DE RECORRIDA  POR EL CIELO

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El astroturismo viene ganando terreno como actividad para disfrutar, ya sea en “salidas de campo” o bien visitando centros astronómicos o planetarios. Una invitación que seduce a públicos de todas las edades. 

Foto: Istock

Podría ser tranquilamente una escapada por Malargüe, al sur de Mendoza. O una incursión por el Parque Nacional El Leoncito, en San Juan. Destinos, ambos, que se disputan y con razón la distinción de ser el cielo más oscuro de Latinoamérica. 

Pero también podríamos recalar en Bosque Alegre, a pocos kilómetros de Villa Carlos Paz, en Córdoba. O en Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires, donde habrá motivos de sobra para elevar la mirada al cielo y asombrarse. 

El llamado “astroturismo” viene ganando terreno en la Argentina, y también con ello abriendo nuevos destinos que quizás antes no figuraban dentro del radar de los viajeros. Uno de sus grandes impulsores es Walter García, astrónomo y director del grupo El Firmamento, quien señala que es creciente el interés de las personas por “comenzar a levantar un poco la cabeza y ver un poco más qué tenemos arriba”. Lo interesante de El Firmamento es que reúne a amantes de la astronomía, tanto profesionales como aficionados, no solamente para compartir conocimientos, sino también para organizar actividades, como las salidas astronómicas y las Star Parties, donde reúnen a amantes de los astros, ya sea virtual o presencialmente, o una combinación de ambos, para compartir experiencias.

LA NOCHE DEL ECLIPSE

Esta actividad –hasta no hace mucho tiempo, una simple afición para pocos– ha pasado a convertirse en un nuevo motivo para hacer turismo.

El caso más claro de esta nueva movida tuvo lugar el 14 de diciembre de 2020, cuando una generosa franja de la Patagonia fue la bendecida por los cuerpos celestes para convertirse en el lugar ideal de todo el planeta para contemplar lo que fue el último eclipse total de sol. ¿La consecuencia? En plena pandemia se llegó a una ocupación hotelera del 100 por ciento en Las Grutas y 50 por ciento en Bariloche, además de un flujo inusual en otros destinos de Neuquén, como Piedra del Águila, Aluminé y Junín de los Andes, entre muchos otros. 

Se calcula que unas 100 mil personas llegaron a esa zona, que funcionó como un oasis en medio del desierto. Los entendidos aseguran que de no haber habido una pandemia, esa cifra se podría haber multiplicado varias veces, incluso con turistas extranjeros.

EXPERIENCIAS

Al hablar de “astroturismo”, el astrónomo de la Universidad Nacional de Córdoba Guillermo Goldes plantea la distinción entre lo que implica visitar una instalación de un observatorio astronómico o bien realizar una excursión a campo abierto. “Son dos experiencias distintas, no es que una sea mejor que la otra; pero tenemos que estar preparados para lo que vamos a ver”, puntualiza. 

En su provincia, el destino “cantado” es el Observatorio Astronómico de Bosque Alegre, en la serranía cordobesa, donde es posible hacer observaciones con los instrumentos ahí provistos y luego llevarse el registro del material en un soporte digital.

Algo parecido, agrega, se puede hacer en el Complejo Astronómico El Leoncito, de San Juan, donde las condiciones son muy superiores, según señala Goldes. “Es, sin dudas, el observatorio astronómico más importante del país, enclavado dentro de un parque nacional”, describe, y cuenta que uno de los grandes aciertos dentro de esa geografía protegida es que hicieron una reserva de un área donde no puede haber luz artificial, lo cual garantiza las mejores condiciones para la observación del firmamento.  

“Ahí, en la precordillera sanjuanina, está probablemente el cielo más oscuro que se puede contemplar en el país. Y lo digo luego de haber andado por varios puntos”, asegura el especialista. Lo interesante es que en esas instalaciones es posible hacer observaciones con algunos de los telescopios profesionales cuando no están siendo ocupados por los investigadores.

De igual modo, la experiencia también puede ser muy rica cuando se llevan a cabo visitas de campo: recorridas nocturnas para ver las estrellas, con los pies en la tierra.

El creciente entusiasmo por este tipo de actividades ha conducido a que nazcan muchos emprendimientos en todo el país. “Pequeñas o medianas empresas de turismo que organizan estos tours, algunos con muy buena calidad, otros con pura buena voluntad”, advierte el astrónomo. “Al no ser todavía una actividad que esté catalogada o validada oficialmente, lo ideal en estos casos es aprovechar las recomendaciones y el boca en boca, para luego evitar decepciones o charlatanes”, aconseja.

De cualquier modo, las salidas de campo son más bien experiencias para el público general, menos avezado en estas ciencias, pero más proclive a dejarse sorprender por la belleza de un firmamento profundo que no se ve desde las grandes ciudades y al que no está acostumbrado.

No se trata de algo muy distinto a aquello que hicieron nuestros ancestros, hace miles y miles de años, cuando levantaron la cabeza y se sintieron sobrecogidos por el espectáculo celestial. Al fin y al cabo, los humanos de hoy seguimos dejándonos maravillar por lo mismo. 

DESTINOS  

En su sitio oficial, el Ministerio de Turismo de la Nación destaca los siguientes destinos:

• Ruta del Cielo en San Juan, incluyendo el Parque Nacional y Centro Astronómico El Leoncito (Calingasta), el observatorio Félix de Aguilar (Chimbas) y las Sierras Azules de Zonda.

• Observatorio Ampimpa. Tucumán.

• Campo del Cielo – Piguen N’Onaxa. Gancedo, Chaco.

• Observatorio Astronómico Pierre Auger. Malargüe, Mendoza.

• Capilla del Monte, Córdoba.

• Planetario Galileo Galilei. Ciudad de Buenos Aires.

• Parque Provincial Salto Encantado. Aristóbulo del Valle, Misiones.

• Planetario Municipal Janaxpacha Huasi. Aconquija, Catamarca.