La rebelión de Clay

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Osvaldo Wehbe.

Osvaldo Wehbe
Periodista y relator deportivo.

En el viejo y glorioso diccionario, la definición de “rebelarse” es sublevarse y resistirse.
Hay centenares de ejemplos en la historia del mundo en donde las rebeliones sirvieron para borrar injusticias, para devolverle a la gente aquello de lo que había sido desposeída y demás. Rebeldes hay. Siempre. Y según la mirada de los otros, esa rebeldía parecerá justa o no. Con causa o sin ella.
Hay una en especial que nos tocó vivir: la negativa del boxeador Cassius Clay, ya en ese momento Muhammad Ali, a integrar el ejército norteamericano. Arrastraba en su postura la no participación en la guerra de Vietnam.
Para los más jóvenes, es bueno contar que Clay fue, para muchos, el mejor boxeador de todos los tiempos. Que ganó el título mundial de los pesados en febrero de 1964 derrotando a su compatriota Sonny Liston, por nocaut técnico, en Miami. Que su récord final fue de 56 victorias y 5 derrotas entre el 60 y el 81, con la salvedad de la suspensión por su “rebeldía” entre el 67 y el 70.
Antes de ser profesional, a los 18 años, fue medalla de oro en la categoría de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, expresando que “desestimaba el premio por el repudio que le provocaba el racismo”.

En 1964, después de coronarse campeón del mundo de los pesados, se identificó con su fe musulmana, se cambió el nombre, adhirió a la Nación del Islam y enfrentó los poderes más conservadores de los Estados Unidos al negarse a combatir en la guerra de Vietnam.
Cassius Clay nació el 17 de enero de 1942, y las crónicas de su época de campeón cuentan: “Para principios de 1964, Clay tenía opiniones fuertes acerca del racismo en los Estados Unidos”.
Entre idas y vueltas contra las autoridades y la negativa a ser reclutado durante 1966, el 28 de abril del 67, Clay o Ali fue suspendido y la Comisión Atlética de Nueva York le quitó el título y la licencia. El 20 de junio, al seguir en rebeldía, fue condenado a cinco años de prisión por un tribunal de Houston.
Ali siempre pensó en que volvería a los cuadriláteros. Logró alguna libertad condicional bajo fianza y empezó a viajar por el país, pregonando su idea anti guerra de Vietnam. Una buena parte de la sociedad comenzó a entenderlo.
En 1970, un juez de Texas consideró que la sanción a Clay era arbitraria, y la misma comisión que lo había despojado le devolvió la licencia.
La segunda pelea después de su vuelta fue ante el argentino Oscar Bonavena.
Sus luchas posteriores ante Frazier y Foreman fueron memorables.
Muhammad Ali falleció el 4 de junio de 2016 a los 74 años de edad, en un hospital de Arizona.
Había pasado mucho tiempo desde su aparición, su gloria, su rebeldía y su regreso.
Hoy, a la distancia, contamos aquella resistencia al sistema del más grande boxeador de todos los tiempos. Cada uno de los lectores evaluará si su causa fue justa o no.
Él estaba convencido. Y no era cuento.

Ilustración: Pini Arpino