Proyecto Vaquitas: conocer y conservar

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En nuestro país, un grupo de profesionales y estudiantes impulsa una iniciativa para mapear a estos insectos amenazados y trabajar en su conservación.

Dicen que traen buena suerte, que son mensajeras de buenas noticias y hasta que cumplen deseos cuando se posan sobre alguien. Las vaquitas de San Antonio, mariquitas o catarinas son coccinélidos, del grupo de los coleópteros. Tienen un par de alas delanteras que conforman una armadura rígida protectora del tórax y el abdomen. Las hay de varios colores y tamaños, y llegan a vivir hasta un año. 

Otro dato que tenemos de estos insectos es que están en peligro y que la biodiversidad de sus especies nativas está disminuyendo. 

“Hay un declive en las poblaciones de vaquitas de San Antonio”, asegura a Convivimos la bióloga Florencia Baudino, becaria postdoctoral del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), con base en Bariloche.

“Como todos los insectos, las vaquitas son ectotermos, es decir que no pueden regular su temperatura corporal. Son muy afectadas por las condiciones climáticas externas. Y también hay otros factores como el cambio climático, la pérdida de hábitat, la contaminación y los plaguicidas que provocan una gran disminución de insectos en general”, continúa Baudino.

En la Argentina se registraron más de 160 especies de vaquitas, de las cuales el 21 por ciento no se encuentra en otras regiones del mundo. La mayoría son controladoras biológicas: su principal alimento son los pulgones, pero también hay especies que comen cochinillas algodonosas u hongos que pueden atacar a los cultivos. Hay un solo género poco abundante, la epilachna, que se alimenta de plantas, pero el resto les brinda protección.

Baudino fue una de las profesionales que inició el Proyecto Vaquitas en 2019, junto con su directora Victoria Werenkraut, también investigadora del Inibioma. Estaban estudiando una especie de vaquita invasora y su efecto en las nativas, de las que todavía se conocía muy poco: la harmonia axyridis o vaquita asiática multicolor (VAM), que había sido detectada en Bariloche. 

El Proyecto Vaquitas, conformado por becarios e investigadores de Argentina y Chile, busca ahora mapear la distribución de las diferentes especies para evaluar el impacto que tienen unas sobre otras y desarrollar planes de conservación para los coccinélidos autóctonos.

Es un proyecto de ciencia ciudadana: cualquier persona puede enviar una foto de una vaquita por WhatsApp al +5492944239168, por mail a [email protected] o bien mediante la aplicación Argentinat.org con los datos de dónde fue encontrada. Hasta el momento, tienen unos 20.000 registros.

Recibir fotos de diferentes partes del país en distintos momentos del día desde diversos climas es lo que hace único al registro. En esta primera parte, el proyecto ya consiguió datos inéditos, como la identificación de la VAM en Esquel en 2021.

“Descubrimos, por ejemplo, que hay siete especies que no estaban registradas en la Argentina”, señala Baudino, que es una de las personas que contesta los mensajes, y agradece y reconoce el entusiasmo de los participantes.

LAS INVASORAS

La VAM fue introducida en Mendoza en 1986 como controladora de pulgones de duraznero y tiene una alta capacidad dispersiva a través del vuelo, de entre 100 y 200 kilómetros por año. En 2001 fue vista en la provincia de Buenos Aires, en 2004 llegó a Santa Fe y en 2008 a Neuquén. Algo parecido sucedió en Europa y Norteamérica, donde se descubrió el gran impacto que tiene en las poblaciones de las vaquitas nativas. 

“Vimos que generaba un grave declive en las poblaciones, ya sea por competencia por los recursos alimenticios o de hábitat para reproducirse, o porque se comen los huevos y las larvas de las vaquitas nativas”, subraya Baudino. 

A fines del verano, cuando buscan alimento para pasar el invierno, pueden consumir frutas maduras y succionarlas, generando manchas y reduciendo su valor. También afectan a la industria vitivinícola cuando en la cosecha se agrupan en uvas destinadas a la producción de vino. 

Además, tienden a acumularse en los edificios durante el otoño y el invierno, y exudan un líquido amarillo de olor desagradable. Incluso pueden llegar a morder a las personas cuando no tienen alimento.

DESDE LA ESCUELA

El Proyecto Vaquitas viaja por el país dando charlas y talleres junto al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Administración de Parques Nacionales, con el subsidio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, el Conicet y la National Geographic Society.

Uno de los lugares que visitó fue la Escuela N° 85 Brigadier General Juan Facundo Quiroga de San Carlos, Tucumán. Ahí, en la plurisala de 4 y 5 años conocieron a Gabriela Pacheco, maestra única del jardín de infantes de esta escuela rural.

“Nuestro proyecto de ciencias en el 2021 fue el Proyecto Mariquitas. Encontramos un día en el patio del jardín mucha cantidad de mariquitas, también adentro de la sala y en las ventanas. A partir de ahí empezamos a estudiarlas”, relata Pacheco a Convivimos.

El proyecto se retomó en 2022 con el nombre “Mariquitas Recarga2” y, ya en contacto con el Proyecto Vaquitas, empezaron a indagar también sobre la VAM. Como resultado, realizaron uno de los ocho mejores trabajos de la provincia y desde entonces difunden por todos los medios posibles la importancia de conservar a este insecto autóctono.

“Cada dos meses vamos a hacer un monitoreo de las vaquitas que están en nuestro jardín y mandaremos la información”, comenta Pacheco, quien asegura que el tema fascina a los más chicos y resalta la importancia de que la escuela los acerque a la naturaleza desde edad temprana para “tener conciencia de su importancia”. 

“El próximo paso es generar estrategias de conservación, crear las condiciones para que las poblaciones de vaquitas nativas puedan prosperar. Y no traer nuevas especies que tengan el potencial de ser invasoras, como ya pasó con la VAM”, resume, por su parte, Baudino. 

¿DÓNDE ESTÁN? 

Las vaquitas adultas pueden encontrarse en cualquier momento del año, pero al aire libre se las ve más entre septiembre y marzo. Son abundantes a comienzos del verano y es más probable verlas los días cálidos, no muy húmedos, con poco viento y soleados. Algunas especies pasan el invierno dentro de las casas en grupos grandes, generalmente cerca de las ventanas. El mejor lugar para buscarlas son las flores silvestres y las ramas bajas de los árboles, especialmente si tienen pulgones o cochinillas.