Pantallas en vacaciones

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Sin clases desde diciembre y hasta marzo, el reloj se relaja, las ocupaciones del año entran en un paréntesis y la tecnología parece ser todavía más irresistible. ¿Cómo hacer para que los chicos no estén tres meses dentro de un dispositivo?

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), los niños y adolescentes menores de 18 años representan aproximadamente uno de cada tres usuarios de Internet en todo el mundo. Además, los teléfonos inteligentes están alimentando una “cultura del dormitorio”, y para muchos niños el acceso en línea es cada vez más personal, tiene un carácter más privado y está menos supervisado. En la época del receso escolar, aumenta el riesgo de que los chicos estén conectados mucho más de lo conveniente. Porque con la agenda vacía de compromisos escolares, crece la tentación de prender (o nunca apagar) la tablet, jugar a la Play o simplemente pasar horas mirando el celular. Para peor, durante gran parte de las vacaciones de ellos, los adultos siguen ocupados con las obligaciones laborales, entonces la posibilidad de hacer cumplir las pautas tech es aún más difícil. 

Chicos.net es una organización civil sin fines de lucro que trabaja para mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes, y que lleva 14 años comprometida en impulsar el uso seguro, responsable y significativo de las tecnologías de la información y comunicación (TIC). En el último informe que realizaron señalan que no importa tanto la cantidad de horas netas que un niño use las pantallas, sino si también realiza otro tipo de actividades físicas, si se junta a jugar con amistades o si entiende cuándo debe apagar la pantalla para cumplir con el tiempo de sueño o una cena en familia, por ejemplo. O sea, no es aconsejable radicalizar posturas: ni dejarlos fuera de juego ni permitir que estén las 24 horas conectados.

“Hay que educar con el ejemplo y establecer momentos del día consensuados dentro de la familia libres de celulares”.
Laura Jurkowski

Para la psicóloga Laura Jurkowski, autora del libro Efecto pantalla, cómo lograr el equilibrio digital, en vacaciones son los padres los que tienen la responsabilidad de contribuir a que sus hijos puedan armar otras actividades y alternativas. “Deben ayudarlos a organizar el día. Es necesario poner un límite de horarios de pantalla y que ese tiempo no sea maratónico, o sea, si puede estar conectado cuatro horas en el día, que no sean cuatro horas seguidas, sino que se mechen con otras actividades dentro y fuera de la casa”, explica. 

Si algo tiene la oferta tecnológica es que se despliega al infinito y más allá. Tanto en variedad de contenidos como en posibilidad de un tiempo en continuado. Por eso es muy importante que los chicos puedan ir construyendo el límite propio. “Muchas veces los niños continúan jugando o viendo algo mientras luchan por no dormirse porque creen que al día siguiente eso ya no va a estar, pero en la gran mayoría de los casos no es así, la serie en Netflix sigue estando; al igual que los juegos y los videos de YouTube. Entonces, si se remarca que el celular, la tablet o la consola continuarán estando al día siguiente para seguir haciendo lo que deseen mientras respeten los horarios, la mayoría lo va a comprender”, dice Julián D´Atri, coordinador de proyectos de Chicos.net. Antes que nada, los adultos deben repensar su propia relación con la tecnología: “Hay que educar con el ejemplo y establecer momentos del día consensuados dentro de la familia libres de celulares, como también hablar de esto con los hijos, de la importancia de que ellos puedan usar otras herramientas y que no todo pase por el celular”, agrega Laura Jurkowski. Julián D´Atri dice que otra alternativa es remarcarles lo que se pierden si no respetan los límites, como, por ejemplo, hacer algo que les guste o permitirles luego ir al cine.  

QUÉ HACER JUNTOS

D´Atri propone que durante las vacaciones la familia pueda investigar y buscar nuevos medios de comunicación, influencers y aplicaciones para seguir. “En YouTube, Instagram, Facebook, Twitter y Tik Tok, entre otras, hay cantidad de opciones para aprovechar, tanto para informarse como para entretenerse y desarrollar saberes, es solo cuestión de tener ganas de investigar y no quedarnos con lo que ya conocemos”, dice.

Hay una infinidad de sitios y plataformas aprovechables, todo depende de la temática que se quiera abordar. En www.chicos.net se encuentran materiales divertidos y muy interesantes. También en www.lugardeinventos.org hay instructivos gratuitos para armar productos con la mentalidad STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática por su sigla en inglés), como robots y otras invenciones. Julián D´Atri apunta un listado de sitios, apps y plataformas para sacarles el jugo, como Scratch Jr (para aprender a programar), Quiver (para jugar y aprender con realidad aumentada), Duolinguo (para aprender idiomas), Smartick (para practicar matemática), Little Smart Planet (para juegos didácticos) o Jigsaw Planet (para armar rompecabezas). “Lo mejor que pueden hacer los padres y las madres es jugar los juegos en línea y usar las redes sociales que utilizan sus hijos, porque eso les permite saber cómo funcionan, conocer los riesgos que pueden existir (si es que los hay) y tratar de hablar el mismo idioma que hablan los más jóvenes”, afirma D´Atri. La tecnología es una valiosa herramienta cuando no se convierte en un fin en sí mismo. 

SEGÚN LAS EDADES

La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda no utilizar pantallas antes de los dos años. De los dos a los cinco años, aunque tienen la destreza para manejar los dispositivos, la psicóloga Laura Jurkowski afirma que los adultos tienen que estar siempre presentes para filtrar los contenidos y supervisarlos. En edad escolar, desde Chicos.net aconsejan que “es importante permitirles que descubran las oportunidades que tienen, pero haciéndolos conscientes de las problemáticas que pueden surgir”. Con los adolescentes se hace más difícil, pero debe haber supervisión adulta y lograr que entiendan riesgos como el grooming (acoso a menores de edad mediante las pantallas), el sexting (extorsión o publicación de contenido íntimo ajeno) y el ciberbullying (acoso entre pares por medio de las redes sociales).