Grandes mujeres, activistas por naturaleza

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Desde el barrio, en el medio del campo o detrás de un escritorio, las mujeres lideran la defensa del ambiente y del bienestar de sus comunidades.

Miles de mujeres en todo el país llevan adelante iniciativas en defensa del planeta. Están convencidas de que el mundo podría cambiar si se cuidaran mejor los hábitats, se controlara a las empresas que contaminan, se crearan las condiciones necesarias para que la flora y la fauna reclamen el lugar que les corresponde. De esa forma, sería posible tener un medioambiente más sano para todos. 

Breves historias de tres grandes mujeres:

MARINA HARTENEK

Marina Hartenek es la presidenta de la Fundación Vida Silvestre Argentina, y siempre estuvo enamorada de los animales, en especial, de la fauna silvestre. Estudió Veterinaria en la Universidad de Buenos Aires, pasó por la Microbiología, tuvo un servicio de internación de animales y cursó en la Escuela de Naturalistas de Aves Argentinas. Se cruzó con la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) cuando el campo de su familia en las sierras de Córdoba se unió a la Red de Refugios de Vida Silvestre de la organización.

Con la crisis del 2001 sintió que debía hacer algo más para la reconstrucción de la sociedad. Así fue como ingresó al Consejo de FVSA. Mientras seguía con el proyecto de la reserva y comenzaban a recibir turismo ahí, entre otras actividades, fue oyente, vocal, tesorera y secretaria de la fundación. Desde 2016 la preside. 

“He trabajado en bancos y de guía de turismo, pero mi pasión es la naturaleza y siempre vuelvo y pongo toda mi energía vital en eso. Ahora también estoy en la Comisión Directiva de la Red Argentina de Reservas Naturales Privadas”, explica a Convivimos y señala diferencias entre hombres y mujeres, estas con una mirada menos lineal y teniendo en cuenta el contexto emocional.

Destaca que la mujer “es la que es sensible a los procesos vitales. En temas que tengan que ver con la salud, las primeras que alertan son las mujeres”.

“Para mí, es muy importante que el equipo esté trabajando de forma armoniosa, que cada puesto esté cubierto y hacer un plan estratégico desde las bases”, expresa Harteneck, y relaciona esa característica con la mirada femenina. “Somos más detallistas y más pacientes con los procesos”, concluye.

VITA AYLLON

Esta es la historia de Vita Ayllon, pero se podría contar la de Sofía Gatica, quien recibió el Premio Medioambiental Goldman en 2012, la de Marcela Ferreyra, la de Norma Herrera o la de tantas otras integrantes del Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó Anexo. Cada una es la fuerza del grupo.

Como ella misma dice, “es una historia larga” que empieza en 2002 cuando los vecinos del barrio ubicado al sudeste de la ciudad de Córdoba notaron que eran varios los casos de leucemia en la zona. Las trece mujeres de entonces comenzaron a reunirse e informarse, y descubrieron que en el tanque de agua del barrio había plomo, cromo, arsénico y endosulfán, pero la fuente de la contaminación estaba en el campo.

“Éramos amas de casa, mujeres comunes. Ahí empezamos a entrar al campo para impedir las fumigaciones, denunciando. Luego de eso, nos movilizamos en la calle”, relata Ayllon, quien vive a 50 metros de donde se sembraba soja.

El grupo relevó casa por casa, logró que se declare al barrio en emergencia sanitaria y que se hicieran estudios de suelo, aire y agua, se reunió con productores y con el INTA. Finalmente, en 2012 llegó el juicio que ordenó el cese de las fumigaciones.

“No te podés imaginar la lucha que fue y sigue siendo. Cuando la soja era la salvadora del mundo, nosotras éramos las locas que estábamos en contra”, recuerda Ayllon, y asegura que el desafío hoy es concientizar. “Esto pasa en el Barrio Ituzaingó y pasa en toda la Argentina. Estamos luchando por nosotros y por los demás”, asegura.

Además de dar charlas en colegios y universidades, el grupo está en el proceso de escribir su historia “para que quede, para otras mujeres, para que no les digan ‘Son amas de casa, no saben’”. “No, sí sabemos y somos capaces, y a los derechos hay que pelearlos desde el lugar que sea”, resume.

SOFÍA HEINONEN

Sofía Heinonen es directora ejecutiva de la Fundación Rewilding Argentina. Dice que los campamentos en la naturaleza que hacía con su familia de chica marcaron su vocación, pero fue a los 16 años cuando ese amor pasó a la acción, cuando asistió a una charla de la FVSA en su colegio donde buscaban voluntarios que trabajaran para fomentar la creación de áreas protegidas. 

Con 17 años ya mandaba cartas a funcionarios provinciales y organizaba viajes para ayudarlos a identificar qué lugares necesitaban protección. Ese trabajo continuó como pasante de la Administración de Parques Nacionales (APN). Se recibió de bióloga, se casó y se instaló en Iguazú junto a su marido para abrir una oficina de APN para el Nordeste. Allá tuvo dos hijos mientras viajaba por toda la región en una época donde ver a una mujer trabajando en el campo no era habitual.

El destino quiso que Douglas y Kristine Tompkins, de la Conservation Land Trust Argentina, estuvieran trabajando en los Esteros del Iberá. En 2004 Heinonen ya estaba separada, con sus hijos recibiendo educación a distancia, cuando empezó a trabajar en esa fundación, la que luego se convirtió en Rewilding Argentina.

“Con los Tompkins abrí mis estrategias y fuimos hacia una visión económica de desarrollo de destinos turísticos, de trabajo con las comunidades involucrándolas en una economía regenerativa y de traer de vuelta las especies que se extinguieron”, relata a Convivimos.

Sobre su experiencia en el campo, comenta que “mucha gente tiende a ayudarte si sos mujer. No sé si es por caballerosidad o por parecer más débil. Hay menos barreras para relacionarse”, y destaca la capacidad femenina de gestión y de articulación para coordinar equipos.

“Como Rewilding Argentina, somos 50 y 50 en el equipo, pero las mujeres cumplen roles de gestión y coordinación más que los hombres. Por suerte, las mujeres hoy están con muchas ganas de trabajar y cambiar la realidad en el territorio. Se necesitan más mujeres así”, reconoce orgullosa. 

HACKEANDO EL SISTEMA

No son pocas las emprendedoras que se destacan en el camino de la sustentabilidad. Una de ellas es Ornella Basilotta, quien se define como diseñadora de triple impacto, emprendedora y hacker de la industria de la moda. Desde Fracking Design, junto a sus hermanas, fabrica accesorios de marroquinería con residuos de bolsones plásticos contenedores de arena que descartan las petroleras en Vaca Muerta. Ya llevan reciclados más de 9000 metros de arpillera plástica, equivalentes a 25.000 KgCO2eq.