Santa Marta, Colombia: La perla de América

0
1552

En el espectacular Caribe colombiano, se combinan la naturaleza –bella y salvaje– con la historia profunda de América, la confluencia de muchas culturas, la variedad de su gastronomía y la calidez de los colombianos norteños.

Santa Marta tiene tren, tiene tren, pero no tiene tranvía…”. Puede ser un arresto de antigüedad de quien escribe este relato sobre la encantadora ciudad caribeña colombiana, pero no lo es de ninguna manera. A más de un siglo de que el acordeonero samario Manuel Medina Marcote la haya escrito, esa pegadiza cumbia que sacudió millones de caderas sigue representando a una región maravillosa del norte del departamento de Magdalena, a pocos kilómetros de Barranquilla, a algunos más de Cartagena, en el camino a la montaña que llevará a la emblemática Aracataca. Como si Santa Marta fuera la hermana menor, la más mimada de la “zona bananera”.

Justamente el autor de la letra no se refiere al tranvía como medio de transporte, sino al “train-vía”, una vía ferroviaria. Cuenta la historia que un hombre de negocios, el español don Joaquín de Mier y Benítez, a mediados del siglo XIX tenía una hacienda dedicada al cultivo de caña de azúcar y banano, y para exportar sus productos se “apropió” del puerto de Santa Marta con una gran empresa naviera. El adinerado señor, en un viaje a Francia, compró un tren para trasladar su cosecha y lo llevó a Colombia. Pero debió afrontar un inconveniente muy importante: no había rieles donde hacerlo circular… 

La canción tan contagiosa se sigue escuchando en cada rincón de Santa Marta, y aunque relata las peripecias de don Joaquín, no dice cómo él resolvió el entuerto. Pero sirve para introducir un destino que es puro sabor, “la ciudad de la diversidad”, como se presenta con su paisaje exuberante, su gente estridente y en cada uno de sus mil aspectos culturales.

Santa Marta tiene horizontes inolvidables, vegetación multicolor, montañas portentosas, el inigualable tono azul de sus mares, un sol que es único cuando baja al Caribe y el blanco de las playas al pie de la Sierra Nevada, que se mixtura con la selva en el corazón del Parque Tayrona. Posee una cultura ancestral y tesoros coloniales que conviven con una fauna increíble. La ciudad fue la primera fundada de Colombia, el 29 de julio de 1525, hace casi cinco siglos. La “Perla de América”, como se la conoce desde la época colonial, está enclavada en una bahía alucinante. En 1989 fue nombrada Distrito Turístico, Cultural e Histórico de Colombia.

NATURALEZA A PLENO

Algunas de las mejores playas de Santa Marta se encuentran en el Parque Nacional Natural Tayrona. Por caso, la playa Blanca, a la que se accede por medio de una embarcación que sale desde la ciudad y que llega luego de un cuarto de hora de traslado, cerca de El Rodadero, que es un remedo del paraíso. Son increíbles sus corales a flor de playa, lo que invita a iniciarse en las elementales clases de buceo, a la vez que brinda una experiencia gastronómica infaltable: degustar un plato de pescado frito, tan fresco que es sacado del mar minutos antes, con una cerveza colombiana que increíblemente siempre está helada.

Allá arriba de la montaña, con una vista insuperable de la bahía Gaira y del Caribe a pleno, se encuentra una de las casas del Pibe… Todo el mundo la conoce y alguna vez disfrutó de las festicholas que allí se realizan. “El Pibe” es Carlos Valderrama, uno de los más extraordinarios futbolistas que surgieron de las canchas colombianas. Un ídolo único para los samarios.

Otros balnearios paradisíacos de aguas cristalinas y arena blanca son los de cabo San Juan, como el del Cañaveral y el del Neguanje. Pero sin dudas el más popular es el de bahía Concha, con su playa de Taganga: se trata de un sitio hermoso de costa amplia, irregular, que se zambulle en la selva y completa su paisaje extraordinario con una gran variedad de cabañas y restaurantes. Es muy recomendable para los que disfrutan del camping la zona que se extiende por el noreste del balneario. Son playas verdaderamente caribeñas que se pueden disfrutar durante toda época del año, más allá de que suelen desbordarse entre noviembre y abril en temporadas veraniegas siempre inolvidables. 

Son infinitas las posibilidades de recorridos para realizar una necesaria visita al Parque Nacional Natural Tay-rona, así como para adquirir artesanías que datan de centenas de años… aunque los artesanos sean muy actuales y estén vivitos y coleando. Toda esa bahía es considerada de las más hermosas de América. Fue reconocida en 2007 como una de las Siete Maravillas de Colombia.

Otro destino imprescindible es la Sierra Nevada de Santa Marta. Un dato lo confirma con elocuencia: fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Los colombianos están orgullosos, y con real motivo, de esa montaña costera, la más alta del mundo con 5775 metros sobre el nivel del mar. Se la respeta como una biosfera, y actualmente sigue siendo habitada por unos 30 mil indígenas pertenecientes a las etnias Kankuaro Kogi, Wiwa y Arhuaco, entre otras. 

Por supuesto que combina una estridente flora, una generosa variedad de fauna y paisajes de verdes exuberantes. Por lo que se tornan increíbles las caminatas, que se pueden combinar con avistaje de aves.

HISTORIA E INTEGRACIÓN

A esa verdadera explosión de la naturaleza se le debe agregar un impresionante legado histórico: la arquitectura que se puede advertir en las calles del centro de Santa Marta genera un paseo muy particular. Es allí también donde el visitante ávido de experiencias únicas y especiales puede hospedarse en modernos hoteles o percibir la calidez de esas construcciones coloniales, que son llamadas “alojamientos no tradicionales”, muy proclives para el ánimo y los gustos de los exigentes viajeros contemporáneos. Son de un estilo tradicional, no novedoso pero diferente, en donde el huésped se siente como en su casa, donde puede descansar y prepararse para el paseo del día siguiente.

La Casa de la Aduana, el Parque de los Novios, el Claustro San Juan Nepomuceno, entre otros lugares, son los indicados para calentar las miradas y el alma, que entrarán en clímax con la catedral de Santa Marta. Es un lugar que atesora recuerdos y leyendas, trascendente para la historia del país, ya que no solo resguarda los restos del fundador de Santa Marta, Rodrigo de Bastidas, sino que, fundamentalmente, en su interior estuvo escondida una pequeña urna que contiene el corazón y las entrañas del Libertador Simón Bolívar. 

Por supuesto que una recorrida por el Malecón de Bastidas es muy apropiada para gozar de un romántico atardecer cuando el sol se zambulle en el Caribe. Un verdadero espectáculo natural de tonalidades.

Por su parte, Ciudad Perdida es un sitio arqueológico impresionante, considerado uno de los más atractivos del planeta. También conocido como Teyuna o Buritaca, se trata de un antiguo poblado indígena que fue construido alrededor del siglo VIII de la era cristiana. Está integrado por más de 250 pequeños caseríos antiguos, formados por los cuatro grupos indígenas encontrados en la cara norte y suroeste de la Sierra Nevada. 

Además, todos los 29 de julio, los visitantes podrán disfrutar de las Fiestas del Mar, otra excelente oportunidad para imbuirse de las tradiciones y de todo el sabor del Caribe, con sus deportes acuáticos y múltiples actividades culturales y musicales. Se desarrollan fundamentalmente en El Rodadero, en la ciudad y en Taganga. Los que vayan a finales de agosto o principios de septiembre estarán convocados al Festival Internacional de Teatro del Caribe, un evento muy prestigioso compuesto por compañías nacionales e internacionales de teatro. 

Además, la ciudad forma parte muy integralmente de la tendencia colombiana de ser un lugar muy ameno y agradable para la comunidad LGBTI, y es así como hay oportunidades muy particulares para realizar eventos afines, como bodas y otras celebraciones. Desde el 2016, Colombia se integró a la lista de los países que avalan este tipo de matrimonios en el mundo.

Esto completa el espectro de atracciones de un sitio verdaderamente conmovedor: Santa Marta, la tierra de Carlos Vives, un tesoro en el mar Caribe colombiano. 

EL SABOR CARIBE

Toda visita a Santa Marta promete ser inolvidable. Tiene infinitos encantos naturales. Y a todo eso se suma la muy particular y variada oferta gastronómica. Es exquisita y se puede disfrutar tanto en los restaurantes de la ciudad como en los pequeños recintos playeros, pasando por los más diversos lugares. En cualquiera de ellos se puede gozar de la cocina samaria y degustar, por ejemplo el chipi chipi (un molusco servido frito o sumergido en un caldo que es verdaderamente alucinante), la diversidad generosa de pescado fresco hecho de muy diferentes maneras, los patacones, el arroz con coco que es una explosión de sabores y las imperdibles cocadas tan típicas de Santa Marta.

CERCA DE TODO

Se puede llegar a Santa Marta por vía aérea desde ciudades principales como Bogotá, Medellín o Cali. La mayoría de los vuelos son directos y arriban al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, ubicado muy cerca de la zona de El Rodadero, a no más de un cuarto de hora del centro. Para llegar desde la ciudad al Parque Natural Sierra Nevada, es necesario hacer un recorrido de 42 km por carretera hasta percibir el edificio de la Estación Experimental San Lorenzo. En el interior del parque se encuentra la Ciudad Perdida. Se debe llegar a la Vereda el Mamey y luego realizar una caminata por un sendero de 23,3 km hasta el enclave indígena.