¿Qatar sin Diego?

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Foto: AFP.

“Es imposible ser Maradona y ser normal”, dijo Jorge Valdano en una entrevista. Diego, una leyenda del fútbol –tanto por su talento y sus logros deportivos como por el hecho de haber convertido a este deporte en un negocio global– es un actor inolvidable e insustituible.

El jugador argentino murió el 25 de noviembre de 2020 y el Mundial va a estar en plena disputa cuando se cumplan dos años de su fallecimiento. Será difícil entender un Mundial sin su presencia física. La figura del 10 es parte de la memoria histórica de generaciones enteras, aquí, en África, en China o en Italia. No hay quien no reconozca su estampa de artista de la pelota, sus rulos o su cabeza erguida, orgullosa de su nombre. Diego es uno de los grandes genios de todas las épocas y disciplinas. 

Vivió 60 años, pero cada uno de ellos con una intensidad desbordante, a tal punto que parecieron 150 o más. El chico que asomó en las inferiores de Argentinos Juniors con los famosos “Cebollitas” corrió por el mundo jugando con la pelota pegada a su pierna izquierda, como si fueran hermanos inseparables. Dibujó sus proezas, jugando.

Siempre fue el primer hincha de la Argentina. Llevaba metida en su corazón la celeste y blanca, y se entregaba de modo incondicional a ella. En sus épocas de jugador, su regla de oro era estar siempre, cada vez que la selección lo llamara. Fue una especie de código, de grito de guerra. Cuando dejó de jugar, entraba a los estadios enfundado en los colores que lo hicieron Dios del fútbol. Siempre alentó por igual a la selección de fútbol, a Los Pumas, a Las Leonas, a la Generación Dorada del básquet o a Juan Martín Del Potro y al equipo argentino de Copa Davis. 

Cuenta el basquetbolista Juan Gutiérrez que, en un torneo cuadrangular realizado en 2010 en Venezuela, Argentina enfrentaba a Brasil, y Diego –que estaba en Caracas– decidió ir a ver el partido y llegó tarde. Los organizadores esperaron al 10 para dar inicio al juego. Las anécdotas de sus locuras de fanático son interminables y alcanzan a todos los deportes.

Muchos otros extrañan al Diego que los llamaba por teléfono después de perder algún partido para consolarlos o simplemente escucharlos, como hacía con su amigo el DT portugués José Mourinho. 

Maradona no era normal por muchas cosas. Por convertir el juego del fútbol en un arte. Por darles vida a los sueños y a la esperanza. Por ser amigo de fierro. Por la generosidad de compartir su gloria. Por sus milagros futboleros.

Vamos a tener que buscarlo entre el gentío, las banderas o las camisetas. Seguro que se las va a arreglar para ir a Qatar. Seguro va a estar ahí para alentar a la selección de Messi. No puede faltar.