Luis Brandoni: “El arte nos hace sentir un poco mejores personas”

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A los 80 años, y a pesar de un contexto poco favorable, sigue subiéndose al escenario para encarnar personajes. Política y actuación, no necesariamente en ese orden, son los ejes ordenadores de su vida.

Foto Patricio Pérez

En pijama, parado sobre un cajón, entona algunos versos de tango mientras en sus manos simula sostener una guitarra. Lo primero que vieron los espectadores de teatro en la ciudad de Buenos Aires, luego de casi ocho meses de telones bajos y puertas cerradas, fue a Luis Brandoni en la escena mencionada, la apertura de la obra El acompañamiento.

Con decenas y decenas de películas, obras de teatro y ficciones televisivas, desde que comenzó en este oficio, en 1958, Brandoni nunca había pasado tanto tiempo sin actuar. Fueron necesarias una pandemia y las medidas restrictivas consecuencia de ella para producir esta separación momentánea: “Esta experiencia fue inaugural para mí y espero que sea la última”, dice en charla con Convivimos.

  • ¿Cómo viviste la vuelta al teatro?

Es lindo, porque es un oficio que nos gusta. Fue una espera muy larga, nosotros teníamos que debutar el día que empezó la cuarentena, el 20 de marzo, y volvimos el mismo día que salió en el Boletín Oficial la autorización para los teatros. Nadie sabía que íbamos a debutar, con lo cual los primeros días fueron verdaderamente penosos en materia de participación del público. Afortunadamente, no hay una correspondencia entre la cantidad de espectadores y la intensidad del aplauso, que es una de las pocas cosas incorruptibles que quedan en el mundo.

  • Actuar, además de ser tu trabajo, es un canal de expresión de emociones, ¿por dónde te pudiste expresar en estos meses, al no poder actuar?

Escuchando música y leyendo. Lo que más hice fue leer, la manera en que mejor utilicé el tiempo fue con la lectura, sin ninguna duda. Leí mucho, y en ese sentido pude aprovechar bastante la cuarentena. Además, estuve con la expectativa de que se publicara mi libro, que salió en diciembre [N. de la R.: Es una autobiografía trabajada junto a Marcelo Ramos, en la que Brandoni recorre, naturalmente, hechos de su vida y su carrera actoral y política]. 

  • ¿Cómo fue encarar el proceso del libro?

Lo hice en dos etapas: una primera desde 2008 hasta 2010, y retomamos en 2018 hasta terminarlo a fines de 2019. A veces me costó disgustos y dolores rememorar situaciones penosas. En otros casos, me dio placer volver al pasado, a momentos brillantes del comienzo de mi carrera. Eso significa que uno no ha parado de vivir y de apostar en un oficio tan irregular y tan azaroso como el que tengo. Estoy muy satisfecho, es el primer libro que saco y no sé si no será el último. Las cosas que cuento allí me parece que son un testimonio de toda una época de Buenos Aires y del mundo teatral que vale la pena que se recuerde.

  • Ahí contás lo que sentiste cuando aceptaste tu primer papel…

Exactamente. Tuve la sensación de que había entrado en un camino del cual no me iba a poder apartar en el resto de mi vida. Fue una sensación que me impactó mucho, la recuerdo como un hecho fundamental en mi vida. Después hubo momentos malos y buenos, por supuesto, de todos los colores, pero dudas sobre mi oficio, querer abandonar esto, nunca. Nunca se me pasó por la cabeza, porque además es lo único que más o menos sé hacer bien.

  • ¿Por qué sos actor?

Porque me gusta expresar emociones, contar historias, y eso me parece que es útil. Yo sostengo que asistir al teatro le hace bien al público. Es un tiempo que se regala, que es para él, que es una decisión propia, en el que está concentrado en lo que hace, por propia voluntad. Va dispuesto a que le cuenten un cuento, y es un acto de buena fe estar dispuesto a creer que lo que se verá por un rato va a ser verdad. Eso es un ejercicio de fantasía que nos mejora un poco. El arte nos hace sentir un poco mejores personas.

  • Es entrar en un juego, ¿no?

Por supuesto. Si no, no se podría hacer. Si yo un día aparezco en una obra como comandante de un portaaviones, la gente me lo va a creer, no va a dudar. El juego está en que el público cree que le va a pasar algo a este personaje y en ese portaaviones. Eso es lo maravilloso que tiene la ficción, porque es un acuerdo de buena fe. Así como el teatro es de las pocas tareas artesanales que quedan en el mundo, este también es un acto de buena fe que no abunda.

“HUBO MOMENTOS MALOS Y BUENOS, PERO DUDAS SOBRE MI OFICIO, NUNCA”.

  • Se suele hablar mucho de la falta de fecha de vencimiento de este oficio. Entre otras cosas, lo demostraste ganando los premios Martín Fierro a Mejor Actor con 40 años de diferencia…

Sí, bueno, esa es una de las ventajas, porque siempre hace falta un hombre mayor, un veterano en alguna obra. Y siempre hace falta un pibe. Está prohibido que los chicos trabajen, pero en una película, por ejemplo, se les permite, porque hacen falta niños para algunos personajes. Entonces, ese tipo de excepciones nos permiten algunos beneficios, mientras uno esté en condiciones de ejercer el oficio bien, con todas sus facultades.

  • Lo que no suele abundar es que le den protagonismo a ese personaje mayor.

Sí, en general los personajes mayores son menos protagónicos, desde luego. Hay una edad central para los actores y las actrices, que es la edad de la mitad de la vida. Pero, de repente, aparecen obras donde los viejos, los ancianos o los maduros pueden protagonizar. En esta obra que estamos haciendo con David Di Napoli hay dos tipos mayores. Eso nos permite a nosotros dos, que tenemos 80 años, poder hacer esto y que la gente se lo crea.

  • ¿Cómo fue para vos llegar a los 80? 

Muy significativo, pero se me frustró todo con esto de la cuarentena. No pude festejarlo ni nada, me quedé con las ganas. Espero el año que viene poder hacer una buena fiesta con mis amigos y mis parientes para festejar eso.

  • ¿Te imaginabas tener 80 como los 80 que tenés?

Sí, siempre. Me vi un poco espejado en mi viejo, que era un hombre que murió un poco mayor que yo, pero que estaba en muy buenas condiciones físicas y mentales, con entusiasmo y ganas de viajar, agarrar el auto y salir. Me espejé en eso, me imaginé, y, además, deseé llegar con buena salud, que es el mayor capital que podemos disfrutar.

  • Los cambios que hay en la sociedad, en la tecnología, en los modos de trabajar, ¿hacen que cambie el modo de actuar?

No, o muy levemente. Simplemente cambia el formato. El teatro requiere una performance física importante porque es un plano general cuyos primeros planos los hace el público. Hay que hacerse escuchar, por más que en algunos casos se usen micrófonos, cosa que yo creo que es absolutamente negativa porque es negar la naturaleza del teatro. El cine tiene otras particularidades, como la poca continuidad en el trabajo por los cortes que hay. Hay que tratar de mantener el mismo tono, la misma emotividad después de un corte. Son esos pequeños recursos técnicos que hay que ir aprendiendo. Son distintos, pero el oficio no se cambia, no hay buenos actores de teatro que no sean buenos actores de televisión. Los buenos actores son buenos actores donde los pongas.

  • ¿Y qué es ser un buen actor?

Ser capaz de hacer personajes. Eso es lo que nos enseñaron en el conservatorio. Entre las pautas que da un texto y la dirección, hay un espacio pequeño donde tenemos un poquito de libertad. Interpretar los personajes es lo más adorable, lo más entretenido, lo más atractivo de ser actor. No hacer lo que nos resulta más fácil, que es actuar de nosotros mismos diciendo palabras que escribieron otros. El asunto es hacer los personajes.

La vida política de Brandoni no fue menos intensa que la actoral. Referente de la Unión Cívica Radical, fue asesor cultural del presidente Raúl Alfonsín y diputado nacional. Fue también secretario general de la Asociación Argentina de Actores durante casi diez años. Hace un tiempo, luego de décadas como socio, se alejó de la entidad por diferencias políticas con la conducción.

  • Contaste más de una vez que perdiste amigos por la grieta…

Sí, perdí muchos amigos, lamentablemente. Antes éramos compañeros de trabajo y amigos, aunque pensáramos distinto. Ahora parece ser que pensar de otra manera transforma al amigo en un enemigo. Esta es la grieta, ni más ni menos. Eso fue y es muy dramático en la Argentina. Sigue siendo muy serio y muy grave. Yo lo lamento enormemente, porque he perdido amigos que nunca en mi vida imaginé que iba a perder.

“INTERPRETAR PERSONAJES ES LO MÁS ADORABLE, LO MÁS ENTRETENIDO, LO MÁS ATRACTIVO DE SER ACTOR”.

  • ¿Cómo se resuelve?

No tengo idea. No sé si hay voluntad de cicatrizar esto, ese es el tema. Como suele decir el refrán, cuando uno no quiere, dos no pelean, pero hace falta algún acuerdo para no pelearnos. No me parece que haya un ambiente, pero no en mi caso personal, sino en el de todos los actores. No hay un lugar que nos nuclee, un bar que nos reúna, un restaurante, un lugar donde vas y estás seguro de que vas a encontrar algún compañero de trabajo, alguien con quien sentarte y tomar un vaso de vino, un café. No está pasando eso. Era así Buenos Aires: en medio de gobiernos de facto y problemas gravísimos como los que hemos vivido en la Argentina, esas cosas no se tocaban, no se mancillaban, no había posibilidad de quebrantar esa solidaridad, ese espíritu de cuerpo. Y esto es lo que me parece que no está. 

  • A futuro, con respecto a la sociedad, ¿sos optimista?

Sí, yo creo que vamos a dar vuelta una página. Nos va a llevar todavía un tiempo, algunos disgustos y dificultades, pero considero que sí, que la sociedad definitivamente no solo ha elegido seguir viviendo en democracia, sino que ahora lo manifiesta como no lo manifestó nunca antes, con esos banderazos, con esas salidas, con hacerse oír. No quiere dejarse llevar por delante más. Tengo muchas esperanzas en eso.