Ayelén Tarabini:
“La gimnasia me dio todo lo que soy”

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Guerrera de múltiples batallas, Ayelén Tarabini continúa en el camino de la gimnasia, disciplina en la que consiguió ser la número uno del mundo.

Por Juan Martínez
Foto Gentileza Ayelén Tarabini

Repetición. Constante, permanente, agotadora, recurrente, obligatoria y necesaria. Cada ejercicio se realiza una y otra vez, hasta el cansancio y mucho más allá de ese umbral. El dolor no es motivo de pausa en una búsqueda incesante y utópica: “En este deporte perseguís la perfección. Repetís todo millones de veces, todos los días, muchas horas, porque necesitás la perfección”, asegura Ayelén Tarabini, la primera gimnasta argentina de la historia en conseguir una medalla de oro en un mundial (ganada en Eslovenia, en 2014) y en llegar al número uno del ranking mundial que elabora la Federación Internacional de Gimnasia.
A los tres años, acompañando a sus hermanos que jugaban al fútbol en el club Quilmes de Mar del Plata, la vieron hacer piruetas y movimientos al costado de la cancha y le recomendaron sumarse a las clases de gimnasia. Ahí comenzó una carrera que ya lleva casi 24 años, mucho más de lo habitual en este deporte. Vivió grandes logros y numerosas lesiones que le cortaron oportunidades y le forjaron el carácter. “La que más sufrí fue la que tuve antes de los Juegos Olímpicos de Río. Ya me había quedado afuera de Londres 2012 por otra lesión, pero esta fue terrible. Me corté el tendón de Aquiles en el medio de la competencia, en un mundial, y se me acabó el mundo. Se me prendía fuego el cuerpo, es un dolor insoportable, que no se calma. Acepté mi situación, pero cuando comenzaron los Juegos fue difícil verlos”.
 
  • ¿Los viste igual?
Fui una semana a Río, porque de alguna forma los tenía que vivir. Vi gimnasia y otros deportes donde tengo amigos. Lo disfruté desde otro lado, aunque fue una situación rara, porque era consciente de que la que tenía que estar compitiendo era yo. Quise ver el lado positivo y sabía que, si volvía, lo iba a hacer más fuerte.
 
  • ¿Y te sentís más fuerte?
Sí, este año voy por todo. Haré todo lo que tenga que hacer, porque soy diez años mayor que las demás chicas, y es difícil para mí entrenar a la par. Me marcan un ritmo que yo por ahí tenía a su edad. Está bueno, me están despertando el alma competitiva, porque debo mantenerme y entrenar mucho para poder ganar algo.
 
  • Con 27 años sos chica en muchos lados, pero aquí sos más grande que todas tus compañeras…
Es muy raro, sí, pero la maduración que te da este deporte es increíble. Cómo tomás las cosas, cómo las ves. De todos modos, cuando vamos al exterior, en competencias me encuentro con mucha gente de mi edad, y a veces con algunas más grandes. Está Oksana Chusovitina, de Uzbekistán, con 43 años, y es un ejemplo. Ella se cortó dos veces el tendón de Aquiles, también. Si ella puede hacerlo, ¿por qué yo no?
 
  • Cuando estás con chicas de tu edad que se dedican a otra cosa, ¿te sentís igual que ellas?
Me siento un poco distinta, vemos la vida muy diferente. Muy. Para mí, la gimnasia lo es todo. Una cosa simple dentro del gimnasio a mí me afecta, y quizá para ellas es una pavada. Y cosas que a ellas les parecen muy importantes para mí no lo son tanto. Por el deporte comencé a viajar desde muy chica a competencias fuera del país, sin mis padres. Madurás, madurás o madurás.
 
  • Empiezan a tomar decisiones y a tener exigencias físicas muy fuertes desde chiquitas.
Sí, yo desde los trece hasta los quince entrenaba nueve horas por día, concentraba con mi entrenadora rusa durante dos semanas todos los meses, en el CeNARD. Es durísimo, porque te lo tenés que tomar muy en serio. Mis entrenadores hablaron con mis papás para preguntarles si podía entrenar más tiempo, porque veían que tenía potencial. Debía dejar el colegio, y mi papá me dijo: “Si lo hacés al ciento por ciento, yo te dejo, te voy a apoyar”. Los resultados se fueron viendo, y el colegio lo terminé después gracias al ENARD. Fui cumpliendo cada cosa en la etapa que pude.
 
  • El año que viene son los Juegos Olímpicos de Tokio, ¿te visualizás ahí?
No, no lo quiero pensar. Ya pensé mucho en Londres y pensé mucho en Río, entonces ahora solo voy semana por semana. Es el único cambio que hice luego de la lesión. Ya no me adelanto a nada.
 
  • ¿Sería lo último para tu carrera?
Tendría que ver la situación en la que me encuentre. Mi cuerpo está bastante golpeado, tuvo muchas lesiones. Si llego y hago una buena performance, hay que ver si quiero más o me conformo con eso. En general, nunca me conformo, pero no sé.
 
  • ¿Qué te devuelve la gimnasia para justificar tanto esfuerzo de tu parte?
Todo lo que soy. Me formó como persona, es lo único que hice y hago. Me gusta superarme, competir internacionalmente, representar a mi país. Me hace sentir mucho más fuerte.

COMPAÑERA Y GUÍA

“Algunas de las chicas con las que entreno tienen doce o trece años, y las más grandes tienen dieciséis. Hay mucha diferencia. En el día a día las tomo como compañeras, como de mi misma edad, pero en realidad siguen siendo chicas. Por eso, cuando veo que se presionan mucho, trato de enseñarles a disfrutar, juego con ellas, les hago competencias o busco divertirlas un poco. Hay muchas responsabilidades, no es lo mismo que cuando recién empezás, donde todo es jugar y jugar, pero hay que encontrar la manera de disfrutar”.