Sol Montero

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Cuando empezó a escribir La verdad de una noche, Sol Montero casi arma una tesis sobre el juego y la ludopatía. Debido a su costumbre a los textos académicos y a la cantidad de información que había recogido, a la socióloga e investigadora su primera novela le resultó un gran desafío. 

La muerte de su papá fue el empujón inicial para incursionar en el mundo literario. “Quise buscarlo así porque lo conocía muy poco, comencé a ir a talleres y a soltar la mano para otra escritura”, cuenta. Luego la narrativa se convirtió en una bisagra en su vida. “Fue un quiebre, porque me conectó con una voz muy propia que en el discurso académico está muy borrada. Pude indagar más en la primera persona, en el yo”, explica. 

Ese posicionamiento como autora es, para la también especialista en análisis del discurso político, la impronta política de su novela: “El hecho de inscribirse en un tipo de literatura que reivindica lo singular, ligado a una subjetividad relacionada con las voces femeninas, en contraposición a la gran novela decimonónica asociada a la perspectiva masculina”, sostiene.

Por otra parte, analiza que se lee de un modo más fragmentario: “La idea de la trama quizá es lo que se encuentra en crisis, para eso ahora existen las series. No hay grandes novelas, está en boga la cosa entre el ensayo, lo autoficcional y la crónica”. 

  • ¿Un libro que recomiendes?  

La belleza del marido, de Anne Carson.

LA VERDAD DE UNA NOCHE

Un relato sensible sobre la precariedad de los vínculos, la mentira y la herejía; una historia de amor y adicción, de suerte y destino, de inquietud y revelaciones. 

160 págs.

Ediciones B