Ushuaia:
Belleza en el fin del mundo

0
784

La ciudad más austral impacta con su imponente belleza natural, salvaje y conmovedora. En la Isla Grande de Tierra del Fuego, junto al canal de Beagle, una región que supera la imaginación.

Fotos Gentileza Tremun Hoteles / Turismo Ushuaia 

E

l faro Les Éclaireurs suele ser confundido con el del Fin del Mundo, que se encuentra en la Isla de los Estados, al este de Tierra del Fuego. Pero no. Les Éclaireurs, que significa “los iluminadores”, se eleva en un islote. Los lobos marinos se refriegan en las piedras que lo soportan. Por allá se divisan las islas de los Pájaros y de los Lobos. Sobrevuelan petreles, cormoranes, skuas, gaviotas australes y gaviotines sudamericanos. Los catamaranes se acercan lentamente, surcando el archipiélago Bridges y el paso Chico, al volver de la navegación entre bahía Ensenada o Lapataia. El sol empieza a esconderse, aunque la tarde promedie en los relojes. Los turistas, maravillados, se asoman e intentan eternizar una de las imágenes más espectaculares del planeta. 

Es tan al sur… es en el fin del mundo. Es ese faro y, allá atrás, una ciudad alucinante colgada de las montañas imponentes, nevadas, atronadoras. Una ciudad que baña sus plantas en el canal de Beagle. La imagen supera la imaginación.

Allí hay historia, hay sur profundo, hay un clima que penetra hasta los huesos, como su viento eterno. Hay mística. Hay una gastronomía exquisita, hay confort para todos los gustos y los bolsillos. Pero, por sobre todas las cosas, hay una belleza natural extraordinaria que estremece los sentidos. En la foto tradicional, aparece el faro que ilumina Ushuaia y la ciudad misma se acurruca entre el cielo, la nieve y el mar, y en el atardecer, devuelve sus luces en forma de chispas. Una postal, una de tantas, de tal belleza que emociona. 

Es la Argentina, es la Patagonia, es la Isla Grande de Tierra del Fuego. Es Ushuaia, que en lengua yámana significa “bahía mirando al poniente”. Es la puerta de entrada al continente antártico y el último eslabón del corredor austral que se complementa con El Calafate y con Bariloche. Es el fin del mundo. O como suele asegurar un poblador de la ciudad, es el principio del despertar de la sensibilidad.

Es la leyenda del kilómetro cero, aunque la ruta 40 –que en la imaginación la une con La Quiaca recorriendo el país– solo llegue a Cabo Vírgenes, en Santa Cruz. A Ushuaia llega la también mítica ruta 3. La impactante cordillera de los Andes se apaga a sus espaldas. Los montes Cinco Hermanos sobresalen como una mano apuntando al cielo. Otras elevaciones, el monte Olivia y el Martial, la circundan. De este último se produce, cada agosto, la bajada de antorchas, un espectáculo impresionante. 

El puerto desde los cerros. A Ushuaia llegan modernos cruceros durante todo el año.
La telesilla del Cerro Castor, donde se encuentra la pista de esquí más renombrada.

NATURALEZA PROFUNDA

Y ya que estamos en la ruta 3, el primer destino impactante, ya en Ushuaia, es el Parque Nacional Tierra del Fuego, al que se llega por esa vía, que ingresa por 12 km en su interior y finaliza en bahía Lapataia. También se accede por pasos peatonales en el cañadón de Andorra y el de la Oveja, que confluyen en la laguna del Caminante. La hermosura de sus 70 hectáreas es apabullante. Abarca el extremo austral de la cordillera, el lago Khami y el bosque subantártico hasta la costa del Beagle. En su seno, se encuentra una síntesis de la riqueza biológica y paisajista de la región.

Se suele decir en la propia Ushuaia que la mejor manera de conocer en profundidad la isla de Tierra del Fuego es caminándola, observándola y viviéndola, paseando por senderos, explorando sus bosques, transitando por sus ríos, conviviendo con la flora y la fauna autóctonas, para acceder así a sitios increíbles como el cordón Alvear, la laguna Esmeralda, el glaciar Ojo del Albino, las Torres de Rino Toribio, el paso Tristen, el lago Fagnano. O los valles Carvajal, Tierra Mayor y Andorra, donde se reiteran los turbales, que no son sino depresiones postglaciarias del terreno, cubiertas a lo largo de los siglos por carbón orgánico y musgo: algunas llevan más de 5000 años de acumulación. 

En muchos de esos lugares se podrán divisar flamencos, patos, cauquenes y miles de otras aves. O, tal vez, convivir con los castores: un verdadero problema de la región, luego de que en 1946 llevaron 20 ejemplares de Canadá con la idea de fomentar la industria de las pieles, pero el descontrol fue tal que se reprodujeron en plaga y afectaron una superficie de bosque equivalente a dos veces la ciudad de Buenos Aires. 

Un modo alucinante de atravesar todos esos senderos es en 4×4: justamente es cada vez más tradicional el Rally de la Hermandad Argentino-Chilena, que reúne a participantes de los dos países. Aunque en diferentes zonas, las travesías se asocian con circuitos de trekking, mountain bike, canoas y avistajes. Claro que en las épocas más estivales crecen las alternativas para practicar canotaje o kayak, con la adrenalina de dejarse llevar por la corriente o luchar contra ella. También surge la posibilidad de pesca deportiva de alta calidad entre noviembre y mayo, en la cuenca del lago Fagnano, como en los lagos Yehuin y Yakush, las bahías Torito y de los Renos, o los ríos Milna, Tuerto y Valdez, entre otros. 

En cualquier estación, una experiencia inolvidable será recorrer los bosques de lengas entre los cerros nevados, en trineos impulsados por perros siberianos (huskies) y alaskanos (pointer, lebrel y braco): el visitante quedará estremecido por la relación entre los animales y sus conductores, y el muy particular lenguaje con el que se comunican.

Los turistas más exquisitos tienen la alternativa de sobrevolar la zona en avioneta o helicóptero para disfrutar de inolvidables vistas aéreas. Pero para quienes prefieren la tierra, aunque sea en dos ruedas, cada noviembre se realiza el Encuentro Internacional de Motoviajeros en el Fin del Mundo, que este 2019 llegará a su edición once; una buena opción, aunque no sea como la de las motos de nieve, que ofrecen la alternativa de recorrer sitios ocultos del bosque nevado, con sus arroyos y lagos. 

El faro Les Éclaireurs, frente a la bahía. En 1920 cumplirá el centenario de su inauguración.
Los más importantes alojamientos ofrecen sus servicios en las principales pistas.

LAS CARAS DE LA NIEVE

Si la decisión es aprovechar la Ushuaia blanca, el dato relevante es que aseguran que la mejor manera de disfrutar el bosque helado y los valles perpetuos es realizando caminatas con raquetas, incluso durante la noche, munidos con un farol bajo la luna austral. Decididamente, una experiencia única, aunque se trata de una modalidad muy diferente al esquí tradicional. 

Ushuaia es la Capital Nacional del Esquí de Fondo, instancia a la que llegó por sus pistas naturales extendidas sobre turberas, como la Jerman, del Club Andino; el Valle de Lobos; el Solar del Bosque; Nunatak; Llanos del Castor; Valle Hermoso; Las Cotorras y Haruwen. Una alternativa es practicar snowboard: las pistas de Cerro Castor tienen un prestigio difícil de emparejar, ya que es el centro más moderno de la región y cuenta con 24 pistas, snowpark y varios medios de elevación (tres telesillas, cuatro teleski y un bambi lift). 

Otro imperdible es la Cárcel del Fin del Mundo, un lugar estremecedor hoy reconvertido en museo. El penal funcionó entre 1902 y 1942, año en que un decreto del presidente Juan Domingo Perón –ante un pedido del director de entonces, Roberto Pettinato (padre)– frenó lo que significaba la detención –en condiciones extremas e inhumanas de aislamiento y climáticas– de presos comunes o políticos, e inclusive de los delincuentes más peligrosos. Algunos fueron famosos, como el tristemente célebre “Petiso Orejudo”. En cinco pabellones construidos en la zona este de la ciudad, a pocas cuadras del centro, entre las calles Yaganes y Gobernador Paz, alojaban a unos 540 presidiarios que trabajaban allí o eran trasladados en un pequeño tren, aun bajo temporales de nieve, para extraer madera en lo que hoy es el parque nacional. En la actualidad, el expenal es profusamente visitado por los turistas, que pueden recorrer sectores que permanecen acondicionados igual que cuando los habitaban los presos y hasta participan de teatralizaciones en las que incluso visten ropa similar a la de los presidiarios. En una de sus alas se habilitó el Museo de Arte Marino, que contiene obras de grandes pintores argentinos. El tren que trasladaba a los presos, hoy acondicionado, es otro atractivo turístico.

El penal integra un circuito histórico con el Museo del Fin del Mundo que se complementa con la antigua Casa de Gobierno y los museos de Maquetas del Mundo Yámana y De la Ciudad (Antigua Residencia Familia Pena). Así se puede tener una acabada realidad del pasado edificado por indígenas, colonizadores, piratas y antiguos ocupantes de una ciudad que se considera joven, ya que fue fundada el 12 de octubre de 1884, cuando una expedición argentina instaló una subprefectura y plantó la bandera nacional en la bahía –aunque en la zona ya vivían 300 misioneros anglicanos de la South American Missionary Society–. Una ciudad que a partir de la década de 1970 multiplicó su potencial merced a un régimen de promoción industrial y atrajo a mucha gente que llegó a ella no solo para gratificarse con su impactante belleza, como ocurre con millares de visitantes cada temporada. 

Sus diferentes centros de esquí convocan a los más avezados deportistas, pero también a los principiantes.
CENTOLLAS

La avenida San Martín es la principal de Ushuaia. Enclavada en el centro cívico, paralela a la costa, contiene construcciones originales, algunos de los museos, los comercios más variados, modernos free-shops y varios de los restaurantes más característicos. En sus vidrieras se exhiben enormes y espectaculares centollas, un verdadero manjar fueguino que se degusta de variadas maneras. Claro que la oferta gastronómica propone opciones para todos los gustos. Otros productos típicos son los mariscos, la merluza negra o el cordero fueguino, combinados con cerveza artesanal, deliciosos chocolates o los tés, dulces y helados con sabores de frutos del bosque.

DATOS ÚTILES

Cómo llegar

Entre Ushuaia y Buenos Aires hay 3065 km. En auto, el ingreso a la isla es por la RN 3, que nace en la CABA, corre paralela a la costa atlántica para finalizar en la bahía Lapataia, en el Parque Nacional Tierra del Fuego. Se debe cruzar en ferry el estrecho de Magallanes y transitar por Chile.

La forma más utilizada es el avión. El Aeropuerto Internacional Malvinas Argentinas, de Ushuaia, se encuentra a 5 km del centro. Desde Buenos Aires hay varios vuelos diarios, directos o con escalas. Conexiones con Córdoba, Mendoza, Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz. 

Al puerto, ubicado en la bahía, en la zona norte del canal, arriban buques de transporte navales, barcos comerciales, turísticos y científicos, como así también cruceros y otras embarcaciones que visitan la ciudad.

Se suele llegar a Ushuaia para luego ir a la Antártida, Río Grande, las islas Malvinas, los valles fueguinos o Tolhuin, entre otros destinos. También es un clásico el circuito que incluye a Ushuaia y El Calafate, en la provincia de Santa Cruz.

Clima

Es frío y húmedo, con una amplitud térmica anual baja (7,5 °C) y una media anual de 5,6 °C. Las precipitaciones son uniformes y de baja intensidad durante todas las estaciones (200 días al año).

Alojamiento

Ushuaia está preparada para brindar el mayor confort al turista, con una gama altísima de alojamientos. Uno de ellos es Las Hayas Ushuaia Resort, un cinco estrellas, ícono de la ciudad, instalado en en el monte Martial, rodeado de un bosque de ñires, lengas y hayas, una reserva natural a 2,5 km del centro. Elegante, recién renovado. Incluso desde su selecto restaurante gourmet Le Martial, la vista es impactante: los picos majestuosos de la cordillera y el magnético Beagle.

Pingüinera

Es un paseo clásico que entrecruza la belleza del paisaje con naturaleza e historia. Se realiza en una embarcación que encara por el canal de Beagle hacia la isla de los Pájaros, pasa por el faro Les Éclaireurs y sortea con cuidado el crucero Monte Cervantes, hundido en la zona en 1930. Llega luego a la antigua estancia Remolino, cerca del casco del buque Sarmiento, que yace semihundido desde 1912. Tras girar hacia el este, llega a Puerto Almanza, enfila hacia la isla Gable (recomendables las caminatas), la bahía Cambaceres, el paso Mackinlay y la isla Martillo, para toparse al fin con una extraordinaria colonia de pingüinos magallánicos. Los guías turísticos suelen cambiar el volumen de su voz en este sitio, especialmente si la excursión se realiza en verano, durante la época de reproducción, cuando los animales se acercan a las costas de la isla.

Cruces a Chile

Se puede contemplar Tierra del Fuego con otra perspectiva desde las islas chilenas, en el poblado de Puerto Williams, donde se asegura que el turista se encontrará con la Ushuaia de mitad del siglo XX.