Yamila Tuvo:
La alquimista patagónica

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La diseñadora de interiores nacida en Chubut creó Sin Fin Joyas, un emprendimiento de joyería de autor que combina hallazgos de la naturaleza con fundiciones en metales y piedras semipreciosas. 

Foto Patricio Peréz

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ada vez que Yamila sale a pasear los sábados por Palermo, en Buenos Aires, o regresa a la casa de sus padres en Comodoro Rivadavia, vuelve con las manos llenas de tesoros: semillas y hojas de eucaliptos, cardos, hongos, ramas, flores silvestres y espigas. Junta esta fortuna natural para luego encerarla y fundirla en bronce a casi mil grados Celsius, y así convertirla en futuras piezas de joyería contemporánea. 

Después de terminar el colegio en el sur del país y mudarse a Buenos Aires para estudiar Diseño de Interiores, Yamila cubrió sus múltiples inquietudes con cursos de vitraux, carpintería, cerámica, fotografía y maquillaje. Luego se fue de intercambio a Barcelona, donde realizó un posgrado en mobiliario. Allí descubrió su pasión por los metales que la llevaron, hace un poco más de dos años, a iniciar este recorrido.

  • ¿Por qué la joyería?

Existe una gran sensibilidad en el detalle mínimo, y me gusta trabajar en esta escala. Cambiás un milímetro en un diseño y cambia todo. Además, me encanta que todo el proceso empieza muy sucio y frágil, y termina tan limpio que me parece un redescubrimiento de la materia. Amo el trabajo del taller. Estoy todo el tiempo limpiando con ácido, quemando, fundiendo. Puedo comenzar con un material superduro que de pronto pasa a ser blando y después se suelda con lo que se te ocurra y recupera rigidez. El proceso, la maleabilidad del material, el detalle del objeto y la escala hicieron que me enamorara de esto.

  • ¿Cómo es el proceso creativo de Sin Fin?

Siempre comienza con la conexión con las piezas. Una vez que junto una buena cantidad de materiales, mando a fundir de a 50 o 70 partes. No comienzo con ideas a priori, sino que una vez que vuelven fundidas en bronce, pongo todo sobre la mesa y empiezo a jugar, a observarlas y a apoyarlas sobre el cuerpo, a ver qué pieza puede ir con qué. En el proceso, muchas piezas se pierden o no toman bien el metal. A veces tengo expectativas con alguna materia prima o al revés, cosas a las que no les tenía fe, y después quedan recopadas. Ahí comienzo a medir, a ver si los espesores dan, a dar forma antes de soldar las piezas. Busco que la materia prima sea la protagonista, que haya volumen, que las ramas y los tallos me permitan torcer, crear y entrelazar las piezas para no tener que usar tantos hilos o cadenas de metal. Las piezas se sueldan y luego de lijar, limar, aplicar ácidos y pulir, se bañan en oro o plata, para después limpiarlas y darles las terminaciones necesarias.  

  • ¿Con qué materiales trabajás?

La materia prima surge de todo lo que la naturaleza me pueda dar: flores silvestres como la lavanda o la rosa mosqueta, ramas con hojas secas, cardos, espigas de trigo, semillas de eucalipto, pequeños frutos e hilos de metal de distintos espesores para unir las piezas. Fundo todo en bronce y uso baños de oro y plata. Hoy estoy incursionando en las piedras semipreciosas como amatistas y amazonitas; me gusta que se incorporen a mis diseños de forma orgánica y que convivan con las piezas delicadas, pero también uso esponjas vegetales, panales de abejas y hongos, porque me interesan sus geometrías y tramas.  

 “Me encanta la joyería por ser un proceso que empieza sucio y frágil, y concluye tan perfecto“.

  • ¿Cuánto tiempo tardás en crear tus diseños?

Aproximadamente tres semanas desde la fundición hasta la venta. Los diseños me toman entre tres y cuatro días, y llevo un registro en dibujo y anotaciones de todas las piezas que realicé para poder repetirlas o capitalizar los errores. El armado y el pulido del diseño también toma unos días más, hasta que está listo para entregar a mis clientas.

  • ¿Cómo es tu clientela?

La mayoría me conoció a través de las redes sociales, por Instagram. Muchas me empezaron a seguir a través de Dalila Luna, mi profesora del taller de joyería, al que voy dos veces por semana para experimentar nuevas técnicas. Allí empezaron a preguntar si vendía mis diseños, y por esa razón me abrí un perfil. Hoy vendo en Buenos Aires, en ferias de joyería como Festiva, en el Abasto; en el showroom de novias de Camila de Lellis, donde hacemos diseños especiales de tocados, colgantes, anillos y aros para todo el país, a través de la web. 

  • ¿Con qué inversión arrancó el proyecto?

Comencé con una compra de materiales de entre cinco a ocho mil pesos y a los dos meses de la primera feria ya había recuperado lo invertido. Tuve mucha suerte y no fui tan consciente, porque al principio lo hacía como hobby desde mi taller de joyería. Cuando vi los resultados de la feria, empecé a comprarme las herramientas para poder trabajar más en casa. Un soplete para soldar, limas, lijas y cepillitos para ir puliendo los diseños, al igual que los hilos de metal que encastran las piezas. 

  • ¿Quiénes son tus referentes en el mundo joyero?

En realidad, mi inspiración principal viene de la naturaleza y del diseño y la arquitectura, pero el otro día fui a ver la muestra de Cabinet Óseo (de las artistas Celina Saubidet y Marina Molinelli Wells), en el Museo de Arte Decorativo, y me impresionó su trabajo a la inversa. Ellas parten de la naturaleza como inspiración para crear esculturas gigantes que luego pasan a la escala de la joyería a través de un método de fundición distinto al mío llamado “termoformado”. Fue muy inspirador. 

JOYAS PARA DAR EL SÍ

La sensibilidad con la que trabaja Yamila sobre sus piezas es la misma con la que Camila de Lellis realiza trajes para novias desde su showroom en Palermo. Por eso, ellas unieron fuerzas para ofrecer un servicio completo que incluye los accesorios de un día único. “Lo que me gusta de las novias es ese vínculo personal que se crea, la confianza que depositan para un día especial y poder hacer desde anillos, colgantes y brazaletes hasta aros y tocados para el pelo”, comenta Tuvo. Además, la diseñadora destaca la importancia del peso de las piezas y del sostén, especialmente en una noche de mucha celebración. “Me gusta pensar en piezas que son protagonistas, pero que tienen que estar alineadas con el diseño del vestido y siempre, siempre, cumplir con una funcionalidad”.