Florencia Tellado: “Siempre quiero crear novedades”

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La vestuarista y diseñadora de sombreros que vistió las cabezas de las damas argentinas más importantes, hoy se reinventa con tapabocas de alta costura. Habla de la música como motor, de la cuarentena y del estado de las industrias locales.

Foto Cecilia Armand Ugon

Fan declarada del sonido y la estética de Marilyn Manson, su pasión por el vestuario, los sombreros y la moda nació cuando descubrió al cantante estadounidense, a sus trece años, entre las bateas de una disquería de San Martín de los Andes, en un viaje con el colegio. “Me compré el disco The Beautiful People porque una amiga me lo recomendó. En ese momento, él era muy dark: usaba lencería mezclada con corsés, prendas de cuero y prótesis, maquillajes chocantes. Todo en él es muy teatral. Además es completo: escribe, pinta, actúa y creó una estética que no existía, por eso considero que hay mucho de Manson en mi manera de diseñar”, dice Tellado de su principal inspiración. 

Después de haber estudiado Historia del Arte en el Museo de Bellas Artes, en Buenos Aires, y de un breve paso por los talleres del Teatro Colón, Florencia se insertó en el mundo de los milliners –artistas del diseño y la confección de sombreros– gracias a Laura Noetinger, la máxima referente argentina, quien le enseñó las bases del oficio. Luego continuó su carrera en Londres con Noel Stewart, uno de los preferidos por los diseñadores y la realeza británica. A la distancia, Tellado cuenta cómo desarrolló una línea de tapabocas que llegaron a cubrir los rostros de, por ejemplo, la primera dama actual, Fabiola Yáñez, y las actrices Carla Peterson y Dolores Fonzi, entre otras.  

  • ¿Qué fue lo que más aprendiste de tus maestros del oficio?

Laura me enseñó todo lo que sé y perfeccionó mi prolijidad, además de incentivarme a llevar adelante mis ideas más locas. Al principio usaba mucho pegamento en los sombreros, y ella me dijo que si quería cobrar bien por mis diseños, estos se tenían que ver carísimos. Esto significa que sean livianos, que las costuras y los cortes ni se vean, y que lleven materiales de primer nivel. También me enseñó a ser generosa cuando una enseña; no hace falta guardarte información o conocimiento. Ella, por ejemplo, me presentó a Pablo Ramírez para que mis creaciones desfilaran junto a sus diseños. Noel Stewart [en una pasantía en Londres durante tres meses, en 2014] afiló mi estilo, pero no fue una experiencia tan grata, porque esa estadía fue como la colimba de las sombrereras, sin embargo aprendí mucho del negocio para vender afuera.

  • ¿Y cómo llegaste a la Semana de la Moda de Londres? 

Después de conocer bien la industria inglesa y de haber participado del London Hat Week, en 2016, y de un showroom privado en París, más la pasantía con Noel, en 2017 apliqué para London Fashion Week y me aceptaron. Fue una experiencia increíble en mi Semana de la Moda favorita, la más experimental, y vendí un montón de diseños. Al año siguiente quedé embarazada y se me cortaron los viajes. Prioricé mi carrera en Buenos Aires, entre el diseño de sombreros, el vestuario para publicidades, el alquiler de vestuario que ya tengo hace diez años y la maternidad. 

  • ¿Con qué te reconectaste debido a la cuarentena impuesta por el coronavirus?

Pude reencontrarme con mi hija Libertad, que es chiquita, y aprendí a valorar la posibilidad de tener tiempo de estar con ella, más que nunca. También con mi casa. Nunca la disfruté tanto como en este momento y me dio el espacio para volver a conectarme con mis sombreros… siempre quiero hacer un modelo nuevo porque me aburro rápido una vez que están terminados. Y también diseñé los tapabocas. 

“La cuarentena me ayudó a reconectarme con mi familia, mi casa y mi oficio como milliner”.

  • De la virtualidad por el aislamiento a crear tapabocas con nombres de juegos virtuales. ¿Cómo surgió este nuevo diseño?

Obviamente por una necesidad impuesta por la obligatoriedad de su uso, pero lo quise hacer de calidad y funcional, casi te diría que es de alta costura. Al principio del aislamiento me hice uno para mí con la moldería a mi medida y un pañuelo de seda que tenía en casa, y lo subí a las redes para mostrarlo. De ahí me llegaron muchísimos pedidos, y ahora ya desarrollé varios modelos. El barbijo que se ata a la cabeza con moño se llama Mortal Kombat, por un chiste que me hizo mi novio, y así empezó la serie. Ahora ya desarrollé el Street Fighter, con elástico, y el Counter Strike (un gorro con visor plástico desmontable). 

  • Y tus creaciones llegaron hasta la Casa Rosada…

Sí. La estilista de la primera dama me había llamado para diseñarle tocados para su gira por el Vaticano junto al presidente, y ahora Fabiola Yáñez usa mis diseños de tapabocas. Le envié el modelo más simple, con elástico, y otro negro con moño, y ya la vi en varias fotos usándolos. Es una persona muy sencilla y dispuesta a mostrar el diseño nacional. También me pasó que en un vivo de Instagram entre Carla Peterson y Dolores Fonzi, ellas se pusieron a hablar de los tapabocas que hago, y ahora ambas los tienen y me llegaron muchas consultas gracias a su difusión sincera y orgánica. 

  • ¿Cómo ves el estado de la industria publicitaria audiovisual post-COVID-19?

En este momento está destruida, totalmente parada, casi como la moda, solo que todavía se puede comprar ropa de manera virtual. De todos modos, están surgiendo nuevas alternativas de publicidades filmadas en cuarentena en las que cada actor o actriz se viste con lo que tiene en la casa, y yo voy armando los conjuntos por videollamada. Además, unos chicos que trabajan en publicidad armaron un proyecto llamado “Filmamos y ayudamos” para depositarles dinero a las familias que no están recibiendo ingresos en este momento que es muy duro para todos. 

EL CULTO A LOS SOMBREROS

Tellado siempre comenta que los sombreros no son ni para tímidos ni para todo el mundo: “Esa es la razón por la cual son uno de los accesorios menos usados, porque hay que llevarlo con personalidad y bancarse la atención que significa portar algo sobre la cabeza”. Además, agrega que hoy ella busca realizar diseños más funcionales a través del trabajo de moldería para poder portarlos en la cartera o el bolso diario, sin tener que llevarlos en la mano o que se arruguen. Resalta que lo más importante en su diseño es que sea liviano, acorde a los gustos de cada usuario y fácil de transportar. “Yo también tengo días en que no puedo usarlos, pero sin dudas su audiencia es particular. La gente que ama los sombreros es casi como de un culto”, dice, y se ríe.