La felicidad

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Si llegaron hasta acá, puedo proponerles que hagamos juntos el siguiente ejercicio: cerrar la revista y volver a mirar la tapa. En la tapa está la obra de un gran artista. Un dibujo de Milo Lockett con el que cerramos el año y, a su vez, nos proponemos recorrer el futuro que tenemos por delante. Allí están nuestros mejores deseos.

Pero volvamos al dibujo. Hay una casa, la casa tiene una puerta y a la puerta se llega por un camino. ¿Ese camino es el que llega o el que se abre a la inmensidad de cada uno? Los brazos también pueden ser caminos. El personaje que se levanta erguido y firme sobre sus zapatos, dominando la escena, inclina su cabeza para poder mirar amorosamente a un pez a los ojos. El pez, presumiblemente amigo, hace equilibrio boca abajo mostrando sus vistosas escamas y dibujando con su cola la letra “V” de vida, o jugando con la segunda “V” de Convivimos.

Los ojos –siempre los ojos– son un par de promesas con pestañas arqueadas. Y la boca, el lugar por donde se sale el corazón de tanta alegría. 

Vuelvo a mirarla y de golpe la infancia me llena de colores. 

¿Qué es la felicidad? 

Milo dice que haber tenido una infancia feliz lo hizo convertirse en un hombre grande feliz. Que es “una persona adulta que persigue la felicidad”. 

Y yo, en este momento, haciendo el ejercicio de mirar junto a ustedes, siento que me acerco a ella un poco más. Porque, aunque nos parezca tan huidiza, la felicidad está ahí, al alcance de la mano.

¡Felices fiestas y buena vida!