Fangio: “El superhombre”

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Ha pasado mucho tiempo. De esos años en que a las figuras mundiales, en el ambiente que fuera, las veíamos solo en fotos, escuchábamos de ellas en la radio o simplemente las conocíamos a partir de los comentarios de nuestros mayores.

Políticos, actores o deportistas tenían una mezcla de realidad y leyenda, de verdad y mito, que, a la distancia, nos hace vernos inocentes, pero, a la vez, llenos de imaginación.

Fangio. Ese fue un apellido que salía de la boca de nuestros papás y sus amigos, y era tanta la admiración que acompañaba a la explicación que Fangio nos parecía un superhombre, un héroe de historieta, un campeón de campeones. Y era así nomás.

Hace ya varios años que Fangio no está entre nosotros. Partió en un bólido hacia el cielo el 17 de julio de 1995, tenía 84 años.

Había nacido en Balcarce el 24 de junio de 1911. Cuando uno cuenta con la suerte de pasar por su ciudad natal y detenerse un ratito en el museo del lugar, el asombro no tiene límites. Porque a lo contado por nuestros abuelos, padres y afines, uno le suma el contacto con las máquinas, las crónicas de la época, las fotografías y el testimonio de los vecinos sobre el más grande campeón de automovilismo de la historia para muchos.

Juan Manuel Fangio tuvo al mundo a sus pies. A ese mundo deportivo que hoy a nivel fierros nos parece tan lejano.

Y uno piensa en aquel tiempo –unos ocho años– cuando el planeta, al abrir un diario, leía con asombro que un argentino mandaba en un ambiente tan difícil y competitivo.

Salvo algún momento de nuestro fútbol, no hubo predominio igual de lo nuestro en deportes populares como ocurrió con Fangio entre el 50 y el 58.

El Chueco fue campeón en el 51, 53, 54, 55 y 57. Campeón del mundo de la Fórmula Uno. Con máquinas diferentes, con marcas rutilantes. Corrió 51 grandes premios y ganó 24, logró 30 pole-positions y 23 récords de vuelta. Una bestia del automovilismo. Un crack.

En su niñez abandonó los estudios para dedicarse a la mecánica automovilística y participar en competiciones no oficiales. En 1938 debutó en Turismo Carretera y compitió a bordo de un Ford V8. En 1940 pasó a competir con Chevrolet, con el cual obtuvo el Gran Premio Internacional del Norte y se consagró como Campeón Argentino de Turismo Carretera, título que repitió al año siguiente. Ya se vislumbraba una carrera exquisita.

En 1947, con la colaboración del Gobierno argentino, comenzó a participar en los Grandes Premios del continente europeo.

Han pasado muchos años del adiós de Fangio. Un enorme deportista, un fenómeno de tipo, dicen los que lo conocieron bien de cerca. Un mito hecho realidad, en un país de tantos campeones morales, o puro verso, durante mucho tiempo. Ese “superhombre” de nuestra niñez, Juan Manuel Fangio, fue campeón en serio. Y cuando se lo evoca, todos los demás quedan rezagados, bastante atrás. Como en las carreras, en las que los otros llegaban cuando el Chueco se estaba duchando. 

Ilustración: Pini Arpino