Tejiendo bosques en el interior cordobés

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Varias organizaciones unen esfuerzos para restaurar el bosque de altura en el Parque Nacional Quebrada del Condorito, clave para la salud del ambiente.

Dicen que en los ciclos de la naturaleza todos tenemos un papel. Pero hay algunos que juegan su rol de manera más activa que otros. Este es el caso de la Fundación Manos que Tejen Bosques y la reforestación de la Quebrada del Condorito. 

El Parque Nacional Quebrada del Condorito es un área protegida de 37.344 hectáreas en la ecorregión Chaco Seco, en la provincia de Córdoba, dentro de la Reserva Hídrica Provincial Pampa de Achala a una altura promedio de 2000 metros sobre el nivel del mar.

Precisamente, el parque nacional fue creado para proteger las nacientes de importantes ríos de la provincia cuyo sistema hídrico depende de las lluvias estacionales, de la vegetación presente en las cabeceras de cuenca y del buen estado y funcionamiento de los suelos. En esta zona conviven varias especies que no habitan en ningún otro lugar del mundo, entre las cuales se destacan sus árboles predominantes: el tabaquillo (Polylepis australis) y el maitén (Maitenus boaria), y otras en peligro de extinción.

“Todo Pampa de Achala es una región que tiene una historia de degradación muy fuerte del suelo por la cría de ganadería intensiva durante más de 400 años. Hay mucha erosión de suelo, y gran parte de la falta de los bosques tiene que ver también con esa actividad. El pisoteo de la ganadería y el ramoneo constante, sumados a los incendios provocados para el rebrote del pasto, han hecho que hoy parezca que el paisaje fuera naturalmente pastizal y roca”, relata a Convivimos Elisa Sosa, presidenta de la Fundación Manos que Tejen Bosques.

Manos que Tejen Bosques comenzó como un proyecto de reforestación de bosque silvestre a gran escala en el parque nacional, en el marco de la estrategia multinacional Acción Andina, en la que participan seis países de Sudamérica con el objetivo de restaurar y conservar un millón de hectáreas de bosques de altura. En la provincia de Córdoba, Acción Serrana conforma una red local que también lleva adelante otros proyectos de reforestación intensiva. 

“Pampa de Achala es la reserva hídrica más grande de toda la provincia de Córdoba. Una de sus principales funciones es la de recibir la mayor cantidad de agua en los cuatro meses de lluvia. Y ahí están las cabeceras de cuenca, las nacientes de los ríos más importantes de Córdoba, que dan agua al 70 por ciento de la población”, continúa Sosa. 

El parque nacional tiene como objetivo recuperar los bosques de tabaquillos y de maitenes, que son las únicas dos especies de árboles nativos que crecen a esa altura y que evitan que el suelo se desprenda con las lluvias del verano, ayudando a que la infiltración de las precipitaciones sea lenta para que siga alimentando a los ríos en la época seca. Estos bosques también favorecen la captura de carbono y contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático. 

LA REFORESTACIÓN

El proceso de reforestación es continuo, cíclico. “Cada ciclo empieza con la recolección de semillas en enero y febrero”, detalla Sosa. “Tenemos que recolectar diez veces más de lo que vamos a producir, por lo menos, porque solo brota el 10 por ciento. A partir de marzo o abril, arranca la producción en los viveros que previamente hay que construir o ampliar”, aclara. 

“Empieza la producción de los árboles que plantaremos, que dura todo el invierno, y a partir de octubre, noviembre, ya inicia la campaña de reforestación con la plantación, cuando comienzan el calor, la humedad y las lluvias (para favorecer el enraizamiento). Y ahí se nos solapa con la recolección de semillas, porque plantamos hasta casi marzo. Ese ciclo lo hacemos cada año”, sostiene. 

En este proceso, es clave la participación de los voluntarios; particularmente, en la recolección de semillas y la plantación es cuando más se necesitan. Por razones de seguridad y requisitos del parque, los cupos son limitados a alrededor de 25 personas por grupo. Todos deben contar con la autorización del parque y el seguro correspondiente.

“Yo hago alta montaña, los veía en redes y me gustaba mucho lo que estaban haciendo. Cuando fui, me encantó. Me gustó la forma de trabajar, la organización. El año pasado estuve desde noviembre hasta marzo trabajando todos los fines de semana allá. El trabajo es duro, no es algo simple”, cuenta a Convivimos Vanesa Cortez, voluntaria de la organización desde 2021. 

Desde entonces, Cortez colaboró en todas las etapas del proceso y conoció zonas de los bosques que están vedadas para los turistas. Ella recalca el valor de la comunidad que se conformó con el proyecto y la importancia de darlo a conocer para aprender a conservarlo.

“Uno, de estar ahí, también va observando los cambios. Cómo crecen los plantines, por ejemplo, y es hermoso ver todo el proceso y los bosques. El cambio se nota”, asegura Cortez, y recalca que “uno cuida lo que va queriendo, lo que es suyo. Y esto es para el futuro y el bien común de todos”. 

Asimismo, es necesario destacar en este proyecto la coordinación entre las diferentes organizaciones así como la participación de otras que se van sumando. Por ejemplo, la Fundación Parques, dependiente de la Administración de Parques Nacionales, que intervino en la campaña 2022-2023 colaborando principalmente en la visibilización del proyecto y la recaudación de fondos.

“Dentro de este proyecto, cada año tenemos una meta, que fue escalando. Este año estamos produciendo 40.000 tabaquillos para plantar en esta próxima campaña de reforestación, y lo que se plantó hasta ahora en los cuatro años pasados fue 41.000 árboles. O sea que este año estaríamos llegando a los 81.000 tabaquillos plantados”, detalla Sosa.

En línea con estas metas y con el sueño de seguir creciendo, la Fundación Manos que Tejen Bosques está buscando socios y aportes que le permitan multiplicar las acciones de remediación socioambiental. Los interesados pueden encontrarlos en redes sociales o en el sitio Manosquetejenbosques.org. 

UN EJEMPLO PARA SEGUIR 

Hace más de 25 años que Daniel Renison comenzó a plantar tabaquillos en los bosques de altura en Córdoba. El biólogo del Conicet fue el precursor de la reforestación. “En la Quebrada de los Refugios, donde comenzamos a reforestar, plantamos 25.000 arbolitos nativos, la mayoría tabaquillos. Tardamos diez años en alambrar sus 22 hectáreas para que no accedieran las vacas de los vecinos. Cuando se involucró más gente, de a poco se fue plantando más y más”, relató sobre una iniciativa que no deja de crecer.