Copenhague: La capital de la felicidad

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La ciudad más importante de Dinamarca tiene uno de los niveles de vida más altos del mundo. Sin embargo, allí el bienestar no se exhibe de forma ostentosa, sino asociado al concepto de “felicidad de las pequeñas cosas”. Un recorrido por el pasado y el presente de una de las puertas de Escandinavia.

Fotos iStock

Copenhague, una ciudad asombrosa…”. La respuesta a esa frase es sorprendente: “Sí, la ciudad de Borgen…”. Lo que ocurre es que las características comunicacionales de estos tiempos tan particulares hacen que la capital de Dinamarca, una ciudad para llegar y enamorarse de ella, sea relacionada de inmediato con la popular serie creada con auspicio de la Danmarks Radio, un enorme éxito en las plataformas más visitadas, una tira que vindica la política, pero que además muestra al mundo la vida escandinava.

Y aunque, en realidad, Birgitte Nyborg, la protagonista de la serie, no sea verdaderamente la primera mujer en haber alcanzado el cargo de primer ministro de ese país y TV1 no sea su principal medio de comunicación, sí refleja, por caso, que “Borgen” es el término coloquial con el que se denomina al Palacio de Christiansborg, que se encuentra en el Slotsholmen (islote del castillo), ubicado en el corazón de la ciudad, muy cercano al puerto. Se trata de un imponente complejo de castillos y palacios de estilo barroco, construidos sucesivamente desde 1167 cuando se erigió el primero, el Absalón, y en la actualidad concentra el alma del poder del país, ya que contiene las sedes del primer ministro, el Folketing (parlamento) y el Tribunal Supremo. 

El Palacio de Christiansborg puede ser la primera –pero desde ya no la única– parada de todo visitante de esta ciudad atrapante, con riquísima historia y potente presente, una mixtura que se advierte en cada paisaje, en cada esquina, en cada característica que se descubre de København, como se refiere a Copenhague en danés. Un pueblo de pescadores que fue fundado en los años 900 y que cinco siglos después se convirtió en capital del país. Una ciudad que debido a pavorosos incendios prácticamente no conserva casas medievales, la mayoría de los edificios más antiguos son posteriores a 1600, construidos en piedra. Que se encuentra en un sitio estratégico del mar Báltico, en el sureste de Escandinavia. Unida con la ciudad sueca de Malmoe por el puente de Oresund sobre un brazo de ese mar. 

El estilo barroco siempre presente. Decenas de castillos y palacios en toda la extensión de la ciudad. Como el complejo de Christiansborg, la sede de los poderes daneses.
La famosa Sirenita, emblemática estatua, pequeña, bañada por las aguas del Báltico.

Si bien se dice que un paseo de punta a punta del centro de la ciudad “solo lleva alrededor de una hora”, se supone que puede durar bastante más. Empezando por Kobenhavn H (la estación central de ferrocarril), que la une con los destinos más diversos. Y continuando al otro lado de la calle por los Jardines Tívoli, un parque de atracciones gigante de más de un siglo y medio de existencia y gran tradición, que incluye jardines, paseos, montañas rusas, tiovivos, restaurantes, pequeños teatros y auditorios, y representaciones culturales para todos los públicos. Y una vista electrizante de la ciudad, especialmente en horarios nocturnos, o con las espectaculares puestas del sol. Justamente son célebres los conciertos de los viernes por la noche, muy eclécticos.  

Rådhuspladsen, la Plaza del Ayuntamiento, es el centro neurálgico. Allí nace la emblemática calle Strøget, que vertebra la ciudad: unas 25 cuadras, la gran calle comercial que mueve parte de la vida de la metrópoli, con tiendas, cafés, bares y discotecas, y se extiende hasta Kongens Nytorv, un popular parque que da marco al Hotel D´Anglaterre, al Teatro Real, a los almacenes Magasi y a la sede de la Agencia Europea del Medio Ambiente o la Rundetårn (Torre Redonda). 

Amalienborg es el palacio donde vive parte de la familia real danesa, y unas cuadras más allá, frente a la Kastellet, una antigua fortaleza militar, está la famosa estatua de la Sirenita, histórica, pequeña y emblemática, levantada fuera de la costa y bañada por las aguas del Báltico. 

Una particularidad de Copenhague es que tiene áreas con características muy diferenciadas. Como el barrio Norrebro, uno de los elegidos por el turismo, pintoresco por su concentración multicultural a través de la migración y de la presencia internacional, y porque interactúan en él la juventud y la cultura alternativa representada por artistas de todas las edades. Allí se advierte una verdadera ensalada de idiomas, productos y tradiciones. Su calle principal, Nørrebrogade, es toda una aventura. 

El Østerbro es el barrio de la clase más adinerada, al este de la ciudad, con su parque Trianglen y las muy elegantes calles Østerbrogade y la Øster Allé que lo atraviesan, para desembocar en pequeños lagos, hermosos, y el principal estadio del país, el Parken. Detrás se ubica otro parque emblemático, el Fælled Parken, con sus praderas, su lago y las áreas deportivas. Además es, tradicionalmente, el sitio elegido para las grandes concentraciones políticas y sociales: son célebres las masivas manifestaciones cada 1° de mayo.

Copenhague también tiene playas: la Islands Brygge (una zona modificada y adaptada por el municipio para capitalizar el curso de los canales) y Amager Strand (un trazado natural que cuida particularmente la estructura y los paisajes originales). El norte de la ciudad ofrece como atractivos los museos, como el de Louisiana o el de Karen Blixen, o las playas de la isla en la zona de Gilelleje. 

Dinamarca es, en definitiva, una muestra palpable del estado de bienestar nórdico. La educación y la salud son gratuitas, junto al nivel de vida que está en estándares altos. Un detalle anecdótico: hay lámparas que imitan la luz del sol y suministran vitamina D en invierno, cuando el sol se guarda a primera hora de la tarde. A Copenhague se la caracteriza como una de las “ciudades más felices” por ese “hygge” (bienestar) que hasta se promociona como leyenda en las remeras. En todas partes se respira una agradable sensación de confort y felicidad basada en saber disfrutar de la vida a base de planes sencillos y relajados.

A la ciudad también la denominan “planeta bici”: hay miles de bicisendas en un intrincado trazado de 454 kilómetros, transitadas por decenas de miles de vehículos de todos los colores, modelos y performances, aunque la mayoría lleva canastas adelante que cargan de todo. Los usa todo el mundo… 

Como para llegar a Copenhague y enamorarse… 

El medioambiente y el estado de bienestar tienen una importancia clave en Dinamarca.

Smørrebrød

Es el sándwich típico de toda la región escandinava. Es abierto, de un pan rico en cereales, untado en manteca y con muchas variantes (carne asada marinada, pescado frito, queso y tomate), aunque el clásico es el arenque, el “sild”, en pickle, marinado. Una delicia para comer al paso.

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR

El aeropuerto de Kastrup está 8 kilómetros al sur del centro de Copenhague, en la isla Amager. Hasta allí llegan las principales líneas aéreas del mundo, que conectan a esta ciudad con todas las más importantes. Lo más usual desde Sudamérica (para nada la única ruta) es hacer combinación en Madrid o Barcelona, para luego, por diversas líneas, completar el tramo a Copenhague. Una alternativa es el aeropuerto de Malmö-Sturup, situado en la localidad de Svedala, a unos 28 kilómetros al este de Malmoe, Suecia. El puente de Oresund conecta ambas ciudades: entre sí hay aproximadamente unos 45 kilómetros, que se pueden recorrer en un viaje de auto de tres cuartos de hora por una excelente autopista, la E20.

VIVIENDA

En Copenhague las posibilidades de alojamiento son muy diversas, como en todas las principales ciudades importantes del mundo. Hay hoteles y alojamientos de todo nivel y precios. Claro que, cada vez más, se utiliza la modalidad de rentar departamentos o habitaciones, un tema favorecido por la proliferación de apps que permiten la contratación directa. De todos modos, se recomienda tener en cuenta que en los meses de agosto y septiembre todos los estudiantes van a la ciudad a buscar alojamiento y, además de ser casi imposible encontrar lo deseado, los precios son mucho más elevados que durante el resto del año.

TRANSPORTE PÚBLICO

Se pueden hacer todos los recorridos por medio del transporte público, lo que achica sensiblemente los gastos, aunque la recomendación es calcular bien el número de viajes antes de comprar billetes sueltos, acotados en lapsos o bonos (klippekort). Es importante no intentar utilizar el transporte público sin billete: las multas son considerables. Además, la bicicleta es un método de transporte muy eficaz en la ciudad.

TARJETA

Si bien en todos los comercios, grandes o pequeños y de toda índole, es muy fácil desenvolverse con tarjetas de débito y crédito, también es importante saber que para el público sudamericano hacer turismo en Copenhague es, por lo menos, un poco caro. Por lo que se recomienda utilizar la Copenhagen Card, la tarjeta turística de la ciudad, que en la mayoría de las instancias presenta bonos, ofertas y variados descuentos.

DISEÑO

Otro de los atractivos de Copenhague son sus ferias de diseños, especialmente cuando se trata de mobiliarios o modernos centros arquitectónicos. Sus principales arquitectos son Jørn Utzon (famoso por su diseño de la Ópera de Sídney), Finn Juhl, Kaare Klint, Poul Henningsen y Verner Panton. Tal vez el más popular sea el gran arquitecto Arne Jacobsen, quien cobró notoriedad en el mundo con sus creaciones de sillones y sillas: por ejemplo, la danesa, la huevo y la cisne.