Sánscrito

0
30

Por cuestiones de estrés, esta columna no se referirá a la lengua española, sino que haremos un poco de yoga. Inhalo y exhalo, me relajo, me conecto con el aquí y ahora…

Bueno, no… mejor no… no sería lo correcto. Retomemos nuestros temas y, si les parece, después tomemos una clase de yoga con algún profe amigo. Les propongo, entonces, para ir encaminándonos en el tema, que en esta oportunidad hablemos del yoga y de la lengua que es portadora de su filosofía: el sánscrito.

El yoga es un conjunto de disciplinas físicas, mentales y espirituales que nació hace aproximadamente cinco mil años en el valle del Indo, ubicado en el noroeste del subcontinente indio (en los actuales territorios de India y Pakistán). Se trata de una práctica que, por medio de posturas físicas (asanas) y de meditaciones (como forma de silenciar y aquietar la mente), busca la conexión con la divinidad. 

Al ser este el objetivo del yoga, su nombre, precisamente, significa “unión”. Deriva de la lengua sánscrita ioga, que viene del verbo iush, que significa “colocar el yugo (para formar la yunta con dos bueyes)”. Así, se traza una analogía entre la fuerza que alcanza la alianza de los dos animales con la fortaleza espiritual que se logra con la práctica del yoga.

“El español está formado por una fusión de idiomas que le regalan una exquisita e infinita riqueza”.

El término “sánscrito” significa “elaborado”, proviene de sam: completamente; kritá: hecho, y su nombre alude a un contrapunto con las hablas populares. La importancia de este idioma reside en que es el portador del pensamiento hindú y de la filosofía del yoga. 

En la actualidad, esta lengua se escribe con caracteres devanagari, voz que viene de devanâgarí, que significa “de la ciudad divina”. Tiene un complejo sistema fonético, con 46 fonemas (cada uno de los sonidos de un idioma): 13 vocálicos y 33 consonánticos.

Por su parte, existe el alfabeto internacional de transliteración sánscrita (Aits), que es un sistema que permite representar los signos del sistema de escritura sánscrita mediante los signos del español. Sus bases se marcaron en el Congreso Internacional de Orientalistas de Génova de 1894 y se trata de una transcripción esencialmente fonética.

Una curiosidad es que, en nuestra lengua, hemos incorporado varios términos sánscritos, principalmente relacionados con la cultura y la religión de la India. Por ejemplo: avatar (de avatâra: “descenso o encarnación de un dios”), esvástica (svastika: “muy auspicioso”), gurú (gurús: “maestro”), nirvana (nirvāṇa: “apagado”, como el final de una vela se extingue la actividad mental y se libera el espíritu).

De este modo, tras analizar el aporte del sánscrito, podemos observar otra lengua más que condimenta el español, que está formado por una fusión más que interesante de idiomas que le regalan una exquisita e infinita riqueza. 

Ahora sí, basta de palabras y vamos a la acción. Tomemos esa clase de yoga que tenemos pendiente y disfrutemos de la fortaleza espiritual semejante a la fuerza generada por la yunta con dos bueyes, para alcanzar ese estado de bienestar tan deseado.