Economía circular: Una vida sin basura

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Esta tendencia mundial que alienta hábitos sustentables ya pisa fuerte en nuestro país. Qué propone y cómo seguirla en una guía simple y práctica.

Por: Denise Destéfano
Foto: Gentileza Sentido Circular

La economía circular promueve la idea de una vida sin basura, poniendo su foco en el diseño y los sistemas de producción. Considera que es posible producir sin generar residuos y fabricar artículos que se puedan reintroducir a los sistemas de elaboración y a la naturaleza, una y otra vez. Como en la naturaleza, en la economía circular la basura no existe.
“Esta economía plantea que todo lo que consumimos sea, si se quiere, el alimento de algún otro consumo. En los orgánicos es muy fácil: consumís vegetales, los podés compostar y se transforman en tierra fértil que es posible utilizar para plantar alimentos nuevamente. La idea es copiar eso en nuestro consumo y nuestra producción”, detalla a Convivimos Nicholas Fuchs Facht, cocreador de la organización Sentido Circular junto a María Helena Deane. Al poco tiempo se sumó al proyecto Masha Ridolfi.
“Llevamos a cabo productos, comunicación y servicios para acompañar la economía circular y tratar de generar menos descarte”, agrega. El emprendimiento vende artículos sustentables que reemplazan su versión plástica, como bolsas de tela para comprar a granel.
“Hay dos términos importantes a nivel mundial: la economía circular, por un lado; y por el otro, nosotros como consumidores qué forma de vida decidimos llevar; es lo que llamamos la vida sin basura”, señala el ecologista.

“La economía circular plantea que todo lo que consumimos sea, si se quiere, el alimento de algún otro consumo”.
Nicholas Fuchs Facht

Según cifras del Ceamse, el argentino promedio genera entre 1 y 1,5 kilos de residuos por día y, de esa cantidad, el desecho más problemático es el plástico, un material difícil de reciclar porque pierde calidad en cada ciclo. La materia prima del plástico tarda millones de años en formarse y mucho tiempo en descomponerse, y sus productos generalmente se consumen en minutos.
“Una gran cantidad de plástico está llegando a los océanos a un ritmo de entre 7 y 13 millones de toneladas por año, lo que genera un impacto enorme en la biodiversidad marina y en las aguas. Las bolsas y el empaquetado hoy representan una gran cantidad de ese plástico”, continúa Fuchs Facht.
Y comenta: “Una de las mayores locuras que nosotros encontramos es el sorbete, un producto bastante innecesario y con un uso muy breve. Es el cuarto residuo que se encuentra en las costas. Nuestra idea es que eso no pase más, con sorbetes reutilizables o dejando de usarlos. Por eso proveemos a los restaurantes y a las personas unos de acero inoxidable de la mejor calidad. En los restaurantes están andando muy bien”.

Paso a paso
Sentido Circular creó la guía Más amor, menos basura, que ofrece un paso a paso para vivir sin basura y que está ordenada según el concepto de las cinco “R”: repensar, rechazar, reducir, reutilizar y reciclar.
1. Repensar. El primer paso es mirar la cantidad de residuos que uno genera. Hay que identificar qué material es el que más aparece en la basura, si se está reciclando o no, y cuál se puede reducir. Por ejemplo: si se consumen muchas gaseosas, se puede dejar de comprarlas en botella y cambiar a la lata de aluminio, que es reciclable. Si hay muchos paquetes, significa que uno está comiendo muchos productos procesados que no son buenos para la salud, entonces se recomienda empezar a ir más a la verdulería y a la dietética.
2. Rechazar. En el proceso de aprendizaje es necesario rechazar lo que no es bueno para el ambiente, como los productos descartables y los envoltorios innecesarios. Estos productos que rechazamos van a ser reemplazados por paños reciclados, jabón suelto, cepillos de madera con cerdas naturales, esponjas vegetales, champú y crema de enjuague en barra, pasta de dientes casera, copita menstrual, jarra purificadora de agua, botella reutilizable de acero inoxidable, sorbete reutilizable de metal, servilletas de tela, bolsa grande para el mercado, bolsitas de tela para alimentos sueltos, y así. No hay que apurarse a reemplazar todo de una vez. Para que sea permanente, el cambio debe ser constante y a largo plazo.
3. Reducir. Preguntarse si realmente se necesita algo y por cuánto tiempo traerá satisfacción, pasar el eje de poseer a disfrutar de una experiencia permite ahorrar dinero y reducir los desechos. Es recomendable apreciar lo pequeño sobre lo masivo y la calidad sobre la cantidad, comprando productos diseñados para durar. A la vez, comprando alimentos sueltos o por peso, llevando el propio tupper al trabajo o cocinando en casa, minimizamos el consumo de empaquetados.
4. Reutilizar. Esto se logra compartiendo productos y servicios con la gente cercana, dándole una nueva vida a la ropa de nuestros padres o amigos, comprando artículos usados y reparando los que se rompen, inclusive sumándose a eventos de reparación comunitaria, como los del Club de Reparadores. Para quienes disfrutan las manualidades, transformar los objetos viejos dándoles nuevos usos es una oportunidad para ayudar al ambiente.
5. Reciclar. Implica reintroducir lo que de otra manera hubiera sido basura en el ciclo productivo. Para lograrlo es necesario saber qué materiales se están reciclando en su zona para llevarlos adonde los reciban. Y con los restos orgánicos (solo los vegetales) hacer compostaje. “Yo vivo en la ciudad y composto”, comenta Fuchs Facht al respecto. “Si todos hiciéramos lo mismo, más del 40 por ciento del espacio de los rellenos sanitarios sería liberado”, resume. Es necesario aclarar que, contrario a lo que se puede pensar, el reciclaje es costoso, complejo y requiere energía, otros recursos naturales y material virgen para crear un nuevo producto. Por eso, debe ser siempre la última opción.
“Esta es la era de los cambios de hábitos y de la cultura sustentable. Es una transformación cultural que plantea que nosotros somos dueños y responsables de la solución. Es lo más magnífico y aterrador de todo esto. Y si bien las grandes empresas y las grandes políticas pueden generar modificaciones enormes, cada uno en su día a día puede lograrlas también con esos cambios de hábito de tanto impacto”, concluye el especialista.

MÁS PLÁSTICO QUE PECES

Ellen MacArthur rompió el récord por dar la vuelta al mundo navegando en solitario y ahora se dedica a luchar por un medioambiente sano. Ella calculó que va a haber más plástico que peces en el mar para 2050.
“Al menos ocho millones de toneladas de plásticos se filtran en el océano, lo que equivale a descargar el contenido de un camión de basura en el océano por minuto. Si no se toma ninguna acción, se espera que este número aumente a dos por minuto para 2030 y a cuatro por minuto para 2050”, vaticinó.