San Jerónimo y los comechingones

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Cada 30 de septiembre los cordobeses recuerdan a su santo patrono: San Jerónimo. Y los comechingones, a la Virgen Comunera. Una procesión los une.

Fotos: Sebastián Salguero
Texto: Fabián García

Jerónimo Luis de Cabrera fundó Córdoba de la Nueva Andalucía el 6 de julio de 1573, en un lugar diferente al que le habían encomendado. En los primeros años, San Jerónimo compartió el título de protector espiritual de la ciudad con la Virgen de la Peña de Francia, y con los años quedó solo. Nadie sabe a ciencia cierta por qué sucedió eso. Algunos dicen que se debe a que el santo llevaba el mismo nombre que el fundador y desde el principio, los 30 de septiembre, por directiva del propio Cabrera se festejaba la fecha a lo grande. San Jerónimo nació en el territorio de la actual Croacia y es recordado como el hombre que tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Era un culto personaje que vivió entre los siglos IV y V de la era cristiana, que hablaba varios idiomas y tenía un humor de perros.

 

La procesión recorre las calles del barrio Alberdi.
Preparativos de “los negritos” que simbolizan y representan a los esclavos bailarines que veneraban las imágenes religiosas con danzas y cantos.
La misa oficial, previa a la procesión, oficiada por el cura Horacio Saravia, quien reivindica el ritual de la procesión de la virgen luego de más de 100 años de prohibición.

Su nombre identifica al primer cementerio de la ciudad, levantado en una parcela de tierra donada por un comechingón, Lino Acevedo, en el pueblo de La Toma (hoy barrio Alberdi). No debiera ser tan extraño si se tiene en cuenta que la ciudad fue levantada en territorio comechingón y los aborígenes de esta comunidad habían sido confinados en aquella zona, el lugar desde donde se “capturaba” y distribuía el agua del río Suquía. Más allá de la cosmovisión de los pueblos originarios, los españoles los convirtieron al catolicismo y los “chistosos” comechingones –se afirma que tenían muy “buen humor”– adoraban a una imagen de Nuestra Señora del Rosario que con el tiempo pasó a denominarse Virgen Comunera.

Imagen de San Jerónimo, patrono de la ciudad de Córdoba, en el escenario donde se realizará la misa.

Los comechingones y los negros esclavos la sacaban en una procesión muy singular, ya que, junto a los rezos, cantaban y danzaban. La imagen de la virgen partía desde los ranchos que estaban detrás del cementerio hasta la confluencia del arroyo La Cañada y el río Suquía, hoy uno de los márgenes del centro cordobés, en donde una vez concluido el rito religioso, seguía una fiesta con comida, bebida y baile. Aquella procesión fue prohibida en 1909.

Una niña de una escuela del barrio espera el inicio de la misa y la procesión frente a la iglesia del cementerio.

La peregrinación de estos tiempos retoma aquella tradición y, a la vez que visibiliza a un pueblo ocultado como el comechingón, recuerda al protector de una ciudad que no debía ser fundada donde se fundó.

Este reportaje integra el proyecto “Celebremos, festividades populares de Córdoba” en conjunto con la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba.

 

SEBASTIÁN SALGUERO

Fotoperiodista nacido en Río Tercero, Córdoba. Estudió Fotografía en la Escuela de
Artes Aplicadas Lino E. Spilimbergo. Recibió numerosos premios. En la actualidad, ejerce de manera freelance, colaborando para editoriales y medios gráficos, agencias nacionales e internacionales. Es docente en el Centro de Estudios Fotográficos,
de Córdoba, e integra el equipo de Fedimages.
www.sebastiansalguero.com.ar