Francisco Cerúndolo: El que siempre confió

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Comenzó desde chico, pero no se destacó de entrada. Ahora está entre los treinta mejores tenistas del mundo y con mucho futuro por delante.

Foto: Gentileza ATP / Getty Images.

La devolución de Sebastián Báez todavía viajaba por el aire. Él la seguía atentamente y, en cuanto supo que indefectiblemente picaría fuera de la cancha, aún antes de que lo hiciera, se aflojó por completo. Luego de una hora y 49 minutos de partido, de un primer set muy ajustado que se definió en el tie break y de un segundo set casi perfecto, soltó la raqueta y se acostó en el court central de Baståd, Suecia. Francisco Cerúndolo (porteño, 23 años) se llevó las manos a la cabeza, tiró la gorra, cerró los ojos, esbozó una sonrisa y se sintió pleno. El domingo 17 de julio de 2022, en ese preciso instante, ganó su primer torneo en el circuito profesional de tenis. “En ese momento no entendés nada, no podés pensar, te pasa todo muy rápido. Es un logro que soñé de chico. Tenía mucha felicidad, recordé todos los momentos que pasé para llegar aquí”, cuenta.

Cuatro días antes, en los octavos de final, Francisco había alcanzado otro hito importante en su carrera: venció por primera vez a un top 10. En tres sets, dejó afuera al noruego Casper Ruud, entonces número 5 del ranking mundial.

“Ese partido me convenció de que puedo vencer a jugadores de alto nivel. Es la victoria más importante de mi carrera. No es fácil después salir a la cancha de nuevo y tratar de ganar, porque había mucha expectativa. Tenía que demostrarme si podía volver a jugar ese gran tenis. Estoy muy contento por haber revalidado esa victoria”, confiesa.

  • ¿Se siente eso después de un gran triunfo? ¿La posibilidad de bajar los brazos?

Es muy común que después de un gran torneo o de un gran triunfo, uno se relaje y al partido o al torneo siguiente juegue relajado y no pueda estar con la energía al cien por cien. Pasa mucho, pero uno tiene que ir aprendiendo de esas cosas.

  • Ese aspecto, el mental, es el que más buscaste ajustar este último año.

Sí, creo que es una gran clave que mejoré muchísimo. Siempre fui un jugador bastante volátil, que me calentaba y me iba un poco de partido. Ahora me mantengo concentrado. Era una de las cosas que necesitaba para poder afianzarme en este nivel. La cabeza se entrena como cualquier otro golpe. Es un golpe más y uno muy importante.

El tenis siempre fue parte de su vida. Su papá, Alejandro (más conocido como Toto), es entrenador y tiene una academia; su mamá, María Luz, también jugó siempre. Francisco y su hermano Juan Manuel agarraron la raqueta desde muy temprano. Solo Constanza, su hermana, cambió de deporte y se dedicó al hockey. Francisco probó un tiempo con el fútbol y el básquet, pero a los nueve años tuvo que decidir y el tenis pudo más. A diferencia de la enorme mayoría de los tenistas que compiten en la elite, él de chico no se destacaba. Pero persistió.

“Generalmente, cuando en tenis uno no se destaca de chico tiende a dejarlo, se dedica a otra cosa porque no se ve con mucho futuro. Los que llegan son los que siempre fueron los mejores. El mío fue un proceso largo, hasta que terminé dando el salto”, relata.

Una vez terminado el secundario, Francisco se fue a estudiar a los Estados Unidos, en la Universidad de Carolina del Sur. Fue un cuatrimestre, luego del cual volvió para estudiar Economía, primero en la UBA y actualmente en la Universidad de Palermo. En aquella época, se anotó en algunos torneos Future y consiguió sus primeros puntos ATP. Al verse en el ranking por encima del puesto 1000, se sintió un tenista profesional. Encaró entonces su primera gira por Brasil, donde en tres torneos llegó a octavos de final, cuartos de final y final. Escaló 500 puestos y pensó “Bueno, me voy a dar una oportunidad”.

  • ¿Qué sentís que cambió entre no destacarte tanto de chico a que se dieran las cosas?

Crecí tarde, y hubo un momento en el que me sacaban mucha ventaja física. Cuando uno es chico, eso se nota mucho, me ganaban en velocidad y en potencia. Cuando pegué el estirón, le empecé a pegar más fuerte a la pelota y decidí que iba a buscar jugar así. Me llevó un tiempo acomodarme a mi físico, a mi juego, y cuando me adapté, empezó a fluir todo.

  • ¿Te sorprendió cuando empezaron a darse las cosas?

Por un lado, empezar a ganar era muy raro. No estaba acostumbrado. Por el otro, siempre confié en mí mismo, sabía que podía tener estos resultados. Esa confianza es la que me ayudó a llegar a donde estoy ahora.

Al inicio del año, se planteó dos objetivos: ingresar al top 100 del ranking y jugar en los cuadros principales de los torneos de Grand Slam. Apenas cruzado el umbral de mitad de año, a fines de julio, ya había alcanzado el puesto 30 y tenía en la espalda sus participaciones en Roland Garros y Wimbledon. Además, ganó su primer título. “Todavía no tengo nuevos objetivos, no llegué a planteármelos. Está buenísimo, porque lo que me había propuesto ya lo cumplí. Solo tengo dos sueños por delante: jugar Copa Davis y ser top 10. Me siento orgulloso de lo que hice hasta ahora y sé que de acá a fin de año lo que haga todo será para mejor”, finaliza. 

HERMANOS

Francisco comparte profesión con Juan Manuel, su hermano tres años menor. Ambos todavía duermen en la misma habitación de la casa paterna cuando están en Buenos Aires. “Está buenísimo compartir esto, porque el tenista está mucho tiempo solo. Tener a mi hermano en el circuito y estar juntos muchas semanas lo hace mucho más fácil, las giras son más llevaderas. Nos ayudamos mutuamente”.

En la casa familiar, donde ya descansa el trofeo de campeón que Juan Manuel ganó en Córdoba en 2021, ahora se suma el de Baståd que trajo Francisco.