Fiestas con padres separados

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Las fiestas suelen ser particularmente difíciles para los chicos cuyos padres se han separado recientemente. Cómo transitar estas fechas haciéndolos sentir queridos y respetados. 

Las primeras fiestas luego de un divorcio o una separación son complicadas para todos los integrantes de la familia: ya no las vivirán como lo hacían antes, sino que se deberán adecuar a una nueva realidad. Y en el caso de los hijos, dependerá de que los padres se pongan de acuerdo y programen todo con anticipación, de manera de no dejarlos en el medio de posibles conflictos. 

Muchos optan por que pasen el 24 con uno y el 25 con otro, y que ello se alterne cada año a fin de que ambos progenitores disfruten a sus hijos durante esas fechas y reformulen las viejas tradiciones.

No obstante, al principio no será un camino fácil para comenzar a andar. Así lo explica la psicóloga María Delfina Ferrante: “Los primeros eventos y las primeras fiestas luego de una separación serán los más difíciles, y seguramente no marquen cómo van a ser de allí en más, ya que es un momento de transición hasta que se vuelva a encontrar una ‘normalidad’ de cómo se pasan las fiestas en la familia; es como volver a construir una nueva forma con otra dinámica familiar”.

Una vez que los papás resuelven en qué fechas estarán los chicos con cada uno, el paso siguiente será transmitírselo de la forma más natural, segura y concisa posible, cuidando cómo y qué se dice.  

“A partir de los 13 años, se respeta literalmente lo que el chico quiere, esto significa que los chicos tienen derecho a ser oídos”.
Laura Alejandra Vasconcelo

“El cuidado del chico parte siempre de los adultos, y son los adultos los que muestran algo que el niño puede interpretar para sentirse de tal o cual manera. Por lo tanto, no está bueno que vea que uno de los padres se muestre triste porque él se va o porque de alguna manera lo está dejando por el otro padre, porque se ubica al niño en la situación incómoda de tener que elegir o abandonar cuando realmente no es así. Tampoco hay que hacer una fiesta porque se va, como que no hiciera falta en nuestras vidas; hay que ser cuidadosos con lo que se le demuestra en esos momentos”, destaca la especialista.

De ahora en más, en cada festejo uno de sus papás no estará físicamente con sus hijos, pero si hay buena voluntad de las partes, los chicos podrán recibir su afecto a través de una llamada telefónica después de las 12, una visita corta o cualquier alternativa que ayude a atemperar esa ausencia.

SIN ACUERDO POSIBLE

Si la disolución de la pareja ha sido reciente, no es raro que sus miembros al comienzo se lleven mal y no logren ponerse de acuerdo en nada, lo que comprende festividades, cumpleaños de padres, hijos, abuelos, vacaciones, entre otros.

Por esta razón, la abogada Laura Alejandra Vasconcelo, especialista en Derecho de Familia, resalta la importancia de que estos temas estén incorporados a un régimen de visitas homologado por la justicia: “Aunque desde el año 2015 la patria potestad compartida es la ley, excepto en casos graves o puntuales –indica–, este siempre es un tema traumático, porque siempre un papá falta; el chico no internaliza que están separados y entonces resulta muy complejo para ellos. Por eso, si bien la tendencia es que traten de resolverlo los padres solos, si ello no fuera posible, se da lugar a la intervención del juez”.

“Hay que tener la paciencia y el respeto con ese otro que sufre una decisión que no es propia y nunca enojarse”.
María Delfina Ferrante

En estos casos, la opinión del niño, dependiendo obviamente de su edad, es atendida por los magistrados. “Existe lo que se conoce como ‘autonomía progresiva’ respecto al derecho de los niños a ser oídos y a la capacidad que tienen de tomar sus propias decisiones. Esto determina que a mayor edad, el niño tiene más capacidad de poder expresarse y que esa expresión o ese deseo son propios –no inducidos–. A partir de los 13 años, se respeta literalmente lo que el chico quiere, esto significa que los chicos tienen derecho a ser oídos y a que los padres concurran a una audiencia en donde los jueces, de acuerdo con lo que escuchan de los hijos y de la situación familiar concreta, dispongan con quién pasarán las fiestas”, explica Vasconcelo.

En esto coincide Ferrante: “Esas decisiones tienen que venir del lado del adulto, pero si no se ponen de acuerdo y no pueden comunicarle al niño una decisión clara y tomada, entonces es válido consultar con él qué es lo que desea. Él tiene derecho a ser escuchado y quizás así se acaba el conflicto; igualmente hay que evitar generarle una presión o hacerle sentir que él tiene que decidir, sino que es considerado y respetado”.

SUGERENCIAS SALUDABLES

• En el caso de que la separación se haya dado en buenos términos y los ex decidan pasar las fiestas juntos, la psicóloga advierte: “A veces esto puede ser más confuso que beneficioso, porque es bueno conservar la idea de familia, pero no la idea de pareja. Hay que tener cuidado de los recursos y las capacidades que posea el chico para comprender, y también tener en cuenta si hay hermanos, porque no todos van a vivenciar las cosas de la misma manera”.

• También puede ocurrir que los padres se pongan de acuerdo con quién pasará el chico cada festividad, pero que este se rehúse a ir con uno de ellos. Ferrante dice que “si el niño manifiestamente no quiere ir, dependiendo de la edad o del porqué de sus argumentos, los padres decidirán si es pertinente o no, porque a veces los chicos expresan cosas sin decirlas y es importante estar atentos a esto. Siempre hay que escuchar al niño, y si bien las decisiones no pasan por él, es válida la pregunta ‘¿Por qué no? ¿qué pasa?’”.

• Los hijos adolescentes constituyen un tema aparte. “El problema más frecuente con los adolescentes es que suelen no hablar, y entonces es más difícil interpretar lo que les está pasando, por lo tanto, estamos obligados doblemente a invitarlos a conversar y a considerar su palabra”, explica la terapeuta, y agrega: “La adolescencia es un momento donde las autoridades parentales empezarán a ser cuestionadas, y entonces los límites van a tener mayor necesidad y mayor fuerza; no es lo mismo que un adolescente diga que no quiere ir porque prefiere quedarse jugando a la Play, a que diga que se siente incómodo, no tiene ganas o está cansado. Hay que indagar para ver qué pasa y darle lugar y un marco de contención”.

NOCHE DE AMOR Y DE PAZ

En estas fechas son muchos los sentimientos que puede experimentar un chico cuyo mundo familiar sufrió cambios drásticos que seguramente serán definitivos. Por este motivo, la psicóloga María Delfina Ferrante sugiere que “hay que ejercitar la tolerancia y el respeto al otro en esto de los tiempos; no hay que forzar, no hay que enojarse porque no puede haber lugar para el enojo si el niño está un poco triste o enojado o no se comporta del todo bien, porque seguramente no está del todo bien; se juega en ese mismo momento la alegría y la tristeza, y seguramente cada niño lo va a atravesar como pueda. Por eso, hay que tener la paciencia y el respeto con ese otro que sufre una decisión que no es propia y nunca enojarse, porque a veces los adultos nos enojamos cuando nosotros mismos vemos que no sabemos qué hacer con esto”. 

DE A POCO

“Las primeras fiestas luego de una separación van a ser difíciles y seguramente no marquen cómo van a ser de allí en más, ya que es un momento de transición hasta que se vuelva a encontrar una ‘normalidad’ de cómo se pasan las fiestas en la familia”, explica la licenciada María Delfina Ferrante.