Belleza consciente

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La puesta en valor del cuidado del medioambiente y del respeto de los animales gestó una tendencia dentro de la cosmética que está en pleno auge.
Por Cata Greloni

Los medios internacionales Forbes, Playground y The Economist han declarado a 2019 como el año vegano. Además de ser un fenómeno global en Twitter y en Pinterest, el veganismo es uno de los mercados que más crece, y su aplicación cruza todas las fronteras. Se notan los cambios en la industria alimentaria, en la de la ropa y hasta en el mundo del maquillaje y la cosmética.
Google también detectó un interés creciente. Las búsquedas para el término “belleza vegana” se han duplicado cada año desde 2012. Para que un producto sea considerado vegano debe estar producido 100 por ciento libre de animales y no debe haber sido testeado en ellos. Se fabrican a base de productos orgánicos y naturales, sin químicos o parabenos que contaminan el organismo y la piel. Esto significa que no pueden tener derivados como la miel o cera de abejas, ni agentes espesantes provenientes de la gelatina extraída de los peces, ni tampoco lanolina, materia grasa extraída de la lana de oveja.
Si bien desde 2013 se ha implementado una prohibición total de las pruebas con animales en el Reino Unido, esta práctica todavía sucede en más de 80 países en todo el mundo. Por ejemplo, en China, los testeos en animales son un requisito legal para que estos productos sean aceptados.
“Las marcas de belleza entienden que su público cada vez está tomando mayor conciencia de lo nocivos que son estos productos para los animales y la ecología”, comenta la maquilladora argentina Florencia Canals. Dice que la cosmética es una de las industrias más contaminantes por el uso de productos derivados del petróleo, tolueno y parabenos (elementos químicos utilizados para evitar que cremas, geles y artículos de limpieza generen microorganismos), y agrega: “Por eso también debe adaptarse a este cambio de paradigma, porque si no se adapta, pierde consumidores”.
Para lograr esta transición, las empresas trabajan y generan espacios de investigación y cultivo de sus propios ingredientes, y también se alían alrededor del mundo con economías regionales y asociaciones sin fines de lucro de comercio justo para obtener productos de alto nivel que beneficien a las comunidades dedicadas al crecimiento de estos ingredientes naturales.
Esto significa un mayor grado de análisis de laboratorio para lograr los mismos resultados de los productos, lo que implica mayores costos para las compañías, como también un aumento del precio del maquillaje y la cosmética que luego se trasladará a los usuarios. Cuanta más información y conciencia tiene, el público opta por componentes más amables con el humano y con el medioambiente, y prioriza la salud por sobre la belleza.

HAZLO TÚ MISMO

Existe en Internet un auge de recetas DIY (do it yourself, en inglés, o “hazlo tú mismo”) para crear productos como mascarillas de hamamelis o de té verde descongestionantes, de limpieza o exfoliantes, y se utilizan semillas, aceite de coco, leches de frutos secos como de nueces y almendras, y granos en su confección. Por supuesto que, al ser productos naturales, la fecha de duración y el vencimiento es lo primero que se modifica. Al no tener químicos y conservantes, su tiempo de vida es mucho menor. Además de que deben estar frescos, también su temperatura es importante, y muchos de ellos necesitan conservarse en la heladera para mantener sus propiedades.