Mariano Martínez:
“El público siempre quiere reírse”

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Comenzó a trabajar en la televisión siendo muy chico y nunca más paró. Sus ojos claros y su sonrisa enamoraron a varias generaciones a través de la pantalla. Hablamos con Mariano Martínez, un actor hecho a base de perseverancia y constancia.

Por: Leonardo González 

Fotos: Nicolás Pérez

 

Qreer que la vida de Mariano Martínez fue fácil es un error. Sus padres lo tuvieron siendo adolescentes y casi no les alcanzaba para comer. A los 9 años lo atropelló un colectivo que lo dejó internado un mes y medio en el hospital. Se salvó de milagro de que le amputaran la pierna izquierda, pero estuvo tres años sin poder caminar y con un diagnóstico que le anticipaba que jamás volvería a hacerlo. Tuvo amigos del barrio en donde vivía que prefirieron salir a robar y cayeron víctimas de la droga. A pesar de todo eso, nunca perdió la esperanza y persiguió el sueño que tenía de chico: ser actor. Y aunque era rechazado una y otra vez en los castings a los que se presentaba, jamás dejó de intentar. Un “no” en una prueba o en una audición era nada comparado a lo que había tenido que enfrentar antes. A los 16 le llegó la oportunidad con el programa La nena, y casi se queda sin aprovecharla porque la primera escena era en una pileta y no quería salir para que no se viera la cicatriz que tenía. Eso fue en 1995, y hoy, 23 años después, todavía sigue desplegando su talento y demostrando que no era un galancito del momento.

 

¿Sabés cuándo fue exactamente que te atrajo la actuación?

Siempre me gustó actuar. Ya desde muy chico, pero me daba mucha vergüenza. Antes de que tuviera el accidente en donde me pisó el colectivo, participaba en todos los actos del colegio. Y ese año en el que meteóricamente aprendí a caminar otra vez –porque aunque tardé tres años en volver a caminar, cuando me animé, caminé al toque cada vez mejor–, en seis meses preparé DirtyDancing para hacerlo en el acto de fin de año de séptimo grado para todos mis compañeros. Ahí ya sabía que iba a ser actor.

“Siempre soñé con hacer comedia y me encanta hacer reír a la gente”.

También tenías una pulsión por el deporte, ¿en ningún momento pensaste en ir por ahí?

Sí, sí, en algún momento pensé en ser deportista. El tema del accidente me complicó un poco, pero a los 7 años ya hacía taekwondo y dos años más tarde tenía el cinturón verde punta azul. Después de recuperarme practiqué rugby y también fútbol. En un momento jugaba todo el día a la pelota (era un 9 goleador, me encantaba) e intenté probarme en Racing. Fui a la primera prueba y no me fue muy bien, y cuando tenía que volver no lo hice nunca más.

El actor predominó…

No sé, es que no me dediqué. Tenía algo muy importante que todo deportista debe tener, que es la disciplina. Y también constancia. Esas dos cosas son muy necesarias en cualquier actividad, pero para practicar deportes son fundamentales. Aún hoy todavía practico deportes y los disfruto muchísimo.

Cuando volvió a caminar, no podía retomar la actividad física como antes porque la resistencia de su pierna ya no era la misma. Buscó distraerse con otra cosa, y así se enganchó con el teatro: mientras tenía clases de actuación en el colegio, a la par iba a la Escuela de Arte de Avellaneda. A los 13 años había hecho su propio book –que repartía en todos lados–, pero no lo elegían en ningún lado. Un amigo de su papá le consiguió trabajo como repartidor en una pizzería que recién abría. Estando de vacaciones en La Lucila del Mar, tuvo que regresar a la ciudad de Buenos Aires para preparar unas materias que le habían quedado sin rendir y su novia de entonces, Noelia, vio por televisión que se iba a hacer un casting para el programa La nena y lo convenció de presentarse.

¿Qué fue lo primero que hiciste relacionado con el medio?

Iba a muchísimos castings, pero no quedaba nunca elegido, hasta que finalmente logré hacer dos publicidades. Una fue para AngelFace, casi a los 15 años, antes de quedar en La nena, y aparecía junto a Nicole Neumann. Y después estuve en otra para Bernardo Neustadt en la que tenía que hacer que miraba televisión, una participación muy chiquita. Para mí fue toda una experiencia: las cámaras, ver cómo se hacía una producción para una publicidad importante.

Y te llegó la primera oportunidad como actor.

Como dije, había hecho muchísimas pruebas sin lograr quedar en nada. Estaba bastante desanimado, y aparece este casting que era “Buscando novio para la nena”, ideado por Alejandro Romay y que fue multitudinario. No quería ir, porque si en uno común había muchos pibes, este iba a estar plagado de chicos, pero me insistieron y fui. Era un mar de flacos esperando. Eso fue en enero de 1996. Veinte días después, entre mil y pico que se presentaron, quedé seleccionado junto con otros. Entramos diez al programa. Me eligieron como el novio y en un mes me cambió completamente la vida. De no conocerme nadie, después me esperaban 300 chicas en la puerta del canal que me gritaban, me arrancaban los pelos, me pedían autógrafos. No entendía nada. Tenía solo 16 años. Fue un furor porque el programa se veía en todos lados y recibía cartas de Colombia, Ecuador, de todos los países. Era impresionante.

¿Cómo siguió?

Tuve un lapso de un mes sin laburo y me fui de mochilero con unos amigos. Después quedé en Mi familia es un dibujo, y, al mismo tiempo, porque no me hicieron un contrato en Telefe porque era una “cara nueva”, realicé una prueba para R.R.D.T., de Pol-ka. De ahí no paré de trabajar.

Tenés más de 20 años de laburo, contando televisión, cine y teatro. Si tuvieras que elegir tres trabajos que amaste hacer, ¿cuáles serían?

Primero, La nena, porque fue el programa con el que pude dar mi puntapié inicial y me brindó muchas satisfacciones. Después, Son amores, ya que siempre soñé con hacer comedia y me encanta hacer reír a la gente; ese fue el primer programa en donde pude hacerlo. Por último, la película Peligrosa obsesión. Me encantó hacerla y hasta el día de hoy la gente sigue comentándomela y diciéndome cómo se divierte con ella.

La comedia es un género que te apasiona y te transforma. ¿Notás eso?

Adoro hacer comedia. Disfruto con ella y la paso muy bien. Siento que a lo largo de toda mi carrera aprendí muchísimo, ya que estuve al lado de muy buenos comediantes. Creo que, de mi generación, laburé al lado del mejor, que es Nicolás Cabré. Uno, con el tiempo, va entendiendo de qué trata la comedia, que es como música: se siente y yo la siento adentro mío, y se me sale del cuerpo para que pueda expresarla. Y, por supuesto, me hace muy bien lograr que la gente se ría.

Pertenecés a una generación de actores que triunfó en la televisión, pero que no trasladó ese éxito al cine. ¿Por qué creés que pasó eso?

Son cosas que pasan, pero todavía somos jóvenes como para poder intentarlo [risas]. Por ejemplo, con Nico Cabré tenemos muchas ganas de hacer cosas juntos. Él está en televisión ahora, y yo en teatro, y el cine es una buena posibilidad porque no insume tanto tiempo. Ojalá lo podamos concretar. Es una generación que vivió una televisión muy fuerte, y nosotros éramos grandes protagonistas. Hacíamos novelas que duraban 600 capítulos, dos años en el prime time. Esto, igual, recién comienza. Tengo muchas ganas de hacer cine, y ya se va a dar.

Martínez es un bicho de la televisión y es en ese medio en donde realizó sus trabajos más recordados. Pudimos disfrutar de su talento en programas como Gasoleros, Campeones de la vida, Los Roldán, Una familia especial, Son de Fierro, Valientes, Esperanza mía y Amar después de amar, entre muchísimos otros.

¿De dónde nace el costado productor que tenés ahora?

Es una de las cosas que más placer me dan. Si bien lo había hecho en la televisión hace algunos años [se refiere al programa Mis problemas con las mujeres], sentí que tenía que trasladar esta experiencia al teatro también. Me encanta resolver las cosas, la adrenalina que te genera, armar algo de cero. Cuesta mucho introducirse en el mundo de la producción y tener continuidad. De hecho, todavía me cuesta bastante. Pero, como dije al principio, tengo mucha perseverancia y constancia.

Contame qué te atrajo de Mentiras inteligentes.

Tenía muchas ganas de hacer algo de comedia. Apareció la obra, la leí en una hora junto con mi mujer, y mientras lo hacíamos nos reímos mucho. Me vi en el personaje, me gustó la temática, así como lo que habla y de la forma en que lo lleva. Sabía que a esta obra de JoeDiprieto le había ido muy bien, porque la hicieron en Broadway en 2013. Pensé automáticamente en BetianaBlum, Arnaldo André y Flor Torrente. Y creo que fueron unas buenas elecciones.

¿Cómo les está yendo?

Por suerte, muy bien. Tuvimos la brillante idea de arrancar en el peor mes del año –agosto para el teatro es tremendo–, con un dólar disparado y mucha incertidumbre. Así y todo, la gente viene, paga su entrada y se va muy contenta, que para mí es el éxito de la obra: la gente se ríe al verla. Cuando salís a saludar, les notás en la cara que la pasaron bien, y además se llevan un mensaje que los hace reflexionar. Eso para mí ya es un golazo. Creo que cuando la situación se acomode un poco, vendrá más gente que ahora no puede por cuestiones económicas. El público siempre quiere reírse y pasarla bien.

“Laburé al lado del mejor, que es Nicolás Cabré”.

¿Piensan hacer temporada?

Estamos en el teatro Astros hasta el 11 de noviembre. Paramos porque tengo que filmar una película, y después estaremos nuevamente acá durante los meses de enero y febrero.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Como dije, voy a comenzar a filmar una película llamada, por ahora, Laura, junto con Araceli González, que también la produce. El director es José Cicala, que también escribió el guion. Es un largometraje de suspenso y de época que transcurre en la Segunda Guerra Mundial, en Bélgica. Posee un gran presupuesto y me tiene muy entusiasmado porque jamás hice nada parecido al papel que interpreto: el personaje se transforma tanto física como mentalmente, y me atrae mucho ese desafío. Estoy muy agradecido de que hayan confiado en mí. También con Cicala hicimos una serie para televisión llamada Asesino, que consta de diez episodios y está muy buena. La grabamos hace alrededor de un año junto a Mónica Antonópulos, Juan Gil Navarro, Mario Pasik y Guillermo Zapata. No va a emitirse por televisión abierta, sino por un canal de cable.

Mariano tuvo una extensa lista de romances, pero fue con la modelo Juliana Giambroni con quien decidió sentar cabeza. Con ella no solo tuvo dos hijos –Olivia y Milo–, sino que también decidió dar el sí y casarse. Estuvieron juntos hasta el 2015 y después se separaron. Tras un tiempo de soltería, se volvió a enamorar perdidamente. En agosto oficializó su noviazgo con Camila Cavallo y de esa relación nació Alma. Hace poco, el actor anunció que en agosto del año que viene se van a casar.

No sé si mucha gente hubiese pensado que adentro de ese galán había un tipo tan familiero...

Siempre me gustó la familia. Mis hijos son todo para mí, pero cuando estuve separado volví a hacer vida de soltero. Tampoco es que me olvidé y nunca lo recuperé. Ahora me siento muy bien y estoy superenamorado, tanto de mi mujer como de mis hijos.

¿Pensabas que una familia iba a cambiarte?

Quise mucho ser padre, y estaba muy comprometido con el tema. Después, cuando tenés a tus hijos, es increíble cómo el amor comienza a crecerte a cada segundo. Tengo un amigo que por cuestiones laborales tuvo que irse a otro país y dejar a sus hijas acá, y no sé si yo podría hacerlo. No me imagino lejos de ellos por mucho tiempo.

¿Pensás tener alguno más?

Pienso seguir teniendo hijos. Uno más, por lo menos. Por ahora no está en los planes, tal vez en seis o siete años lo intentemos nuevamente. Sé que mis hijos se van a realizar y va a seguir la familia, y algún día voy a tener nietos… Disfruto de todo eso y lo quiero seguir haciendo.

Agradecemos a Los Blanco y M51 por su colaboración en esta nota.