Aprender a abrir los ojos

0
37

El programa Educar Forestando, de la Fundación Acude, invita a estudiantes y docentes a involucrarse en el cuidado del ambiente a través de la forestación.

Foto: Gentileza Fundación Acude

La metáfora que más me gusta para explicar lo que hacemos es la de ‘abrir los ojos’, porque cuando uno entiende el cambio que puede generar, ya no hay vuelta atrás”, resume Rafael Kopta, biólogo y presidente de Fundación Acude (Ambiente, Cultura y Desarrollo), una asociación cordobesa que, desde 1985, transmite a docentes y estudiantes su compromiso con el cuidado del suelo a través de la plantación de árboles.
Su programa Educar Forestando apunta a que los niños aprendan a cuidar el ambiente a partir del vínculo con los árboles. Desde el momento en que una escuela entra en contacto con la fundación, las actividades pueden ser de lo más diversas: desde la observación permanente de especies y los procesos de cambio, la recolección de semillas y su almacenamiento, el reconocimiento de tierras adecuadas para la siembra, la colaboración en la construcción del vivero, el trasplante de arbolitos de germinadores colectivos a individuales (en recipientes realizados con materiales reciclados), hasta la plantación con la participación de la comunidad que los rodea, para asegurar su supervivencia.
Educar Forestando nació en 1990, como una capacitación en educación ambiental a maestros de todos los niveles de escolaridad. “Los docentes aprenden a recolectar semillas, almacenarlas, sembrarlas.
También a plantar árboles, planificar plantaciones comunitarias y el cuidado posterior de los
ejemplares”, indican desde la fundación.
Más tarde, en 2004, surgió la Red Educar Forestando para expandir la experiencia y que sean los mismos docentes que alguna vez fueron capacitados en el programa los multiplicadores del conocimiento con sus alumnos y con sus pares.

“No hay una forma milagrosa de cambiar el mundo, se requiere trabajo, perseverancia y sumar a otros”.

Rafael Kopta

“Estamos trabajando en su gran mayoría con mujeres, para que se comprometan desde su rol a generar una transformación positiva del ambiente, a partir del trabajo con los alumnos. ¿Qué reciben a cambio? La satisfacción de hacer lo que hay que hacer”, precisa Kopta.
Cada año, las maestras ratifican o no su continuidad en la red, por lo que el número de niños por involucrar, como el de árboles por producir y plantar, comienza en cero. En 2018 participaron 8479 alumnos, 376 docentes y 155 escuelas ubicadas en 81 localidades y comunidades rurales en las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Jujuy y Mendoza. En total, se produjeron y plantaron 8500 árboles.

PUERTAS ADENTRO
La experiencia en la escuela les permite a los alumnos, junto a sus compañeros y a otros integrantes de la comunidad educativa, constituirse como sujetos activos en tareas cooperativas a favor del mejoramiento del ambiente.
“Los chicos difunden las acciones a través de las nuevas tecnologías disponibles, para crear adhesión al trabajo de cambios culturales positivos. A medida que se van desarrollando las actividades prácticas, el docente despliega una planificación estratégica que vincula estrechamente los contenidos por enseñar, articulando transversalmente los distintos espacios curriculares”, explica Mabel Paira, docente de nivel inicial, jubilada e integrante del grupo de capacitación de Acude. Según la capacitadora, “se han observado notabilísimos cambios de hábito en los estudiantes”. “El niño cuida y enseña a cuidar, se vuelve observador de la naturaleza y sus cambios, descubre problemas ambientales e intenta solucionarlos usando procedimientos que le aporta la escuela, por ejemplo enviando cartas de solicitud de solución a autoridades de la zona”, amplía.

Con más de 20 años en la fundación, Mabel Paira afirma que “los hechos demuestran que todo lo plantado con los niños y su comunidad sobrevive a lo largo de décadas”. Además, cuenta que cuidan la limpieza de la escuela, el agua, el consumo de energía; se interesan por los problemas ambientales, superan actitudes de individualismo y desarrollan la solidaridad. “Una vez, una alumna dijo ‘Este es mi arbolito’, y otro compañero le respondió: ‘Es de todos, porque dará oxígeno y sombra para todos’”, ejemplifica.
En relación con el interés de los docentes, Paira señala que “quienes eligen capacitarse en el programa Educar Forestando son personas muy preocupadas por el deterioro ambiental creciente que vivimos y amantes de la naturaleza. Asumen la misión de educar para formar ciudadanos responsables de sus acciones y promotores de cambios culturales que permitan transformar positivamente el ambiente.
Para esto usan como medio fundamental la producción y plantación de árboles en la escuela”.

RESULTADOS VISIBLES
“Considero que el éxito del programa radica en que da frutos visibles. Porque si algo que lleva esfuerzo, tiempo y trabajo no diera resultados, nadie participaría”, reflexiona Rafael Kopta, el iniciador de esta experiencia.
“Esta es una causa, la ambiental, a la cual le dedicamos la vida. La idea es que cada uno se ubique en esta realidad y diga ‘Yo desde aquí puedo aportar mi granito de arena’”, expresa. Además, Kopta focaliza en que “no hay una forma milagrosa de cambiar el mundo, se requiere trabajo, perseverancia y sumar a otros”.
“Si uno intenta tener una visión más global, los pequeños granitos de arena pueden ayudar a generar un cambio. Nosotros debemos aprender a convivir con la naturaleza por una cuestión de
supervivencia. La naturaleza se las va a arreglar y saldrá adelante, y nosotros vamos a ser un instante”, concluye.

DATOS DE CONTACTO:
¿Cómo comunicarse?
Fundación Ambiente, Cultura y Desarrollo (Acude)
www.fundacionacude.org
[email protected]