Federico Gómez:
“Siento que todo lo que hice dio sus frutos”

0
21

Se crió en un club, donde jugó a todo lo que pudo. Se quedó con el béisbol y el hockey, y en ambos deportes llegó a la selección mayor. Un talento tan natural como atípico.

Foto: Patricio Pérez

Aquel viejo estereotipo del habilidoso que juega bien a todo es llevado al paroxismo por Federico Gómez: el salteño de 28 años no solo se defiende un poco en cada cancha, sino que llegó a las selecciones nacionales mayores en béisbol y hockey. En el primer deporte, casi como una continuidad de la tradición familiar; en el segundo, como un desafío personal, una forma de abrirse un nuevo camino.

Sobrino de Pepe, uno de los fundadores del club Popeye –cuna de talentos del béisbol a nivel nacional–, tuvo contacto directo y cercano con la actividad desde que nació: en la casa de su abuela Goga se gestó el club y allí se fabricaron y lavaron infinidad de camisetas y uniformes. “No me quedaba otra: jugaba al béisbol o jugaba al béisbol –bromea hoy Federico, quien probó todos los deportes que pudo–. Jugué al fútbol, al básquet, al vóley, al handball… En todo intercolegial que había, me anotaba para jugar”.

  • ¿Por qué, entre todas esas opciones, te quedaste con el béisbol y el hockey?

Porque es donde empecé y donde hice amigos. El club era mi segunda casa. Mis amigos son de ahí, también ahí están mis parientes y hasta conocí a mi novia. Ella también nació y vivió en Popeye. Jugamos juntos desde que éramos chicos. Toda mi vida está relacionada con el club.

  • A pesar de hacer varios deportes desde chico, sos consciente de que no es común que alguien llegue a dos seleccionados diferentes…

Sí, pero me di cuenta después. El año pasado, cuando me convocaron a la selección de hockey, mi novia me dijo “¿Te das cuenta de lo que hiciste? Llegaste a dos selecciones mayores”. Después, pensándolo más en frío, fue algo increíble vivir esa experiencia. Siento que todo lo que hice dio sus frutos, que sirve el esfuerzo y que por algo pasan las cosas.

  • ¿Tiene el mismo peso para vos haber llegado a cada una de las dos selecciones?

No, para mí la de hockey es mucho más difícil que la de béisbol. Soy el primer salteño que llegó a la selección mayor de hockey. En béisbol hay un montón, en mi entorno es mucho más natural. Veo mucho más meritorio lo del hockey

  • En béisbol el camino ya estaba trazado…

Claro. Aparte, desde chico, siempre fui a las selecciones infantiles y sub-18, entonces es algo que esperaba. En hockey no, nunca aspiré a eso hasta que me dijeron que tenía la oportunidad. Cuando me avisaron que me podían llamar para las concentraciones, hice el clic y empecé a meterme un poco más.

  • No llegaste a un grupo cualquiera: dos años antes de tu convocatoria, el hockey masculino había ganado el oro olímpico.

Sí, la primera vez que me llamaron a la concentración con el Chapa Retegui, estaba en el CeNARD sentado con un cordobés que también empezaba en este nuevo proceso. Comenzaron a llegar jugadores que habían ganado el oro olímpico, me saludaban y yo pensaba “¡Qué loco, estoy por entrenar con los campeones olímpicos!”.

  • ¿Sentías que te daba para estar ahí?

Al principio me costó, por su ritmo de juego. Y por el físico, porque lo que se hace en béisbol no tiene nada que ver. Las primeras dos semanas las padecí, pensaba “Me quiero ir a casa, no estoy para esto”. Mi novia fue la que más me impulsó, me decía que si me habían llamado, era por algo, que tenía chances. Seguí, me dieron dietas, bajé los nueve kilos que me pidieron que bajara. Me metí a full, comí sano, salí a correr todos los días. Y eso dio sus frutos.

“Mezclo mucho la vida con el deporte. Por suerte, con mi novia somos iguales”.

El año pasado, Federico integró el equipo de Los Leones que ganó el oro en hockey en los Juegos Odesur. Este año, fue parte de Los Gauchos (el seleccionado de béisbol), que consiguieron clasificar por primera vez en la historia a los Juegos Panamericanos.

Aquella experiencia con Los Leones lo trajo a Buenos Aires, donde hoy reside junto a su novia. Puso en pausa el béisbol para dedicarse más al hockey (“El hockey es ahora, al béisbol puedo volver más adelante”), mientras trabaja como profesor de Educación Física en un colegio y como parte del cuerpo técnico en un club de hockey. “Mezclo mucho la vida con el deporte. Por suerte, con mi novia somos iguales. Ella juega al hockey. Veo a gente grosa del deporte argentino, me fijo cómo piensa, cómo maneja las cosas. Siempre hay una comparación con la vida cotidiana. Estudié Educación Física porque me gusta el deporte; trabajo en un club de hockey porque me gusta el deporte; conocí a mi novia porque nos gusta el deporte. Todas las cosas que conseguí fueron gracias a él. Claramente es todo lo que hice en mi vida. No me imagino fuera de esto”. 

SALIR DE LA ZONA DE CONFORT

“El béisbol fue lo que siempre viví con mis amigos y mi familia. No hay muchos jugadores, entonces con lo poco que puedas hacer quizá alcance. En hockey, no: la Argentina tiene un tremendo nivel. Me gusta sentirme capaz de jugar a ese nivel. Exigirme me encanta. Si no vas a entrenar una vez, sos suplente o los otros te pasan por encima. Siempre tenés que estar al palo para llegar bien. Ahora quiero competir y competir, por eso elijo el hockey en este momento”.