La poesía sale a la calle

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Mañana soleada de noviembre. Cuando la poesía sale a la calle, pasan cosas maravillosas.

Fotos Sebastián Salguero 

Texto: Marité Iturriza 

Son chicos de tercer grado. Adentro de sus guardapolvos late la vida a borbotones. Llevan una hoja de papel con un poema en la mano con el que se proponen detener el tiempo y cambiar el rumbo, la rutina y las preocupaciones de los vecinos con los que se cruzan por la calle. 

La poesía es siempre capaz de provocar algo extraordinario: en la cara de la señora que sale distraída de un negocio y de golpe se detiene frente al grupo de chicos que la rodea y la invita a escuchar. En el cuerpo de un muchacho, doblado como una vara sobre la pequeña moto que parece no querer arrancar y que ensaya, a pesar de todo, su mejor sonrisa. En la reja que se abre ante la insistencia de los niños, que se rinde al fino hilo de sus voces, a la potencia encantadora de los versos. 

Es una mañana distinta. También, para Gabriel y Antonio, a quienes les gustó que los chicos entraran en la carpintería y se plantaran frente a ellos para leerles un poema. “Cada vez que un chico lee, crece como persona. Aprender a expresarse en público es muy importante y, hoy por hoy, no está de moda”, dice Gabriel, el dueño del taller que años atrás se incendió por completo y que gracias a la colaboración de los vecinos pudo volver a empezar. 

A veces la poesía forma parte importante de la vida. Muchas otras, no tiene esa oportunidad, y entonces la escuela se abre como campana, casa, caja de resonancia indispensable de la palabra. En este caso, la escuela se llama Javier Lazcano Colodrero y está en un barrio del noroeste de la ciudad de Córdoba, donde los árboles y sus pájaros todavía forman parte del paisaje.

Allí, los chicos de tercero junto a la seño Ale comenzaron una maravillosa aventura que llamaron “Compartir poesía”, que nació en el aula con los libros de la biblioteca, y salió al encuentro de los otros, en la calle, la plaza, las vías, la salita, la cola para pagar la luz, la estación de servicio o la parada del colectivo. Y que continuará, seguramente, como semilla, brote, vida, formando parte de esa antiquísima experiencia humana de andar compartiendo la palabra. 

Los chicos se propusieron “sacar a pasear la poesía”, inspirados en otra experiencia barrial.
Melany, Edison y Brandon en la carpintería.
El entusiasmo de Ezequiel logró que se abriera la reja del jardín.
Los chicos de la escuela secundaria escuchan a Matías. A su lado, Damaris.
Felicidad. Rumbo a la plaza de Argüello.

SEBASTIÁN SALGUERO
Fotoperiodista nacido en Río Tercero, Córdoba. Estudió fotografía en la Escuela de Artes Aplicadas Lino E. Spilimbergo. Ha recibido numerosos premios. En la actualidad, ejerce de manera freelance, colaborando para revista Convivimos, editoriales, medios gráficos y agencias nacionales e internacionales. Es docente en el CEF (Centro de Estudios Fotográficos) e integra el equipo de Fedimages. Web: www.sebastiansalguero.com.ar