Valles Calchaquíes: La inmensidad de un paisaje espléndido

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Un imprescindible recorrido en el norte argentino, para reconocer parte de la provincia de Salta y también zonas de Catamarca y Tucumán. Historia, paisajes y viñedos que permitirán degustar los vinos blancos más exquisitos.

Fotos iStock

El silencio abruma. El sol apenas entibia. El viento sopla como si fuera un antiguo e irremediable compañero de viaje. Las irregularidades del terreno les dan marco a los cambios de ánimo. El verde se pierde en las montañas o en los espejos de agua, que, junto al ocre de los médanos, cubren los resquicios, le dan inmensidad a una pintura espléndida. Dicen que si se hace un paseo por el norte es imprescindible recorrer palmo a palmo los Valles Calchaquíes. Dicen que por allí se descubrirán los paisajes más increíbles, los rincones con la paz más profunda, la historia y las tradiciones milenarias de sus habitantes originarios, la llegada de la colonización española, la arquitectura, la arqueología, el pasado y el presente, sabores y aromas muy propios, el clima seco y benigno, todo eso con un aditamento indispensable: la amabilidad de su gente, los “vallistos”. Pues aquí están los Valles Calchaquíes…

Para empezar, recordemos que abarcan tres provincias vecinas y con particularidades muy similares –Salta, Tucumán y Catamarca–, en una superficie cercana a los 21.000 km2 de valles, arenales y serranías que conforman uno de los sitios más atrayentes y visitados de la República Argentina. Calchaquíes eran los miembros de una nación diaguita que se enfrentaron duramente ante las tropas españolas desde mediados del siglo XVI, durante más de 100 años. Como testigos quedan los desfiladeros, las quebradas, los senderos y las cumbres de esta región. Tierras con extraordinaria historia precolombina y colonial, sembrada de tradiciones, guerras, sabiduría, vida y muerte en muchos pueblos, algunos de los cuales parecen detenidos en el tiempo. También se encuentran sitios arqueológicos, pinturas rupestres y la raíz calchaquí impregnada en las artesanías de cerámica, textiles o cueros, en instrumentos musicales como bombos, cajas, guitarras o en los de viento.

Son múltiples los vestigios de los pueblos originarios, perdidos en paisajes de enorme belleza.
Llamas, alpacas, vicuñas, guanacos y muchos más. La fauna de los Valles Calchaquíes tiene características muy propias

EL ALMA DEL VALLE

Hay muchos circuitos, casi tantos como visitantes, en función de la diversidad y la cantidad de sitios que se deseen conocer. Una de las posibilidades, la más común, es partir de la ciudad de Salta. Luego de recorrerla, el primer destino es Cerrillos, a apenas 15 km, rodeado de cultivo de tabaco y cereales. La RN 68 pasa después cerca del impetuoso río Rosario, que se contrapone con el tan sereno río Arias. Tras la bifurcación, se arriba al Valle de Lerma, donde se encuentra La Merced, con su Santuario del Señor de Sumalao, sitio de la tradicional Fiesta Grande cada domingo de Pascua. Como el Festival de Canto y Jineteadas, en El Carril, pocos kilómetros más allá, un poblado antiguo, de tradiciones gauchescas. Desde allí se puede apuntar a Cachi, por la RP 33, o a Cafayate, por la RN 68.

Al llegar a Cachi se sentirán los 3000 msnm. Allí se ven picos nevados, cardones y vestigios arqueológicos de antiquísimas civilizaciones; y ya en el centro, la iglesia del siglo XVI con sus techos de madera de cardón que fue declarada Monumento Histórico Nacional. Cachi se encuentra a 157 km de Salta. El Nevado de Cachi es el pico más alto de los valles, con sus 6400 m, un sitio muy frecuentado por los admiradores del turismo aventura y el montañismo. Luego se ingresa en el Parque Nacional Los Cardones, cerca de la localidad de Payogasta, un ecosistema de monte, pastizal de altura, prepuna y puna altoandina. 

Varias de esas poblaciones merecen ser recorridas. San Carlos, La Poma, Angastaco, Animaná, Molinos, Seclantás, entre varias otras unidas por un muy pintoresco camino de ripio, pasando por la quebrada de las Flechas, donde las formaciones montañosas con paredes de 20 metros de altura dan la impresión de caerse arriba de quien las admira. Así se llega a Seclantás, un pueblito típico, con casonas enormes de adobe, galerías y grandes patios, además de una animada plaza central, desbordante de palmeras y plantas que pintan un colorido muy particular durante todo el año. La iglesia del cementerio, construida en 1885, fue declarada Monumento Histórico. La vista del valle es excelente.

«La gastronomía es muy diversa y gustosa, pero resultan imprescindibles las empanadas que en cada lugar presentan diferentes características.»

Desde esa zona se llega a Cafayate asumiendo la atrayente aventura de encarar la RN 40, o retornando a la RN 68, y enfilando por su asfalto para conocer Coronel Moldes, a donde suelen llegar los aficionados de la pesca deportiva de pejerreyes y dorados, en el río Juramento, o quienes practican los deportes náuticos en el dique Cabra Corral. Un breve trecho después, aparece Ampascachi, un antiguo asentamiento aborigen. Luego ya se ingresa en la quebrada de las Conchas, un tramo de 83 kilómetros de longitud, una región ideal para caminatas en medio de montañas multicolores, médanos y extrañas formaciones. Contiene a La Viña: fueron los jesuitas quienes cultivaron los primeros viñedos, por caso, en los terrenos de la Finca El Carmen, donde se podrá admirar uno de los más antiguos trapiches. 

Al continuar el trayecto, es posible ver las Ruinas de Quitilipi y Las Curtiembres, con sus construcciones de adobe y viviendas sepultadas. El camino merece algunas paradas para admirar formaciones naturales espléndidas como el Anfiteatro, la Garganta del Diablo, el Obelisco y la Casa de los Loros, entre otras, que luego desembocan en Los Médanos, pequeños arenales blancos con composición de mica calcárea. Si se puede, conviene prever el recorrido para pasar por allí en noches de luna llena, ya que es alucinante su reflejo en los minerales del suelo.

Las diversas ruinas precolombinas dan cuenta de un pasado laborioso y fecundo. Las de Quilmes, Cafayate, Cachi, Santa María, cada una con sus características.
En el recorrido por los Calchaquíes, siempre hay a mano un pueblo extraído de los tiempos. Historia y tradición en cada rincón.

Y finalmente, sí, se arribará a Cafayate, con sus montañas multicolores, para pasar por el ritual casi imprescindible de probar su excepcional vino torrontés. Aunque en su Museo de la Vid y del Vino se ofrezca otra delicia: el helado elaborado de gustos como cabernet, malbec y, claro, también torrontés. Se pueden visitar las bodegas para disfrutar de sabores únicos de vinos blancos y afrutados. Además, la Catedral Nuestra Señora del Rosario es una de las muy escasas en Latinoamérica que conserva sus cinco naves originales: fue construida en 1885. Ni que hablar de las ferias y los talleres que ofrecen las artesanías típicas de alfarería, plata y telares. Desde allí, algunos paseos muy recomendables son el de San Isidro, con sus cuevas con pinturas rupestres; y el Museo Regional y Arqueológico Rodolfo Bravo, que muestra más de mil piezas y un molino jesuítico que funciona hoy como hace 350 años.

Ingresando por Catamarca, podemos arribar a Santa María, que también contiene el pasado milenario de la etnia diaguita. Miles y miles de ellos transitaron por sus suelos. Las misiones jesuitas, en 1618, la denominaron “Santa María de los Ángeles”. Cuatro siglos pasaron y hoy ofrece como atractivos turísticos sus paisajes y también el Museo Arqueológico Eric Boman, el Centro Cultural Yokavil, el Monumento a la Pachamama y sus hilados junto a las artesanías en cerámica. 

Ya en Tucumán se llega a un destino espectacular, las Ruinas de Quilmes, que pertenecieron a las tribus quilmes y calchaquíes, quienes se ubicaron sobre las laderas de estas sierras y en el cordón montañoso. Dicen los tucumanos que la enorme montaña parece sacada de un cuento y que, en realidad, es una fortaleza de piedra, con sus corrales y sus cactus: son vestigios, marcas y huellas de las comunidades que criaban animales y sembraban quinua, maíz y otras plantaciones. Allí se defendían de los conquistadores españoles, quienes se encontraron con una fuerte resistencia. Luego, el visitante deberá tomar una ruta de ripio, que une las ruinas con el cerro Alto del Rey. Claro que después de recorrer sus bodegas, talleres de artesanos y múltiples peñas. 

El recorrido lleva como paso siguiente a Amaicha del Valle, con su paisaje privilegiado, un muy rico legado histórico y arqueológico, y un microclima con temperaturas medias de 20º C y un sol perenne que solo cuatro o cinco días al año no se ve, lo que lo hace un lugar soñado. Se encuentra a 164 kilómetros de la capital provincial y a 2000 msnm. También es famosa por su celebración de la fiesta de la Pachamama, una de las más antiguas en honor de la Madre Tierra, y por tener la primera Bodega Comunitaria de América del Sur, la tercera en el mundo, llamada Los Amaichas, que comenzó a funcionar en 2011. 

Está muy cerca de Acheral y a 50 kilómetros de Tafí del Valle, que conecta los Valles Calchaquíes al este. Los diaguitas lo llamaban “pueblo de entrada espléndida”. Se caracteriza por su horizonte mezclado de verde y marrón, junto con su dique, el Museo y Capilla Jesuítica de la Banda, la Quebradita tan especial para caminatas o cabalgatas, sus tradicionales estancias y el valle rodeado por los cerros El Pelao, Muñoz, Ñuñorco y Mala Mala. En sus admirados faldeos se pueden observar muchísimos asentamientos precolombinos.

Como para cerrar un recorrido fascinante por estos Valles Calchaquíes. Una visita imprescindible para cualquier temporada del año si el sitio elegido es el norte argentino. 

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR

Por auto: El recorrido se puede hacer desde las ciudades de San Miguel de Tucumán, Salta o San Fernando del Valle de Catamarca. Para llegar a ellas desde Buenos Aires se deben recorrer 1247 km, 1282 km y 978,9 km, respectivamente. Entre un extremo y el otro del valle hay unos 500 km, aunque la distancia varía sustancialmente según el recorrido. 

Por ómnibus: La Estación de Tucumán se encuentra frente al Parque Centenario 9 de Julio (Av. Brígido Terán y Bernabé Aráoz, a siete cuadras del centro; Tel: +54 381 521-1491); la de Catamarca es en Av. Güemes 856-894, Tel:. 0383 345-6523; la de Salta en Av. Hipólito Yrigoyen 399 (03873 46-1362). 

Por avión: En Tucumán, el aeropuerto es el Internacional “Teniente Benjamín Matienzo”, a 9 km del centro, Ruta A016, km 9. En Salta, el Aeropuerto General Martín de Güemes, RN 51 km 5, A4400 (0387 424-3115). En Catamarca, Aeropuerto Internacional Coronel Felipe Varela, en Las Tejas de Valle Viejo, 15 km al sur (0383 445-3684). 

ALOJAMIENTO

En sus más de 550 kilómetros de extensión entre los extremos, las diferentes localidades de los Valles ofrecen una excelente infraestructura de servicios hoteleros para viajeros, según sus gustos y disponibilidad monetaria: campings, estancias, cabañas, hotelería de categoría, hosterías, hostels y posadas.

GASTRONOMÍA

Los ingredientes básicos de la cocina de los Valles Calchaquíes son muy variados, aunque siempre estarán presentes las gustosas empanadas, con las formas muy características de preparación salteña, tucumana o catamarqueña. Además, claro, platos con carne de vaca, cordero, pollo, chivo, ciervo, pescado y llama, así como maíz, porotos o frijoles, quinua, ají o chile dulce, cayote o chilacayote y cuaresmillo, una variedad de durazno o melocotón chico.

CLIMA

Es una región seca, árida, con vientos del noroeste y oeste, y ventiscas de nieve en las cerros en invierno. Llueve en verano entre noviembre y marzo, y no exceden los 200 mm al año. La amplitud térmica diaria es grande, caracterizándose por la alta luminosidad de los días y la baja humedad relativa ambiental. Las temperaturas varían entre los 20º y 25º con máximas de 35º en verano y mínimas de 5º y hasta -15º en los inviernos muy rigurosos.

RECOMENDACIONES

Tener en cuenta que los cambios de luz harán completamente distinto el paisaje y sus colores, según cuál sea la hora en la que se lo recorra. También que es preferible no hacer tramos largos durante el mediodía, debido al intenso calor y la radiación solar. En consecuencia, es recomendable llevar abundante cantidad de agua, protector solar, sombrero, vestimentas de mangas largas, pantalones largos y calzado cerrado. 

Solo algunos tramos están asfaltados, la mayor parte del recorrido es de ripio o de arena. Conviene viajar con las ventanillas cerradas y el aire acondicionado que evita la entrada del polvo abundante que levantan los vehículos. 

Hay grandes distancias sin abastecimiento de combustible: sí lo hay en Cachi, Molinos, Angastaco, San Carlos, Cafayate, La Viña, Coronel Moldes, El Carril, La Merced y Cerrillos.