La rebelión de las canas

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Son cada vez más las mujeres que se animan a lucir sus canas con orgullo. La tendencia surge como un quiebre de los antiguos mandatos de belleza. 

Los colorantes de pelo se vienen utilizando desde el antiguo Egipto y el Imperio romano, pero recién a mediados del siglo XX las tinturas se instalaron como productos comerciales para tapar las canas. Por un lado, debido al desarrollo de la ciencia, que permitió sintetizar colores naturales. Por otro, como consecuencia de la idealización de la juventud surgida a partir de la sociedad de consumo, una tendencia que comenzó a instalarse desde 1950 y que se convirtió con el tiempo en un imperativo de belleza que a nadie se le ocurría cuestionar: las mujeres debían teñirse las canas para conservar la femineidad. Un mandato aplicado solo a ellas, mientras que la imagen del hombre maduro con canas se consolidó como atractiva. 

Tuvieron que pasar décadas para que la esclavitud de la tintura fuera cuestionada. Al principio, surgió como una tendencia propia de la moda alrededor del año 2010. De pronto, en los ambientes más vanguardistas, pintarse el pelo de un color gris artificial se convirtió en un gesto fashion. “La aceptación de las canas arrancó primero con la posibilidad de elegir la tonalidad de pelo que una quisiera. Al principio se experimentó con distintos colores, hasta que, años después, se extendió a las canas”, cuenta Paula Nachman, peluquera especialista en color. 

El advenimiento del feminismo también hizo su parte. El hecho de reivindicar las canas no forma parte de un discurso a favor de lo natural, sino que surge a partir de la conquista de la libertad: el ser humano es capaz de decidir sobre su cuerpo al margen de lo que diga el colectivo social y hasta la naturaleza. “Dejarse las canas tiene que ver con romper patrones, con rebelarse frente al discurso de la juventud eterna y con cuestionar la imagen de que una mujer con canas es una dejada. Es aceptar también el paso del tiempo y valorar lo que trae consigo la experiencia de los años”, explica Leo Rey, socio de las peluquerías Jessicaleo. 

La oportunidad para darles libre circulación a las canas a cualquier edad también se popularizó en las redes sociales, donde hashtags como #Gombre o #GrannyHair muestran el devenir de las transiciones y celebran el gris chic y el paso del tiempo. 

LA TRANSICIÓN

En palabras suena hermoso: liberarse de la esclavitud de las tinturas, elegir la imagen personal lejos de mandatos viejos y hasta dejar de gastar alrededor de 2000 pesos al mes en un trabajo de color de calidad que no deje marcas. Sin embargo, la decisión no es mágica. “Un pelo sano crece entre 1,5 y 2 centímetros por mes. Llegar a un largo mínimo sin cortarse lleva alrededor de dos años”, asegura Leo Rey.

Una alternativa es empezar de cero y apostar por un corte al ras que va a evitar el degradé de colores que aparece con el crecimiento: una primera línea entre blanca y grisácea, una segunda del color de la tintura anterior y una tercera de pelo descolorido en las puntas. Lo cierto es que solo las más valientes se animan a raparse, porque ya bastante carga implica decidir dejar de teñirse, tanto para las más jóvenes como para las más grandes: el gris se acepta, pero no es popular, y las miradas no suelen disimularse.   

“Dejarse las canas tiene que ver con romper patrones y con rebelarse frente al discurso de la juventud eterna“.
Leo Rey

Nachman aconseja vivir la transición como una experiencia, “sabiendo que se puede cambiar cuando una quiera, que nada es definitivo”. Y agrega: “Además, hay que tener paciencia, porque durante la etapa de crecimiento nos vamos a ver más desprolijas, especialmente entre los seis y siete centímetros, que es el momento en el que más se nota el pelo bicolor. En la peluquería se puede ayudar haciendo mechas que cortan la línea que divide las canas del color anterior. La idea es lograr un blanco o gris similar al propio. Se tienen que hacer cada dos meses”.

IDEAS PARA BRILLAR

Son pocas las privilegiadas que tienen canas blancas de reina, la mayoría hereda tonos grisáceos que tienden a apagar el color de la piel. Por eso, los especialistas recomiendan que si la decisión es dejar de teñirse, entonces habrá que encontrar una forma de realzar la luminosidad de la cara. “Está bueno hacer un buen corte para levantar el semblante. También se puede jugar y meter un mechón de color. El maquillaje es fundamental: un lindo rojo en los labios que se pueda usar todos los días puede ser una variable clave para vernos hermosas”, señala Paula. 

Si la opción es hacerse un buen corte de pelo, Leo sugiere evitar los largos para no dar lugar al injusto calificativo de “brujas”: “Lo mejor es una melena al hombro, un carré, un largo midi que siempre es favorecedor”.  

CUIDADOS

Al no aplicar productos químicos cada 20 días, el cuidado del pelo con canas es muy simple: se trata de usar shampoo violeta. “Las canas tienden a oxidarse por factores como la exposición o incluso la nicotina en el caso de aquellas que fuman. La función del shampoo violeta es evitar que se pongan entre amarillas y anaranjadas, para mantenerlas plateadas y relucientes. No conviene usarlo todos los días, sino tres veces por semana”, aconseja Leo Rey.