Miriam Mayorga:
“El fútbol no me da plata, pero sí satisfacciones”

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Es jugadora de UAI Urquiza, el mejor equipo del país. También integra la selección argentina que consiguió clasificar al Mundial de Fútbol Femenino 2019 en Francia.

Por: Juan Martínez
Foto: Patricio Pérez

A los diez años, en su Bariloche natal, Miriam Mayorga encaró a su mamá para decirle dos cosas: quería ser médica y jugar al fútbol. Lo primero pintaba difícil, no había nadie en la familia que hubiera estudiado en la universidad, y en su ciudad no se dicta la carrera; lo segundo era más simple, pensado como hobby y nunca como una profesión. Su mamá le permitió jugar, siempre y cuando las notas en el colegio no bajaran. Así fue, y Miriam empezó en el club Mutisias, para luego pasar a Luna Park.

Por el clima hostil para la actividad al aire libre, el fútbol en cancha de once jugadoras casi no se practica. En ocho de los doce meses del año, se juega al futsal, con cinco jugadoras y bajo techo. El resto del año, por la cantidad de jugadoras, se practica en cancha de siete.

“Era mi chance de hacer lo que siempre había querido”.

En eso estaba Miriam, en un torneo regional al que pudo asistir por haber trabajado en los francos de su trabajo como cajera de un autoservicio, cuando Diego Guacci, entrenador de UAI Urquiza, apareció con una propuesta inmejorable: que se sumara al equipo campeón de la Argentina y que, al mismo tiempo, eligiera cualquier carrera que quisiera estudiar, con beca completa. “Ahí me di cuenta por primera vez de que, en una de esas, tenía condiciones para jugar al fútbol. No sabía qué hacer. Una tiene dudas siempre, y más si la propuesta es de Buenos Aires, por lo que dicen las noticias. Mi papá y mi mamá tenían mucho miedo al principio, por la inseguridad, por lo que ven en la tele. Cuando vinieron a visitarme, se quedaron más tranquilos, se dieron cuenta de que tampoco es para tanto.

Más allá de eso, me preguntaba si yo iba a poder estar, no sabía si iba a encajar. Pero era mi chance de hacer lo que siempre había querido”, cuenta Miriam.

  • ¿Creías que no eras tan buena como para estar?

Sí, ese fue siempre mi pensamiento, por eso nunca se me había ocurrido venir a probarme en algún club. Si no era por esa propuesta, no habría salido nunca de Bariloche. Con unos ahorros pude hacerme mi casa, porque quería tener mi lugar. Cuando la terminé, me ofrecieron venir acá, entonces la estoy alquilando. Viví seis meses nada más ahí. Eso también me hizo dudar, pensaba “La acabo de terminar, ¿justo ahora me voy a ir?”. Pero me animé y vine.

Solo un par de años después, Miriam lleva el número cinco en la espalda y domina el mediocampo del mejor equipo del país. Llegó también a la selección argentina, con la que logró la clasificación para jugar un Mundial después de doce años de ausencia de nuestro país en la máxima competencia del planeta. “En un mes se dio todo: el repechaje contra Panamá, los viajes y la concentración, volver a la Argentina por unas horas, cambiar el chip y viajar a Brasil con UAI Urquiza para jugar la Libertadores. Fue muy intenso, más a nivel mental que físico. Ahora ya estoy más relajada y muy contenta. Dejé a mi familia, y todo valió la pena porque el año fue muy bueno”, relata.

  • ¿Por qué quisiste jugar al fútbol? Tus padres no te incentivaban, sino que los botines y las pelotas se los regalaban a tu hermano…

Sí, mi hermano es más chico que yo, y cuando él tenía cuatro y yo ocho, mi papá le compraba pelota, shorts, botines. A mí, nada. Nunca me dijeron que no jugara, pero tampoco me regalaron nada de fútbol. Yo jugaba al principio con mi primo y los amigos de la cuadra. Después, mi hermano se dedicó al canto, y los botines los arruinó jugando a las escondidas… El fútbol me brinda satisfacciones. No me da plata, pero me hace vivir buenos momentos. Me acuerdo siempre de mi familia, de los sacrificios que hice. Cuando alcanzás un momento cúlmine, como llegar a un Mundial, la satisfacción esa no se paga con nada.

  • ¿Y de dónde salieron las ganas de ser médica?

No sé. Me gusta la incógnita del paciente, tratar de resolver ese dolor y ayudarlo con los conocimientos que aprendí.

  • ¿Qué tenés más ganas de desarrollar: el tema del fútbol o atender pacientes?

Es en lo que todavía me encuentro en duda, porque si bien espero estar otra vez citada para el Mundial, justo en esas fechas tendría que estar haciendo las residencias… A veces pienso en darle un año más al fútbol, tratar de ir al Mundial y clasificar a otra Libertadores. Y trabajar como médica, tal vez sin hacer residencias. Mis ganas están puestas en seguir jugando, no me veo sin eso, pero sé que también tengo la medicina ahí, y que me va a exigir trabajar.

  • ¿La posibilidad de jugar un Mundial le ganaría a todo?

Sí. Lo hablé con el kinesiólogo de UAI, que fue jugador, y estamos de acuerdo en que médica voy a ser siempre, hasta que me jubile, y el Mundial es ahora. Así que creo que voy a apostar otra vez al fútbol.

LUCHADORAS

Las jugadoras de UAI Urquiza son denominadas “Guerreras”. Con ocho integrantes del plantel en la selección argentina, ese espíritu se contagió también allí y se extendió fuera del campo de juego. En la conformación de este grupo, la selección femenina estaba completamente olvidada: cada jugadora recibía un viático de solo 150 pesos, y luego de un partido en Uruguay, el plantel entero tuvo que dormir en un micro. Reclamaron con un comunicado que circuló por redes sociales y consiguieron que la situación cambiara: “Hoy sí se nos da importancia, y ayudó que tuvimos buenos resultados deportivos. La AFA nos tiene en cuenta, organizó una gira en los Estados Unidos y Puerto Rico, hoy entrenamos en las mejores canchas y concentramos en el complejo mayor, donde duerme la selección masculina. Ahora estamos muy conformes”, finaliza.