La 40: Un país dentro de una ruta

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Desde La Quiaca (Jujuy) hasta Cabo Vírgenes (Santa Cruz): más de 5000 kilómetros que atraviesan la Argentina de extremo a extremo. Una experiencia alucinante. Todos los climas, todos los paisajes, todas sus gentes.

Fotos: Istock

Planearon la aventura durante casi una vida y para ellos se convirtió en mucho más que eso. Algunas veces habían cruzado por algunos de esos paisajes maravillosos, y esas imágenes fascinantes les sirvieron de chispazos para incentivar la fantasía. Una y otra vez. Vencieron todas y cada una de las vallas: el dinero, el tiempo, la salud, la planificación, el cómo y con quién. Seguro que los grandes anhelos, para que se conviertan en esplendorosas realidades, en acontecimientos inigualables, requieren esfuerzos sublimes. Del mismo modo que, al final del recorrido, resultarán lances cargados de una conmoción, de una exaltación y de un deleite que no tiene ni límites ni comparación.

Y entonces, al fin, llega el día. Eligen partir del norte para llegar al sur. Se abrazan llorando frente al hito que ilumina el sol penetrante del norte y se vuelve gigante ante el cielo furiosamente azul. Dice: “RN 40. Kilómetro 5194”. Formalmente es la Ruta Nacional Nº 40 “Libertador General Don José de San Martín”. Transitar la 40 de punta a punta, ese es el desafío…

Anotan el primer garabato en un diario de viaje. Ahí sacan la primera foto de miles. Están en La Quica. En el horizonte, la frontera con Villazón, Bolivia. Se miran fijo. Una última duda se va con el viento de la Puna. Deberán desandar un tramo decididamente extenso, complicado, para llenarse el alma de imágenes y recuerdos imborrables, para dar cumplimiento a la gran ilusión. 

Más de 5000 kilómetros para completar la Ruta 40 hasta llegar al punto 0, en el extremo austral del continente. Si la travesía se realiza en auto, es imprescindible una buena cartografía y el aprovechamiento de la modernidad: un GPS que colabore a desandar el camino. Aunque ellos también decidieron agregar ese mapa en blanco y negro pegado a un cartón duro, del que se desprenden flechas que marcan los principales enclaves que transitarán por esa línea roja que dibuja la 40 en el plano. Esa línea que será remarcada con un fibrón, día a día, kilómetro a kilómetro. 

Son más de 5000 kilómetros. Rectas o un sinfín de curvas y contracurvas como las que se hallan en Salta.

LA INFINITUD 

La última medición oficial de la red vial argentina afirma que en todo el territorio del país se trazan 436.825 km de carreteras: 170.398 km pavimentados, 142.610 de tierra, 83.270 de hormigón y 40.550 de ripio. Más de la mitad son municipales (224.273 km), un poco menos son las provinciales (174.750 km) y tan solo 27.800 km tienen carácter nacional, aunque sean las más reconocidas, pero no las más transitadas. De La Quiaca a Cabo Vírgenes hay exactamente 5224 km, aunque los carteles marquen, finalmente, 5194. 

Es la llamada “Ruta Legendaria”, creada en 1935. En su trayecto bordea siempre la imponente cordillera de los Andes, atraviesa 21 parques nacionales, transita por once provincias, cruza 18 ríos importantes, conecta 27 pasos cordilleranos. No solo hay polvo, ripio y asfalto; también paisajes, cerros y lagos; terraplenes, rutas serpenteantes, rectas interminables: bosques, desiertos y precipicios; rocas multicolores, paredes de pirca, cactus, volcanes, lagunas…

Serán tiempos de gran diversidad: tormentas furiosas, amaneceres apacibles y tardes de brisa suave; sequedad, bruma y nieve; el sol de los cielos azules y las infinitas estrellas de las noches cerradas; ranchos, casas, edificios, estancias; caseríos, pueblitos, ciudades imponentes; quebradas, sierras, pampas. Habrá calor del infierno, tibieza y glaciares; vicuñas, guanacos y choiques por valles, montañas y abras; por ruinas, historia y modernidad; en verano, primavera, otoño o invierno, aunque con atractivos diversos; entre muchedumbres, soledades y complicidades; con descansos o cansancios, siempre disfrutable… Una aventura para adultos, adolescentes y chiquilines; en el norte, el centro, el sur; en la Puna, Cuyo, la Patagonia, el extremo austral.

Misterios, sorpresas y sensaciones. Espejos, aromas y colores. Turismo aventura, alternativo y rural. Inmensidad, belleza en estado puro, variedad infinita, sentidos extasiados… Uf, la vida misma en inacabables momentos teñidos de paisajes, encuentros, imágenes y placeres.

Picos, nieve, bosques, ruta. También las sensaciones tienen semejante diversidad.

ONCE PROVINCIAS 

Las ciudades por las que atraviesa (o las cercanas) de norte a sur son: en Jujuy, Yavi, La Quiaca, Santa Catalina, Paicone, Cusi Cusi, Coranzuli, Susques, Sey Sur, Purmamarca, Maimará, Tilcara, Huacalera, Humahuaca, Uquía y Tumbaya; en Salta, San Antonio de los Cobres, La Poma, Payogasta, Cachi, Seclantás, Molinos, Angastaco, San Carlos y Cafayate; en Tucumán, Colalao del Valle, Amaicha y Tafí del Valle; en Catamarca, Santa María, Hualfín, Belén, Londres, Antofagasta, Fiambalá y Tinogasta; en La Rioja, Alpasinche, San Blas de los Sauces, Famatina, Chilecito, Villa Unión, Guandacol; en San Juan, Huaco, Jáchal, San Juan, Media Agua, Rodeo, Iglesia, Calingasta, Barreal; en Mendoza, Uspallata, Lavalle, Mendoza capital, Maipú, Luján de Cuyo, Tupungato, Tunuyán, San Carlos, Pareditas, El Sosneado, Malargüe, Bardas Blancase; en Neuquén, Barrancas, Buta Ranquil, Chos Malal, Caviahue, Copahue, Las Lajas, Zapala, Villa Pehuenia, Aluminé, Junín de los Andes, San Martín de los Andes, Villa Meliquina, Villa Traful, La Angostura; en Río Negro, Dina Huapi, Bariloche, El Manso, El Bolsón; en Chubut, Lago Puelo, El Hoyo, Epuyén, Cholila, Lago Rivadavia, Esquel, Trevelin, Corcovado, Tecka, Río Pico, Costa, San Martín, Sarmiento, Alto Río Senguer, Río Mayo; y en Santa Cruz, Perito Moreno, Los Antiguos, Bajo Caracoles, Lago Posadas, Gobernador Gregores, Tres Lagos, El Chaltén, Calafate, Río Turbio, Río Gallegos, Cabo Vírgenes.

El principio para muchos, el final para otros. El kilómetro 0 en el faro del cabo Vírgenes.

ALLÁ VAMOS

Tras llenar el tanque por primera vez y poner primera, la RN 40 apuntará directamente a la cordillera, en paralelo a la frontera. El primer pueblo será Tafna, y al rato, Santa Catalina, más al norte aún. Entonces sí, la ruta enfilará, zigzagueante, hacia el sur. El paisaje irá variando paulatinamente, variando tonalidades de su tierra, y el clima pasará del subtropical serrano al árido de alta montaña, al transcurrir pequeños pueblos, casi fantasmas, como San Juan de Oro, Coranzulí o Coyahuaima. En Orosmayo y Liviara comienza una falla geológica y el camino se hace increíble: en su curso se renuevan cerros de texturas y colores deslumbrantes, tan cerquita del Valle de la Luna, en Cusi Cusi, a casi 3800 m de altura.

Y si bien todas son paradas imprescindibles, una de las que resalta es San Antonio de los Cobres, como también Cachi, en los salteños valles Calchaquíes, y la pintoresca iglesia San Pedro Nolasco de los Molinos, en medio de la nada misma. Ya en Catamarca se cruza el camino a El Eje y el El Shinkal, unas 23 hectáreas que son monumento histórico y conservan ruinas incaicas.

Ya entre La Rioja, en La Cuesta de Miranda, la ruta se convierte en un trayecto muy estrecho, cercano a la cornisa que forman las abruptas paredes de la quebrada del río Miranda. En camino a San Juan, Chilecito, el Talampaya, el Ischigualasto (con sus formaciones rocosas, fósiles de dinosaurios, flora y fauna increíble) y el Valle de la Luna forman una luz muy brillante en el camino. Ese lugar mágico eriza la piel como pocos en el mundo. Mendoza entregará la posibilidad de una pausa para degustar algún buen malbec: impecable excusa para un descanso en el recorrido, para luego transitar por las bellezas del Valle de Uco y Malargüe, con sus cabalgadas y sus espejos de agua. 

Luego Copahue, Villa Pehuenia y el imponente Lanín, al llegar a Neuquén, antes de sumergirse en sitios como San Martín, La Angostura, El Bolsón y el Nahuel Huapi, con su parque nacional imponente. En el medio, un espacio muy particular para descubrir todos y cada uno de sus rincones: los Siete Lagos.

Lago Puelo inaugura el tramo chubutense, antes de ingresar en el Parque Nacional Los Alerces, con la vista en la cordillera: transitar por bosques milenarios de alerces en un entorno de lagos cristalinos, montañas con glaciares y el ciervo patagónico es una experiencia que la Unesco consideró al declararlo Sitio Patrimonio de la Humanidad.

Los Antiguos es la primera localidad que se encuentra en la última provincia por recorrer, Santa Cruz, que se cruza del extremo noreste al suroeste. Vale la pena un desvío breve para reconocer La Cueva de las Manos, con sus manos pintadas sobre las paredes rocosas del cañón del río Pinturas, de entre 1300 y 9300 años de antigüedad.

Más entrados en la provincia, el glaciar Perito Moreno es el último “monstruo sagrado” de los enclaves turísticos que se advierten en el recorrido por “la Legendaria”. Una pausa imprescindible se da en El Calafate, con su cordero patagónico, la residencia de los Kirchner, el lago Argentino y la cercanía de los hielos continentales. 

Restan solo casi 700 km: 238 para llegar a Río Turbio (la última localidad cercana a la cordillera) para luego atravesar la provincia y arribar a Río Gallegos. Se acerca el océano Atlántico. El final de la gran travesía también: 126 km.

El mar Argentino entrega sus aguas junto al estrecho de Magallanes. Las aguas revueltas son el resultado de un paisaje montaraz. El viento sopla con ferocidad. El paisaje se nutre de pingüinos por aquí y por allá.

Ellos llegaron al extremo continental. Se denomina “kilómetro 0”. El auto lleva tierra de todas las calidades, tonalidades y provincias. Las barbas crecidas, las pieles curtidas, las emociones desbordantes, los recuerdos requieren mucha más memoria que la disponible. Recorrieron el país de extremo a extremo, aunque Tierra del Fuego extienda la argentinidad.

Ahora el faro de Cabo Vírgenes se eleva con sus 26,5 metros, pero parece pequeño como un puño ante el cartel verde con el escudo nacional que con letras blancas anuncia “AQUÍ COMIENZA LA RUTA NACIONAL 40 – LA QUIACA 5080 KM”. A pocos metros está el hito del kilómetro 0. Poco más atrás, otro anuncia que Buenos Aires está a 2750 km. 

Otra vez se abrazan llorando. Se cierra una aventura inolvidable que jamás podrá encerrar tanta emoción. 

CORRE 40 

“Treinta años de entrenamiento, un gran equipo, cientos de historias conmovedoras, la motivación de que transmitir un sueño con pasión es posible”. A Rodolfo Rossi, tras esa travesía, se lo llama “el Forrest Gump argentino”. Se preparó mucho. Durante 17 años hizo experiencia en maratones y juntó el dinero suficiente. Había cumplido los 40 cuando el 17 de agosto de 2015 partió desde el extremo norte jujeño. El 2 de diciembre, justo a las 18:04 tocó con sus manos el hito del kilómetro 0. Lo hizo a pie. Fueron más de 5500 km en los que transitaba un promedio de 50 km diarios. En 113 días. Pero el final no llega jamás, porque los recuerdos, las anécdotas y las emociones serán eternas. Algunas las transmitió en un libro, Corre 40, la extraordinaria odisea. Muchos otros lo hicieron parcial o íntegramente de muchas maneras: en bici, a caballo, en autos, en vans, en camiones, a dedo…

SAN MARTÍN, CASSIDY Y EL CHE 

El general José de San Martín también transitó por la Ruta 40 en septiembre de 1814 para cruzar la cordillera de los Andes y poder acceder a Chile. Como contrapartida, años después, a principios del siglo XX, los célebres bandoleros Butch Cassidy, el Sundance Kid y su mujer, Etta Place, llegaron a la 40 escapando desde América del Norte: levantaron un refugio, una casa de madera (que aún se puede visitar en la localidad de Cholita), aunque la abandonaron cuando huyeron a Chile, tras robar 20.000 dólares en un banco de Río Gallegos. Y llegando a mitad de siglo, todavía adolescente, un tal Ernesto Guevara de la Serna, a bordo de una bici a la que le adosó un motorcito, en solitario encaró un viaje por la 40 para unir Mendoza, Salta, Jujuy y Tucumán, entre otras provincias. Años después, como lo testimonia la película Diarios de motocicleta (2004), ya veinteañero, igual de aventurero, con su amigo Alberto Granado encaró un raid que incluyó un tramo de la RN 40 por la zona de Bariloche, para luego desviarse y encarar un paso a Chile.