Daniel López Rosetti: “Somos seres emocionales que razonan”

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Tres millones de personas siguen en las redes a este escritor de varios best sellers. Allí deja recetas del tipo “El mejor ansiolítico es un abrazo”. Dice que el estrés cruza tangencialmente la vida de los argentinos y recomienda para combatirlo vivir el presente y las experiencias. 

Por Agustín Gallardo  Fotos: Patricio Pérez

Claramente, el lugar al que invita a pasar Daniel López Rosetti no es apto para claustrofóbicos: en una habitación de no más de dos metros cuadrados, hay una silla con una pequeña mesa donde reposan unos auriculares. Una puerta se cierra y uno queda ahí, aislado, entre paredes acustizadas que no dejan entrar el sonido. Afuera, con su delantal blanco, como si se tratara de un científico de película, López Rosetti prende botones y chequea pantallas sobre un polígrafo, “un equipo que mide variables biológicas en tiempo real frente a un estímulo psicológico”, según explicará antes de iniciar una prueba. 

Nos encontramos en el Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central Municipal de San Isidro, y el médico está por medir la reactividad física de una persona frente a un test psicológico estandarizado y simulado. “Nosotros te ponemos dentro de este equipo y te tranquilizamos, y cuando todas las variables biológicas como la secuencia cardíaca, la tensión arterial, la temperatura del cuerpo están relajadas, te estresamos de golpe. Somos unos salvajes”, suelta López Rosetti, escondiendo el sentido de la broma con su tono monocorde y lineal. Dice, entonces, para tranquilizar al paciente: “Es un estrés mucho más bajo que cruzar la 9 de Julio al mediodía. Con esto queremos ver en qué medida uno es un tano calentón”.

López Rosetti va y viene por el hospital. La gente lo saluda en los pasillos. No es un médico más: los medios y las redes sociales son lugares donde deja prescriptas (con sello incluido) recetas del tipo “El mejor ansiolítico es un abrazo”. Siguiendo la línea de Felipe Pigna con la historia o de Darío Sztajnszrajber con la filosofía, Rosetti baja al llano la medicina. Más allá del personaje, el doctor tiene un curriculum que asombra: es profesor titular de Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la Universidad Maimónides y director del Curso Universitario de Medicina del Estrés y Psiconeuroinmunoendocrinología de la clínica de la Asociación Médica Argentina (AMA). Además, es presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES). Su nombre sonó en todos lados cuando presentó e impulsó, en el año 2012, la Ley 26.835, para la enseñanza de las técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) en los colegios. Autor best seller de varios libros, publicó Estrés, epidemia del siglo XXI (2000), El cerebro de Leonardo (2006), El estrés de Jesús (2009), Historia clínica (2011), Historia clínica 2 (2014), Ellas: Cerebro, corazón y psicología de la mujer (2016) y Equilibrio (2019), su último trabajo. Actualmente es columnista en Telefé Noticias y Radio Mitre, donde con mucha simpleza habla sobre temas médicos.

“No hay nadie que dude de lo que dijo una vez Aristóteles: que el fin último del hombre es la felicidad”.

López Rosetti cuenta orgulloso que el Servicio de Medicina del Estrés es gratuito, que se da en un hospital público y con dos prestaciones básicas: el Programa de Manejo del Estrés (PROMES), que es la atención con pacientes de estrés intrahospitalarios, que llegan de otros hospitales o de la vía pública; y el Programa de Meditación en Colegios (PROMECO). “Ya tenemos más de ocho mil chicos que meditan en todo el país en distintos colegios. Capacitamos a los docentes para que lo hagan”, detalla al comenzar la charla con Convivimos

EL PROFESOR 

López Rosetti tiene el gen de maestro a flor de piel. Lleva en su mano una lapicera con la que hacer círculos y garabatos en el aire a la hora de explicar algo. Su costado didáctico se ve plasmado en las tapas de sus libros, las cuales –dice– disfruta presentando como si fueran pizarrones de la universidad. En su nuevo libro, Equilibrio, el término es lo primero que aparece grande y arriba, con distintos tonos de azul. Es que las emociones y los pensamientos tienen para este médico grados de variabilidad. “El miedo puede ir de un simple temor a pánico o terror. Hay una escala de colores. Lo mismo pasa con cada una de las emociones: miedo, alegría, tristeza, asco, sorpresa e ira. Y con los sentimientos: amor, culpa, vergüenza, orgullo, odio o envidia. Los pensamientos no son siempre netos, son variables”, explica, señalando el dibujo que sigue en la tapa del libro. Se trata de una balanza donde de un lado está el cerebro y del otro lado el corazón.

  • ¿Aprendemos a golpes en la vida?

Sí, porque no tuvimos educación emocional.

  • ¿Qué es lo que enseña este manual del usuario?

Que la persona tome conciencia de los mecanismos de pensamiento y de cuáles son nuestros mecanismos de sentimientos. Son cosas que habitualmente uno no conoce, porque lo hacemos espontáneamente. El último tercio de trabajo que propongo en este libro tiene que ver con cómo tomamos las decisiones. Somos nuestras decisiones y el fruto de ellas. Y aprendemos a tomarlas. La última parte trata sobre cómo tomar esas decisiones, salir del modo intuitivo para ir al modo racional. Pero siempre equilibrando razón con emoción. No somos seres racionales, sino seres emocionales que razonan. 

  • Pareciera que se le está empezando a dar más importancia a educar emocionalmente en los primeros años de vida. ¿Qué tan importante es que de chicos nos den ese pantallazo?

No hay ninguna duda de que sirve, porque en la vida aprendemos a golpes. La educación formal es la que tiene que ver con aprender en el colegio matemática, geografía, historia, lengua, botánica, etc. Nosotros consideramos que es muy importante la educación emocional. Es sorprendente, porque el bienestar pasa por ella, pero las personas no saben lo que es una emoción o un sentimiento. 

  • ¿Cómo sería eso?

Claro, las emociones tienen rostro. En cambio, el sentimiento se manifiesta, el amor o el odio se manifiestan. Los pensamientos ni que hablar. Pero el bienestar, sentirse bien, feliz, tiene que ver con manejar ambas cosas, sentimientos y emociones.

  • ¿Qué es lo que más te fascina de trabajar y escribir sobre el estrés?

El estrés es la vida misma, no hay vida sin estrés. Tiene mala prensa. Vos lo podés relacionar con el azúcar en sangre, que es normal, pero por encima de un punto, ya se llama diabetes. Pasa lo mismo con el estrés: es normal hasta un punto. Cuando lo pasa, produce síntomas o gatilla enfermedades que uno genéticamente tenía predispuestas. Lo que me fascina del estrés es que cruza la vida tangencialmente, es decir por definición la vida es estrés hasta el nivel normal. Un estresado no es feliz, no disfruta, pierde su capacidad hedónica.

  • ¿Existe la ausencia total de estrés?

El único lugar donde no hay estrés es en la paz del cementerio. 

  • ¿Con qué te encontrás en el consultorio hoy en la Argentina en materia de estrés? ¿Hay algún patrón?

El estrés es inherente al hombre, existe en todos lados. Pero no cabe duda de que hay más estresores en las grandes ciudades. Es evidente que en las urbes donde hay temor, duda e incertidumbre, el estrés es mayor. Cualquier lector se dará cuenta de que la Argentina reúne esas condiciones, el argentino está sometido a cambios estresantes sociales e importantes que nos atraviesan tangencialmente a toda la sociedad. Desde la creación de nuestro Servicio de Medicina del Estrés, hemos notado el aumento de la cantidad de consultas en patologías sintomatológicas o enfermedades relacionadas con el estrés en los últimos 20, 30 años. Y en los últimos 15 años mucho más, sobre todo cada vez consulta gente más joven, incluso chicos de 25 años.

  • Fuiste impulsor de la Ley de RCP (reanimación cardiopulmonar). ¿Qué cambios trajo esta ley?

Casi todo lo que hacemos nace de nuestras experiencias vitales. La ley surge de cuando mi padre falleció de muerte súbita; no le hicieron RCP en ese momento, y con eso hubieran triplicado su posibilidad de vida. El principal cambio es que se ha popularizado la palabra “RCP”, que aclaro que es “reanimación cardiopulmonar”, no “resucitación”. Eso es otra cosa, es Lázaro que volvió de la muerte [risas]. Lo que hemos notado es que hoy es una palabra común, ya muy poca gente no sabe lo que es “RCP”. 

  • ¿Cuán importante es ser consciente del presente para manejar el estrés?

Muy importante. Nos baja claramente la ansiedad y el estrés, porque no hay ninguna duda de que quien está focalizado en el pasado tiene tendencia a la tristeza, y quien está focalizado exageradamente en el futuro tiende a la ansiedad y al estrés. El momento del presente es el que realmente se vive. No hay nadie que dude de lo que dijo una vez Aristóteles: que el fin último del hombre es la felicidad. Sentirte bien, vivir el presente con intensidad, no perderte los detalles es verdaderamente rico. Comer lento sirve, ir despacio también. Las relaciones interpersonales y vivenciar con la mayor felicidad posible tus horarios del trabajo es importante. Un tercio de la vida lo pasamos durmiendo, y el resto del tiempo estamos trabajando. No buscar el bienestar en el trabajo sería un error en términos de bienestar personal.  

  • Hay varios focos e historias en tus libros, pero ¿por qué decidiste escribir uno específico sobre la mujer? 

Por lo poco que los hombres sabemos de las mujeres. Vivimos inexorablemente en un mundo y en una sociedad machista. Las mujeres saben más de nosotros que nosotros de ellas. Ella es más compleja que el hombre, y digo “compleja” y no “complicada”, atención. Tiene más variables emocionales sentimentales, formas de razonamiento. El hombre gestiona psicológicamente por objetivos, tiene una mecánica de operación directa sobre la solución de un problema. La mujer es cooperativa, conversadora y cuidadora, en ese sentido me resulta interesante. 

“Mi esfuerzo es hablar fácil. Nunca usar el término ‘¿Me entendés?’. Yo digo ‘¿Me explico?’, porque si el otro no entiende, la responsabilidad es mía”.

  • ¿A qué atribuís el éxito de tus libros?

Me gustaría saber bien la respuesta. Creo que tiene que ver con lo que me enseñó mi mamá, hablar simple. Entiendo que son herramientas, que son populares. Mi esfuerzo es hablar fácil. Nunca usar el término “¿Me entendés?”. Yo digo “¿Me explico?”, porque si el otro no entiende, la responsabilidad es mía. Creo que pasa por ahí, que sean entendibles y útiles. Un poco eso lo aplico en Instagram y Facebook, que ya suman más de tres millones de seguidores.

  • Sos un verdadero influencer de la medicina…

No lo sé, pero me llama la atención, porque son páginas no comerciales, pero sí pongo cosas que son útiles a las personas,  que me lo agradecen.

  • ¿Qué es lo que te gusta más de la radio y la televisión? 

Son consultorios grandes. No es ni radio ni tele… del otro lado hay mucha gente que necesita cosas. Mi intención en cualquier columna tiene que ver con dejar dos cosas, como mínimo que lo que uno dice resulte interesante. Pero mi opción de máxima es que resulte útil en términos de cambio de conducta.