muchas ganas de seguir, pero es cierto que cuando se acumulan partidos durante el año, ya me cuesta un poco más. Mi meta es continuar disfrutando lo máximo que pueda. Lo hice siempre, pero es cierto que ahora tiene un condimento extra, especial, porque son pocos los partidos que me quedan.

CENTRO DE ENTRENAMIENTO VAPORAKI

Alamiro y Constantino abrieron hace más de un año este proyecto con el que buscan cubrir una necesidad específica de este deporte: “El futsal es muy técnico y táctico, y en los clubes generalmente los entrenamientos son más globales, con la participación de todos los jugadores, y se trabaja poco técnicamente puesto por puesto. Nosotros trabajamos bien la técnica de cada posición. Si sos pivot, por ejemplo, jugás mucho de espaldas, y entrenamos la manera de pararte en la cancha, de recibir la pelota, los giros y anticipos, las definiciones y los remates, los controles. Y así en cada puesto. Fue funcionando, cada vez tenemos más chicos, contamos con equipos compitiendo en dos ligas, y estamos felices”, cuentan.