El aire fresco que salió de la villa

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La voz de Mayra Arena se destaca cada vez que aparece en los medios, porque habla desde y para un sector que no suele tener representantes allí: los pobres. 

Foto: Pato Pérez

Todavía conserva cierto pudor al mencionar su trabajo: es community manager, asesora a empresas en temas vinculados con la responsabilidad social, tiene una columna quincenal en radio y es convocada eventualmente por distintos medios como analista política. Un trabajo siempre significó, para ella, su familia y sus amigos de la villa, salir de casa limpio y volver sucio, habiendo puesto el cuerpo en tareas extenuantes. Su ambición, el esfuerzo y unos cuantos golpes de suerte le permitieron a Mayra Arena modificar su realidad y salir de la pobreza. Con los años se transformó en una especie de representante de los pobres, un sector que no suele tener voz propia en los medios y con el que, aunque ya no pertenece directamente, conserva contacto cotidiano gracias a su militancia.

A los siete años supo que era pobre. La echaron de la escuela y su familia la inscribió en otra a treinta cuadras: “En un lugar como Bahía Blanca, son varias clases sociales de distancia”, explica.

A los trece, quedó embarazada de Joaquín y dejó el colegio. En el contexto en el que vivía, ser madre a esa edad no era un acontecimiento extraordinario. Una tarde, pasaron por su casa unos promotores de salud enviados por la municipalidad, quienes le explicaron los problemas respiratorios que ocasionaba la cloaca a cielo abierto con la que convivían. Ella y todos los que conocía siempre habían tenido asma o inconvenientes similares, y decidió que no quería lo mismo para su hijo, entonces de tres años. 

“Si no fuera por eso, no me habría ido nunca de la villa, porque no estábamos mal. Eso es lo que cuesta tanto entender para los que son de afuera: mi concepto de vivir bien no es necesariamente el de otros. Yo en mi rancho tenía un muy buen equipo de música y era feliz con eso. Mi concepto de estar mejor era tener eso y no necesariamente hacerme el piso, por ejemplo”, cuenta. Irse de la villa no fue sencillo, porque el costo de vida afuera se multiplicó, mientras que los ingresos no. Volvió a la villa durante un tiempo, en la que considera la etapa más difícil de su vida, hasta que consiguió trabajo como empleada cama adentro en casas de gente de clase alta.

Mientras trabajaba, estudió para ser depiladora, un oficio al que se dedicó durante un par de años. En marzo de 2018 publicó en su cuenta de Facebook el texto “El beneficio de ser pobres”, donde repasó parte de su vida y la comparó con la marginalidad que vivió su madre. Se viralizó y comenzaron a convocarla de diferentes medios, aunque ella aceptó las invitaciones a cuentagotas.

Unos meses después, dio una charla TEDx llamada “¿Qué tienen los pobres en la cabeza?”, que también se hizo viral, y terminó de instalarse como una referente en la temática. La gente con la que se encontró en el camino (un novio “cheto”; un señor mayor al que cuidaba y quien le recomendaba libros; aquellos promotores que pasaron por su rancho cuando Joaquín era chico; entre otros) y su propia lucidez y avidez por aprender le permitieron identificar los resortes que explican las conductas y necesidades propias de la pobreza para ponerlos en discusión.

La popularidad le permitió acceder a lugares y personas que de otro modo hubieran sido inalcanzables, y eso la ayuda a obtener recursos para abordar problemáticas junto a la organización con la que milita en el conurbano bonaerense. Haber vivido la pobreza le da autoridad para hablar de ella sin contemplaciones ni eufemismos, pero también sin caer en el exotismo, en el paternalismo ni en prejuicios. Continuar en contacto con la pobreza, a pesar de ya no vivirla, le posibilita actualizar conceptos y teorías.

“Tengo un poco de los dos mundos. Si hay algo que me dio ventajas para poder salir de la pobreza, fue no llevarla en la cara y haber tenido un solo hijo en su momento. También que siempre acepté el trabajo como única salida y el estudio como herramienta, más allá de que arranqué tarde a estudiar. Por eso les caigo tan bien a clases medias que no comprenden la villa o que no comparten muchas de mis ideas. Teorizo y conozco bastante el paño, entonces se me da mucha pelota. Comprender la raíz te ayuda a atacar los problemas. Si no, muchas veces se ataca el síntoma y no la raíz de los conflictos”, concluye.