Vistiendo el pasado

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Santiago Pellegrini tiene 28 años y un estilo muy particular. El rescate de épocas anteriores y la influencia de vidas pasadas.

Foto: Pato Pérez

Santiago es fan del Monkey Island, disfruta jugando a la Play, se cuelga horas mirando videos en TikTok y YouTube, leyendo Twitter o posteando en Instagram. Nada del otro mundo… Sin embargo, este joven de 28 años llama mucho la atención: se viste con un estilo similar al que se usaba entre fines del siglo XIX y principios del XX. No se trata de un disfraz, es su vestuario cotidiano.

Asegura que desde los cinco años se interesa por antigüedades, aunque recién a los 18 comenzó a vestirse de esta manera. Se combinaron dos disparadores: un sombrero blanco con puntitos negros que le regalaron sus padres y que llevaba hasta al colegio, y el contacto con Richard, un habitué de la feria de San Isidro en la que Santiago trabajaba. Richard usaba galera, bastón y trajes de estilo inglés antiguo. “Ahí vi la posibilidad de vestirme así”, confiesa Santiago, que en redes sociales es más conocido como “el dandy millennial”.

Con alrededor de 15 mil seguidores en Twitter y otros 13 mil en Instagram, se convirtió en una celebridad de ese micromundo, que lo convirtió también en un personaje de múltiples memes (la mayoría de ellos aludiendo a lo que consideran una exageración de elegancia). Él se divierte con los mensajes positivos (“Contesto todos, aunque sean 200; esta fama, por así decirlo, no me aleja de la gente”) y repele los negativos: “Si te querés vestir así, te tenés que aguantar los comentarios, lamentablemente. No estamos en un país en donde la gente acepte lo diferente. Hay mucha ignorancia”, se defiende.

Las antigüedades son su pasión y también su oficio, ya que vende ropa vintage y algunos otros objetos que encuentra o compra. Tiene una colección de 1500 fotos antiguas, ordenadas minuciosamente por género y edad de los protagonistas, y cantidad de gente en cada imagen. Cuando hay algún dato que le permite indagar más, investiga las historias de las personas que posaron para la cámara hace décadas. “Quizás no sea la gran información, pero está bueno. Creo que es lindo rescatarla del olvido. Está bueno revolver la historia y traerla de vuelta”, asegura.

Y eso es precisamente lo que hace todos los días, como una especie de museo itinerante: para esta nota lleva prendas confeccionadas entre los años 50 y 70, aunque con un corte clásico que ya se usaba en la década del 20. Como accesorios, un monóculo de alrededor de 1870 (“Sin él, no veo ni lo que digo”, bromea) y unos anteojos de sol Quevedo de 1910. Su medio de transporte es una bicicleta Dayton de 1940 que le regaló un seguidor de Instagram.

Este estilo, asegura, no fue algo buscado, sino al revés: es el estilo el que lo encontró a él. Sucede que Santiago cree en la reencarnación y, más específicamente, en que en una vida anterior cultivó el gusto por esta forma de vestir, que no es más que la manifestación de un recuerdo que precede a su existencia como Santiago Pellegrini: “Puedee ser, ¿por qué no? Hay cosas que sé hacer que nunca nadie me las explicó y las hago a la perfección, como almidonar cuellos. Si bien en Internet podés encontrar algún que otro video, no te explican bien la técnica. Es prueba y error. Al principio me acuerdo de que almidoné un cuello de estos, alto, y se me quemó porque pifié la temperatura de la plancha, el almidón estaba todavía húmedo. Hasta que me salió perfecto y quedó como una piedra. También aprendí a tocar el bandoneón de oído. Hay muchos músicos que lo hacen, pero ¿por qué agarran un instrumento y ya, de alguna manera, lo saben tocar? ¿De dónde viene eso? En mi caso, mi bisabuelo era músico, pero yo no lo conocí, no lo vi tocar, no me enseñó lo básico. Un día estaba en la casa de mis abuelos, agarro el bandoneón y me pongo a tocar”.

Explorador del pasado, viajero en el tiempo, Santiago está interesado en bucear para encontrar la vida pasada en la que vestía como lo hace hoy. Por medio de regresiones busca descubrir el origen de algunos traumas, además de sus aficiones: “Todavía no encontré a una persona que lo realice. Me encantaría. Intenté hacerlo con un video de YouTube, pero no es lo mismo, como mucho te relajás y te quedás dormido, pero estaría bueno hacer una regresión, para ver de dónde vienen algunas de las locuras que tengo”.