Mundo Marino: crecimiento y conservación

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El parque acuático de la infancia de varias generaciones se presenta hoy como un centro educativo y de conservación. Historia y actualidad del parque.

Mientras el mundo descubría los males de la nueva pandemia y desaceleraba su ritmo, el Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mundo Marino (FMM), después de una breve pausa, recomenzaba sus tareas habituales. El año pasado rescató a unos 174 animales, entre mamíferos, aves y reptiles marinos, que luego fueron asistidos por los técnicos de la fundación. De ellos, 58 pudieron recuperarse y ser devueltos a su hábitat, y 19 requirieron asistencia profesional en la playa sin necesidad de ser trasladados al centro. 

Esta es quizás la cara menos conocida del famoso emprendimiento que funciona en San Clemente del Tuyú, provincia de Buenos Aires, donde se aloja a unos 400 animales en más de 40 hectáreas de parque con lagos, cascadas y arboledas, además de las piletas donde se realizan las exhibiciones. Una cara que es hoy el centro de su actividad, cada vez más lejos de las críticas a un entretenimiento a costa del sufrimiento animal.

“Si mi abuelo viviera, estaría más que satisfecho con todo lo que se ha avanzado”, confiesa a Convivimos Andrea Cabrera, vicepresidenta de la FMM y responsable de Comunicación del parque.

Cabrera es la nieta de don David Méndez, fundador del emprendimiento que, según cuenta, empezó por casualidad cuando su abuelo, que tenía un camping frente a donde hoy está el parque, descubrió los delfines, los lobos marinos, las tortugas y los pingüinos que llegaban heridos a la playa. La familia comenzó así a curar a los animales que arribaban lastimados y los devolvía a la playa, pero estos se quedaban en la zona, acostumbrados a recibir alimento. Fue entonces que construyeron recintos para preservarlos de las personas que, por desconocimiento, los lastimaban.

“Mi mamá estaba embarazada de mí cuando abrieron por primera vez, el 6 de enero de 1979 –recuerda Cabrera–. El parque era muy chiquitito. Después se fue ampliando y rediseñando para que los animales estuvieran mejor”.

AL RESCATE

El funcionamiento del que hoy es un parque educativo sustenta económicamente a la fundación, que realiza tareas de conservación, investigación y educación. Además de las actividades educativas con estudiantes y de recibir a profesionales –locales y de otros países–, la FMM se dedica al rescate de aves manchadas con hidrocarburos, lobos marinos famélicos o con heridas provocadas por redes o restos plásticos, y cachorros de delfines que perdieron a sus madres.

“Tenemos un programa de monitoreo: una recorrida periódica de la playa una vez por semana para ver si hay animales que necesitan ayuda, desde Punta Rasa hasta Villa Gesell”, explica el biólogo Sergio “Pappo” Rodríguez Heredia, responsable del Centro de Rescate de Fauna de la FMM. 

La fundación también recibe avisos de las comunidades costeras y los turistas, y trabaja junto con la Prefectura Naval Argentina. Esta tarea está regulada a través de la Red Federal de Asistencia a Varamientos de Fauna Marina en el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS) de la provincia de Buenos Aires. Vale aclarar que es la OPDS la que decide el destino del animal: si va a la fundación a rehabilitarse y puede insertarse de nuevo en su hábitat natural, si se queda en el parque o si el mejor lugar para él es otra institución.

Desde Mundo Marino aseguran que al rescatar un animal, lo deseable siempre es reinsertarlo en su hábitat, pero que no siempre es posible. Y citan el caso de la orca Kshamenk, que varó en la costa en 1992. Luego de que fuera rehabilitada, consultaron a profesionales locales y del exterior y se decidió que, por la edad del animal, el tiempo que pasó en rehabilitación y la falta de un grupo social no podría volver a la playa.

PRESERVACIÓN

No son pocos los grupos animalistas que critican la existencia de orcas y delfines encerrados en piletas en todo el mundo. Organizaciones como People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) y la Unión Vegetariana Argentina (UVA) alegan que el cautiverio provoca estrés y puede causar psicosis y comportamientos antinaturales en los animales, como morder barrotes o un aumento de la agresión. En particular, los activistas del Partido de la Costa acusan a Mundo Marino de faltar a la ordenanza municipal 2904/06, que prohíbe los espectáculos circenses con animales, y a la Ley 12.238 de la provincia de Buenos Aires, que impide la alimentación y el contacto directo de ellos con el público.

En los últimos años, tanto los oceanarios como los zoológicos sufrieron un cambio radical. Con un mayor conocimiento sobre el desarrollo de las especies y un creciente interés por sus derechos, se pasó de la mera exhibición de los animales en jaulas y tanques a ubicarlos en hábitats diseñados para promover el comportamiento normal y su preservación. Estos centros ya no son un muestrario de especies, sino que se presentan hoy como lugares de conservación de biodiversidad. 

“Tenemos profesionales que generan rutinas de entrenamiento físico, desafíos mentales, se trabaja en enriquecimiento ambiental para fomentar los comportamientos naturales. Se hacen esquemas de trabajo en los cuales un día nunca es igual al otro”, explica Cabrera, y aclara que esos esquemas continúan con el parque cerrado en invierno, para mantener la salud de los animales.

“El condicionamiento de los animales tiene que ver con su bienestar”, apunta Cabrera, y agrega que además es necesario para que accedan a realizarse cuidados veterinarios, como sacarles sangre. “Hacerlos saltar o nadar rápido tiene que ver con una preparación física y una estimulación mental. Nosotros en eso fuimos pioneros”, asegura. 

La FMM también realiza tareas de investigación. Actualmente está trabajando en la conservación de la franciscana, un delfín costero pequeño de color amarronado, vulnerable en la zona, junto con instituciones brasileñas y estadounidenses. “Es un orgullo para nosotros, porque nos hemos convertido en referentes en temas de conservación de fauna marina”, concluye Cabrera. 

ANIMALES EN LA PLAYA

El hecho de que un lobo marino esté solo en la costa no significa que necesite ayuda. A veces, como nosotros, ellos van a la playa a descansar. Pero también puede ser que se trate de un animal enfermo y fuera necesario intervenir. En esos casos, es fundamental no tocarlos ni intentar llevarlos al agua, porque eso les puede provocar estrés. Lo mejor es llamar a un centro de rescate, como el de la FMM –(02252) 43-0300–, o comunicarse con la Prefectura Naval Argentina al 106. Ellos sabrán qué hacer.