Café con Guillermo Martínez:
“Mi relato policial es un acto de ilusionismo”

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Su última novela figura entre los libros más vendidos del país; sin embargo, más que la cantidad, prefiere la permanencia de un título en el tiempo, como sucedió con Crímenes imperceptibles. Charla con un escritor al que le cuesta escribir.

Por Dai García Cueto
Foto Gentileza Editorial Planeta (Alejandra López)

Guillermo Martínez convirtió un viejo ropero de cuatro cuerpos en una biblioteca que alberga más de dos mil títulos. Preparó un lugar especial para los tomos con las etiquetas “literatura policial”, “clásicos universales”, “literatura española y argentina”, “matemáticas, filosofía y biografías de matemáticos”. También le destinó un espacio propio a los textos de Henry James, Jorge Luis Borges, Thomas Mann y Lewis Carroll. Mientras que para sus libros se reservó un estante donde entraran cada una de las ediciones, incluidas las 40 traducciones que se hicieron de Crímenes imperceptibles.
Con una producción literaria que suma ocho libros de ficción, entre cuentos y novelas, y cuatro ensayos, nadie imaginaría que el principal obstáculo de este escritor es su propio oficio. “Mi gran problema es escribir una página por día. Me pongo mal cuando no me salió ni una línea, una página y media es mi récord. La escritura se parece al esfuerzo muscular en el gimnasio, al principio cuesta, pero con la constancia, algo empieza a fluir mejor”, le dice a Convivimos.
Desde chico escribe cuentos, pero se volcó por estudiar Matemáticas en la universidad, ya con la idea de especializarse en Lógica. “Fue un accidente, pero feliz. Me dio una manera de pensar que no hubiera imaginado tener: dilemas, paradojas, sutilezas del pensamiento, conceptos. La matemática es un mundo, está por fuera del sentido común, un universo del cual no te enterás si no la estudiás”.

“Llega un momento en que uno escribe para uno, es una necesidad de estar contento con tu propio trabajo”.

Este año recibió el premio Nadal de Novela con su última publicación, Los crímenes de Alicia, y más allá de la emoción, reconoce que nunca un galardón le cambió o le alteró el plan futuro de trabajo. “Tengo una lista de ideas en espera, la próxima no será del género policial, y tal vez venda menos que la anterior. Hoy sé que escribo novelas con más o menos repercusión, y que tengo una cierta cantidad de lectores fieles, por fuera de quienes se asoman tras el revuelo de un libro en particular. Llega un momento en que uno escribe para uno, es una necesidad de estar contento con tu propio trabajo”.

  • ¿Cómo describirías el momento que estás viviendo?
Soy una persona lenta para escribir, así que siento que volví al ruedo después de varios años. Había publicado un libro de ensayo y uno de cuentos, pero necesitaba volver con una novela. Tengo la sensación de que desaparezco por mucho tiempo de la escena literaria y que, por mi lentitud, voy arrastrando libros en esos períodos.
 
  • ¿Cómo vivís esa lentitud?
Es un obstáculo muy grande para llevar al papel varias ideas para cuentos o novelas que tengo esperando, la materialización del texto es lo que me lleva más tiempo. De todas maneras, hay una parte del tiempo insumido que creo necesario. Escribir tiene muchas bifurcaciones, y está bueno escuchar lo que viene mientras se conforma la escritura, pues el texto revela otras posibilidades. Generalmente me cuesta escribir el primer borrador, después mejora la situación, me gusta mucho reescribir.
 
  • ¿La formación en matemática sirve para escribir?
Para nada. Nunca pienso como matemático al escribir. Sí me dio cierto entrenamiento para eludir incongruencias o inconsistencias, pero escribiendo me equivoco como cualquier otro. Me parece que sí me sirvió la formación de cuentista, ya que es un género con una estructura rigurosa, donde la trama es fuerte. “Un cuento siempre cuenta dos historias”, decía Ricardo Piglia, la segunda hay que mantenerla oculta, y creo que el relato policial que hago tiene algo de eso, un acto de ilusionismo, el intento de mantener una versión oculta hasta el final.
 
  • ¿Qué tienen tus libros para figurar entre los más vendidos?
No creo que lo sean. Sí soy, y estoy orgulloso, un escritor de libros que se siguen vendiendo a lo largo del tiempo. Crímenes imperceptibles lleva quince años en las librerías. Me gusta más pensar de esa manera, qué es lo que los sostiene en el tiempo, ya que mis libros no son tanques de venta en comparación con otros. Algunos se han vendido y también tengo otros que no tanto. Pienso que lo que atrapa de mis historias es el mundo exótico que aparece para los lectores: Oxford, lo académico, las conversaciones.

CAFÉ CON POCHOCLOS

Por un diagnóstico de gastritis, tuvo que disminuir a tres las tazas de café por día y tomarlo liviano. Un esfuerzo para él, porque le gusta mucho. En mayo se estrenó El hijo, la película de Sebastián Schindel que es una adaptación de su cuento Una madre protectora. Anteriormente, el español Alex de la Iglesia llevó al cine Crímenes imperceptibles con el nombre Los crímenes de Oxford. Confiesa que como espectador es menos crítico que como lector.