Germán Chiaraviglio: De los golpes al disfrute

0
178

La presión y las lesiones lo persiguieron durante un tiempo, pero desde hace unos años desbloqueó su cabeza y su cuerpo, y disfruta de una gran actualidad.

Siete segundos. Eso es lo que tarda un saltador desde que comienza a correr, garrocha en mano, hasta que cae a la colchoneta. La fase de vuelo –ese momento en el que con los pies hacia arriba suelta la garrocha mientras gira en el aire para no rozar el listón–, incluyendo la posterior caída, dura dos segundos. Parece poco, pero en esos siete segundos entra toda una vida: la de Germán Chiaraviglio (32).

Su aparición fue rutilante: campeón mundial sub-18 y sub-20, aún hoy es el único argentino de la historia en conseguir un título del mundo en atletismo. Las expectativas alrededor suyo se volvieron gigantes y lo aplastaron. Las presiones, y luego las lesiones, lo alejaron de su mejor versión, a la que pudo volver hace unos años. Ya en la senda del disfrute y despojado de mochilas, alcanzó las finales en el Mundial de 2015 y en los Juegos Olímpicos de 2016, y todo indica que cerrará su carrera participando en los de 2020, que se llevarán a cabo en Tokio a mitad de año.

  • ¿Te provoca ansiedad la inminencia de los Juegos Olímpicos?

Ya estoy acostumbrado a este ritmo, a este mundo. A mí me gusta. Me encanta que sea un año olímpico. A medida que pasen los meses, si los resultados son positivos, eso me va a ir dando tranquilidad. Estoy entrenando muy bien, sin dolores, y eso para alguien de mi edad y con una carrera larga es un dato importante, porque me permite entrenar y competir bien. Sí siento esa adrenalina de la linda, la que nos gusta a los que disfrutamos competir.

  • No siempre disfrutaste así del proceso, ¿verdad?

Tal cual. El primer Juego Olímpico para mí, en 2008, fue distinto. Sentía más presiones, como si hubiese tenido la obligación de conseguir algún resultado. Mucha ansiedad, mucha expectativa de que llegara el momento. Para Río fue distinto, y ahora para Tokio también. Cada ciclo olímpico es diferente. Nosotros somos diferentes: no soy el mismo Germán que hace once, doce años. Ya en Río, con otra madurez y viviendo unos años muy buenos, pude ser finalista. Ahora disfruto el día a día, el proceso, el entrenar hoy y poner las pilas, el ojo y el foco en hoy. Mañana será mañana.

  • Hablabas de la edad y los dolores… ¿Este disfrute tiene que ver con que sabés que en algún momento se termina esta carrera?

No sé cuándo, pero en algún momento se termina, eso está claro. Nosotros nos convertimos en jubilados muy jóvenes, tenemos carreras limitadas. Ya lo sabemos cuando entramos en este mundo y asumimos lo que significa. Después, el tiempo que quede está bueno poder pasarla bien, disfrutar. Porque, al fin y al cabo, es lo que elegimos. Soy un apasionado de lo que hago, me encanta saltar con garrocha y la vida del deportista, ¿cómo no voy a disfrutar y a pasar bien el tiempo que me quede antes de retirarme? Este ciclo olímpico intuyo que puede ser el último en el que represente a la Argentina, Dios quiera que sea con los Juegos.

  • ¿Cómo lograste comenzar a disfrutar?

Te vas golpeando un poco en el camino. La pasé mal, me superpresioné. Hasta he llegado a no tener ganas de competir, quería que la competencia terminara lo antes posible. Cuando llegás a esos límites, pensás “Pucha, ¿por qué estoy haciendo esto? ¿No era que me gustaba?”. Ahí notás que hay algo que no estás procesando bien. Con el apoyo familiar, de mis amigos, de mi entorno, de profesionales, fui superando esas situaciones, porque nunca me dejó de gustar hacer deporte. La recuperación de mis lesiones en el tobillo izquierdo hace muchos años me ayudó y me dio mucha fuerza para volver a creer y tener energía y ganas. Golpearme un poco fue la única forma de madurar, de aprender.

  • ¿Pensaste en dejar?

No, dejar no. Por lo exigente que soy, nunca me hubiese perdonado o permitido tomar semejante decisión sin haberlo intentado hasta el final, sin haber dejado todo para volver a competir al nivel en el que yo quería competir. Sí me sentí muy mal, y por épocas no tenía ni ganas de entrenar, pero ese era mi límite: no abandonar.

  • ¿Qué es lo que más te gusta del atletismo?

Los viajes. No es solo moverme físicamente de un lugar a otro, sino viajar con todo lo que significa. Para mí, fue un entrenamiento del desarraigo. Fue abrir mi cabeza a cómo pensamos, a cómo vivimos; es aprender culturas nuevas, otros idiomas, conocer gente muy interesante. Hoy tengo amigos en todo el mundo, prácticamente, gracias al deporte. Y ese es un premio increíble. Me gusta que me vaya bien y ser reconocido, pero eso es secundario. Lo más valioso es haberme enriquecido con estas experiencias. 

Familia de garrochistas

Guillermo, el papá de Germán, también fue garrochista. Sus hijos no llegaron a verlo competir, pero sí estuvieron presentes en su faceta de entrenador de atletas y fueron entrenados por él. Justamente, observando cómo otros saltaban el listón, nació el deseo que moviliza a Germán: “Me parecía una disciplina con mucha destreza. Hacer esos movimientos tan raros en el aire con el cuerpo y caer de grandes alturas, con un palo que se dobla, es antinatural. Una acrobacia”. 

Sus hermanos, Guillermo y Valeria, también compitieron en esta disciplina, aunque ambos eligieron luego otras profesiones.

Foto: Gentileza Germán Chiaraviglio.