Paloma Herrera: “Siempre tuve los pies sobre la tierra”

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Reconocida mundialmente gracias a sus 25 años como bailarina, hoy continúa ligadísima a la danza como directora del ballet del Colón: “Lo que siempre me llenó fue el arte en sí. Me mueve más allá de si lo hace uno o lo hace otro”.

Fotos: Nicolás Pérez   

Estilismo: Sofía Pérez y Santía

Pragmática y sensible en similares y altas proporciones, Paloma Herrera tomó decisiones importantes sin titubear desde sus siete años. Construyó una carrera excepcional en la danza, a la que le dedicó su vida entera. Retirada desde hace cinco años, dirige el ballet del Teatro Colón con la misma intensidad y pasión con las que se subía al escenario. Avanza permanentemente, sin mirar atrás ni adelante (a los costados, solo de vez en cuando): en la burbuja que creó para ella misma, la que le permitió siempre ser feliz, vive día tras día.

  • Hace poco, en noviembre, se cumplieron cinco años de tu despedida y posteaste en redes sociales al respecto, ¿qué te produjo este aniversario?

Es raro. Por algunas cosas me parece como si fuera ayer, y hay otras cosas que siento que pasaron hace un montón de tiempo. Cada vez que recuerdo, estoy feliz de haber dejado en lo mejor de mi carrera y poder congelar ese momento, que va a quedar así para siempre. Cada vez que me acuerdo de mis días bailando, son siempre días de felicidad, no cansada ni diciendo “Me duele tal cosa, no quiero bailar más”. Jamás. Siempre estuve muy orgullosa de mi carrera, desde mis siete años fue una pasión tan grande… Nunca se apagó. Yo pensaba “En algún momento me van a bajar un poco la adrenalina, las ganas, la pasión, porque a todo el mundo le pasa”. Y jamás me sucedió.

  • ¿Es más difícil irte así, todavía con esas ganas?

Para mí fue superfácil. Las decisiones más importantes de mi vida fueron fáciles: irme a los 15 años a Nueva York, dejar a mi familia sin hablar una palabra de inglés, por ejemplo. Jamás lo dudé, jamás lo pensé, en ningún momento tuve ni una gota de duda. Fue rarísimo. Nunca lo viví como algo difícil. Fue la oportunidad de mi vida, mi sueño hecho realidad. Lo mismo con esto: pensé “¿Qué más lindo que dejar la carrera en el mejor momento?”. Nada la puede dañar, ya está.

  • Hablás de congelar una imagen, ¿nunca te pesó ya no ser esa que quedó fija?

No, para nada. En ese sentido, siempre tuve los pies muy sobre la tierra. No creo en idealizar absolutamente a nadie, siempre fui totalmente consciente de que yo era bailarina y una agradecida de la vida por hacer lo que amaba, pero me bajaba del escenario y era una persona común y corriente. Sabía que la carrera de bailarina era corta, y por eso la disfruté un montón en el día a día, porque era consciente de que llegaba un final y, si no disfrutaba, no podía volver atrás. Alguna gente no termina de vivir a full el día a día y después dice “Qué lástima que no disfruté tal momento”. Mi vida fue muy intensa, siempre. Sabía que no iba a estar arriba del escenario para siempre. Abajo, sigo adelante siendo la misma Paloma, viviendo con la misma intensidad, la misma pasión por lo que hago. Así como disfruté mucho siendo una estudiante y adoré ser bailarina, ahora adoro dar clases. Me llena muchísimo poder pasar el cúmulo de experiencias que he vivido. Cada etapa tiene lo suyo, no me quiero quedar colgada del pasado, jamás lo hice. Yo soy de la idea de que todos los años son positivos. Tuve momentos increíbles, pero los años pasan y yo no volvería atrás. Con la experiencia uno va ganando un montón de otras cosas, otras seguridades. No está bueno colgarse en el tiempo, porque el tiempo no para. Por más que quiera, no volveré a tener 15 años. Uno tiene que saber disfrutar, acomodarse y vivir cada etapa.

  • Tu autobiografía se llama Una intensa vida. Antes todo tu día estaba dedicado a la danza y a tu cuerpo, ¿en qué se manifiesta hoy esa intensidad?

Pienso que en lo mismo. Siempre fue muy intensa mi forma de vivir la vida, nunca fui una persona light a la que le da todo igual. Al contrario: yo ponía la vida en cada función, en cada ensayo. Y ahora pasa lo mismo: como maestra, en cada clase intento transmitir todas mis experiencias; miro a cada persona con mucho detalle, no me da lo mismo. Me encanta lo que hago, quiero ayudar a que mejoren, quiero poder transmitir. Pienso que es mucho más intensa mi vida ahora, todavía. Yo pensé que lo mío no tenía límites y por eso me retiré, decía “Necesito bajar un cambio después de una vida tan intensa, tantos años”. Como directora, me di cuenta de que mi vida intensa siguió. Además de en los ensayos y en las funciones, tengo que estar en la oficina tratando de ver un montón de cosas: el repertorio de los maestros, los repositores que vienen, la temporada, los cronogramas…

  • No bajaste ese cambio, entonces…

No lo bajé. Definitivamente no.

  • Una diferencia grande es que antes esa intensidad la ponías en algo que dependía de vos, de tu ejecución; ahora termina dependiendo de la ejecución de otro para que el cambio se cristalice…

Exacto. Es totalmente diferente, pero es muy gratificante porque nunca me molestó bajarme del escenario. A mí lo que siempre me llenó fue el arte en sí. Yo bailaba, terminaba una función que había sido muy linda y salía feliz. Pero ahora me pasa exactamente lo mismo: voy a ver funciones y si estas tienen algo de magia, me voy flotando como si hubiese bailado yo. Igual cuando voy a ver un concierto, un recital o una obra de teatro. La música me vibra. Es una sensibilidad que tenía como bailarina y que también tengo desde afuera. El arte me mueve y me llena el alma más allá de si lo hace uno o lo hace otro.

“Sabía que quería bailar, no dudé jamás y nunca tuve un plan B. Lo hice totalmente convencida”.

  • Viviste 25 años en Nueva York, pero te retiraste y volviste a la Argentina, ¿siempre supiste que tu lugar estaba acá?

Sí, la verdad que es muy loco. Mucha gente me preguntó “¿Qué hacés que te volvés a Buenos Aires?”. Yo siempre sentí que mi lugar era acá. Nueva York me dio todas las oportunidades y mucho más de lo que yo podía soñar en mi vida, soy muy agradecida a esa ciudad. Pero de alguna forma, mi corazón estaba acá. Siempre tuve mucha relación, incluso con el público: la gente acá fue supercariñosa, muy demostrativa, hasta el día de hoy siento que es muy divina conmigo. Y es un ida y vuelta, porque yo toda mi vida y toda mi carrera siempre volví. Podría haber hecho mi carrera afuera y olvidarme, tuve más mi vida allá que acá. Sin embargo, nunca perdí el contacto, constantemente venía por algún fin de semana, para ver a mi familia o a mis amigos, para algún festejo y, por supuesto, para bailar. Me parecía importante poder tener una carrera afuera y compartirla, que pudieran verme. 

  • Cada tanto circula un discurso que considera al país como un lugar del que hay que irse, pero para vos fue todo lo contrario.

Sí, yo siempre aposté por el país y, por supuesto, uno se da algunos golpes. Pero soy idealista y sigo creyendo que uno tiene que hacer su camino y dar un ejemplo. Espero que la gente lo pueda ver y acompañar. No soy de la idea de que el otro tenga que hacerlo primero para entonces yo hacerlo también. Intento hacer lo mejor y acá estoy, pongo todas las fichas y ojalá que la gente se sume.

  • ¿Creés que eso es la norma o que sos una excepción?

Siempre tengo mucha confianza. Mi idea, tal vez muy naif, es que la gente es buena por naturaleza y que todos tratamos de hacer lo mejor. Es mi burbuja. Muchos, por ejemplo, me decían que el mundo del ballet es terrible, supercompetitivo, y yo nunca lo vi de esa forma. ¿Es así? No lo sé, no lo quise ver así ni lo viví así, porque tal vez no existía eso allá o porque yo me creé este mundo donde era feliz cuando salía a bailar. Me ocupaba de lo mío, muy burbujita. Para mí lo más importante era mi trabajo, mi foco. Nunca miraba al resto. Es un poco lo que hago en general.

  • Las grandes decisiones te resultaron sencillas, los roles los tomaste de forma natural, la pandemia no te afectó demasiado, ¿hay algo que te sacuda?

Por supuesto, soy muy, muy sensible. Me parece que son dos temas diferentes. Muchas cosas me mueven porque soy muy sensible. Lo lindo lo vivo a full y feliz, y soy muy demostrativa, así como lo que me hace mal me llega y lo siento un montón. Es distinto el asunto de las decisiones: siempre, desde muy chiquitita, fui muy segura. Sabía que quería bailar, no dudé jamás y nunca tuve un plan B. Lo hice totalmente convencida. Puedo ser muy segura de los ideales que tengo, de lo que quiero en mi vida, pero soy muy sensible y todo me toca, desde lo lindo hasta lo feo. No soy de esas personas a las que todo les resbala.

  • No sos muy de mirar hacia atrás, ¿proyectás hacia el futuro?

Tampoco. Siempre viví el ahora. Cuando me preguntan cómo me veo dentro de diez años, no tengo la menor idea. Es más, cuando querían saber cuándo me iba a retirar, no tenía la menor idea. El día que lo supe, lo hice. Toda la gente tiene una especie de plan, yo no. Así fue siempre mi vida. No fui planeando a futuro, para nada, porque sé que hoy estamos y mañana no. Siempre fui muy consciente de eso. No puedo planear, no sé qué va a pasar. Hoy disfruto, mañana no sé. 

DIRECTORA

Dirigir el ballet del Teatro Colón le permitió a Paloma continuar en contacto con la danza, pero también la expuso a situaciones que antes no enfrentaba, como lidiar con críticas y con la disconformidad de alguna bailarina por el rol que le toca en algún espectáculo: «No es nada lindo, pero miro para atrás y no puedo cambiar nada. Para mí todos los bailarines son iguales y no se me hubiera ocurrido nunca pensar que alguien puede tomárselo personal. La compañía está en un nivel superbueno porque se puso a la gente que se merecía en los roles que se merecía. Creo en esa ética, en esos valores, no puedo comportarme de otra forma. Todo el mundo quiere ser Maradona, pero Maradona había uno y yo tengo que poner a Maradona. Es muy sencilla la situación. Todo está a la luz, a la vista del público, y eso es lo maravilloso que tiene el arte de la danza: las funciones siempre tuvieron críticas maravillosas y el público estaba feliz, hubo sold out siempre. Entonces, no es que podés decir ‘La bailarina salió y era un desastre, deberíamos haber elegido a otra’. Qué lástima que uno se tenga que hacer cargo de frustraciones personales, no está bueno, pero ¿qué puedo hacer? Nada. Me encantaría poder darles el rol principal a todas, pero no todas lo pueden hacer».