Julieta Lazcano: La histórica

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Es una de las referentes de la generación de Las Panteras que consiguió que el equipo se acostumbrara a clasificar a las máximas competencias internacionales. Se prepara para su tercer mundial consecutivo.

Foto: Gentileza Sol Didiego

El deporte fue parte de su familia desde siempre. El Club Social y Deportivo Poeta Lugones, una extensión de su casa, en la ciudad de Córdoba. Allí, su mamá, su papá y sus hermanos jugaban al básquet. En el destino de Julieta Lazcano había, inevitablemente, una vida deportiva. Su primera actividad fue la gimnasia rítmica, a la que dedicó cinco años. La carga de los entrenamientos se volvió incompatible con el colegio, que por entonces era la prioridad. Probó luego en el básquet, pero en cuanto se abrió en el club una nueva disciplina, cambió de planes: el vóley la flechó de inmediato y hacia allí fue.

Y no solo se trató de un interés personal: su papá vio algo más, un futuro posible. Entendía que, con su altura, podría encajar perfectamente en este deporte y que se abría la posibilidad de jugar en unos años en el exterior y ser profesional.

El crecimiento fue meteórico: a los 14 comenzó a jugar, a los 15 ingresó a la selección cordobesa, a los 16 fue convocada por primera vez a la selección argentina juvenil, a los 18 se incorporó al seleccionado mayor y al Scavolini Pesaro, de Italia. “Nunca tuve tanto talento, pero aprendí todo bastante rápido. Empecé tarde, todavía hoy sigo renegando con algunas cuestiones técnicas. Quienes empiezan desde chicos tienen más facilidad con la pelota. Yo no hacía mucha magia, debí entrenar un montón. Me esforcé mucho”, cuenta.

Cuando se integró a la selección argentina, el apodo “Las Panteras” ya era la marca registrada de un grupo que intentó, de ese modo, modificar el historial de resultados negativos que traía. El rótulo surgió luego de la clasificación al mundial de 2002, en una época en la que participar de las grandes competencias era toda una rareza. Fue la generación de Julieta la que torció el asunto: consiguieron la primera clasificación olímpica de la historia, para Río 2016, y, no conformes con eso, también fueron a Tokio 2020; además, con el que se disputará en septiembre de este año en Países Bajos y Polonia, serán parte de tres mundiales consecutivos. Lo extraño e inalcanzable se volvió una costumbre. Emilce Sosa, Yamila Nizetich, la capitana Tatiana Rizzo y Julieta son las cuatro sobrevivientes de esa camada. 

“Hay una renovación importante, y está bueno mantener la identidad de Panteras, transmitir los valores del equipo de generación en generación. Esa identidad está hecha un poco por la historia de cada una. Hay que saber de dónde venimos para entender hacia dónde queremos ir. En este deporte luchamos mucho para lograr la primera clasificación olímpica, y las chicas que llegan ahora tienen que entender que nada fue gratis ni regalado, sino que fue muy peleado y que, si uno quiere mantenerse ahí, jugando con los mejores equipos, hay que trabajar mucho”.

  • Fuiste capitana durante un par de años, incluyendo los últimos Juegos Olímpicos. ¿Eso te da una responsabilidad mayor a la hora de transmitir ese legado?

Una puede tomar esa responsabilidad con la cinta de capitana o sin ella. Para llevar el liderazgo del equipo no es necesario tenerla. Sí creo que al ser capitana de la selección argentina tenés un par de responsabilidades más. A mí me ha tocado dar un poquito más la cara en ciertas situaciones. Hoy, gracias a Dios, las cosas están cada vez mejor entre la federación y las jugadoras, así que no es un peso, sino un reconocimiento el llevar esa cinta.

Una de las ocasiones en las que le tocó dar la cara fue cuando con otras jugadoras, dirigentes, entrenadoras y comunicadoras del vóley argentino conformaron el colectivo Doble Cambio, en el que concentraron una serie de reclamos por mejores condiciones para practicar el deporte y mayor igualdad respecto al vóley masculino. “Sigo pensando que es importante que la liga argentina se desarrolle cada vez más para que el nivel de nuestro vóley crezca. En ese momento, tomé una responsabilidad como capitana, y hoy sigo apoyando y haciéndome cargo de esa lucha”, asegura.

  • Este mes está el clasificatorio para los Juegos Panamericanos del año que viene, y en septiembre es el mundial. ¿Para qué están Las Panteras?

Para nosotras será clave poder clasificar a los Panamericanos. Algunas jugadoras cobran beca por haber sido medallistas en los anteriores, así que es una competencia que sirve para poder subsistir. Sobre el mundial todavía no hablamos de los objetivos, pero uno es pasar de zona, seguro. Creo que podemos hacer algo lindo. Quiero seguir haciendo historia. Siento que ya hicimos una parte, que era la de clasificarnos habitualmente, y ahora toca dar otro salto. Es una gran oportunidad. 

EL RETIRO

Este mes, Julieta cumple 33 años. El retiro es un tema que de a poco gana espacio en sus conversaciones sobre el futuro: “Una sabe que esto en un momento se acaba. Hoy me siento bien físicamente, pero hace dos años, antes de la pandemia, estaba muy cansada y mal de las rodillas. Estoy encaminando la transición hacia el retiro, es importante no solo verme como atleta, sino en otras facetas de la vida. Tengo proyectos e ideas. A diferencia de lo que me pasaba antes, hoy no le cierro las puertas a seguir ligada al deporte”.