Narrar la escuela desde adentro

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Escuela Industrial Domingo F. Sarmiento, San Juan (Del libro “Presente: retratos de la educación argentina”). (Imagen Ilustrativa). Foto: Julio Pantoja.

“Gloria y Loor” es el nombre del medio educativo creado por docentes de distintos lugares del país en el que cuentan, reflexionan, ironizan y comparten ideas y emociones desde las aulas. Un lugar para hablar de todo.

Las experiencias educativas se viven en las escuelas, pero suelen contarse desde la calle, donde las narraciones de las vivencias en primera persona se diluyen en el mar de informaciones. 

Con la idea de darles valor a los relatos de los educadores que caminan las aulas de todo el país, los docentes Iván Stoikoff y Manuel Becerra lanzaron en 2021 Gloria y Loor (Tw: @gloriayloor), un espacio de reflexión colectiva.

“Estamos un poco cansados de recibir explicaciones estigmatizantes que nos culpabilizan y que colocan a la escuela en un lugar de responsable de todos los males del mundo. Las voces de los docentes comunes quedan muy silenciadas, porque también están desbordados por el trabajo precarizado. Por eso hay que contar desde adentro”, opina Viviana Postay, directora de una escuela secundaria de Carlos Paz, en Córdoba, y una de las directoras editoriales de Gloria y Loor (GyL).

Manuel Becerra, profesor de Historia en secundarias de Buenos Aires, en profesorados y en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), y también director editorial del sitio, coincide: “En los medios se publican algunos nombres relevantes que son un elenco estable de diez personas que hace mucho no están en aula”.

En GyL los docentes hablan desde la cotidianidad escolar desconocida e intercambian de manera coral. “Todo sucede en el aula, pero veíamos que esa aula no estaba narrada. Como sabemos muy bien que hay docentes que hacen maravillas y que no aparecían, teníamos que darles voz”, remarca Becerra. 

En el sitio anidan textos exquisitos, algunos catárticos, otros filosóficos y profundos o cargados de humor e ironía. 

Gloria y Loor incluye cuatro newsletters donde se habla de todo. 

En Aula dulce, aula sala, Lila Rucci narra sus experiencias en secundarias de Buenos Aires. Esta es una muestra.

“Todo sucede en el aula, pero veíamos que esa aula no estaba narrada”. Manuel Becerra

“Sin frenar el video (en clase de Lengua), noto que el centro de atención es Azul, que se está pasando un peine por el cuello. Ahí sí pongo pause y digo, con un tono ya fastidiado, ‘¿Qué pasa?’. ‘Nada, profe, Azul tiene un chupón y se lo quiere sacar, y así como está haciendo no es’. Bueno, mesa redonda acerca del chupón de Azul y yo todavía sin poder dar crédito a todo esto. ‘Chicos, yo estuve descargando material el domingo a la noche, pensando en estas clases y ustedes están ahí en cualquiera, ¿les parece?’. ‘Es que mire qué atrevida, profe, viene con el chupón y ahora se lo quiere sacar’, dice Alex, mientras se para y quiere agarrar el peine para indicarle a la compañera cuál es la técnica adecuada. Obviamente que Azul le saca el peine de la mano y ahí hay un forcejeo”. 

EL AULA REAL

Clara de Paula, licenciada en Antropología (UBA) y profesora de Prácticas de Educación Especial en un instituto de formación docente en Moreno, provincia de Buenos Aires, cree que existe una subestimación del rol docente y cierto desconocimiento de lo que se vive cotidianamente. De Paula, que escribe en GyL y también lo lee, dice que allí encuentra una mirada genuina de lo que les pasa a los educadores.

Ramiro Rojas, pedagogo jujeño con 28 años de carrera y profesor en un instituto de formación docente en San Salvador, también es lector y colaborador de GyL. “No es solo contar lo que pasa en el aula, sino reflexionar y transmitir un saber (…). Nosotros no solo somos profes que debemos tener una autoridad epistémica, sino, sobre todo, debemos ver cómo enseñar y vincular a nuestros destinatarios con el conocimiento, con los saberes culturales”, apunta Rojas, que está convencido de que GyL permite compartir pensamientos, alternativas, delimitar obstáculos. 

“No es solo el especialista que habla desde los simulacros de la educación, sino desde el saber del que está ahí construyendo”, remarca. En este sentido, Rojas cree que transmitir un saber es honrar la profesión. De lo contrario, opina, “nos quedamos con el saber de los que miran el partido desde la tribuna”.

Sabrina Flax, profesora de nivel primario en la ciudad de Buenos Aires y antropóloga (UBA), autora del news-letter Maestra Ciruela en GyL y del podcast La queja maestra, cree que es necesario contar la docencia desde dentro de las aulas para no perder la realidad que habla de que los docentes le ponen el cuerpo en el día a día.

“La voz docente se debe escuchar, porque, de lo contrario, la docencia queda como ejecutora de lo que se debe hacer y que está descrito en otros lugares. No podemos olvidar que estamos trabajando con personas y acompañando la construcción de subjetividades”, subraya.

Ramiro Rojas define a la docencia como la construcción de un vínculo que permite el saber. Por eso, cuando se le pregunta qué lo conmueve, habla de las dificultades sociales o del contexto. 

¿Y la alegría? “Uno la encuentra cuando se genera una idea, cuando vemos los ojos que están comprendiendo”, piensa Rojas. “Me emociona mucho cuando logramos acciones colectivas entre docentes, en el sentido pedagógico. A veces veo grandes políticas, pero llegan poco, tarde: por ahí no se mira el sistema”, agrega. 

«El superpoder de esta época es ‘hacer foco’ en un espacio donde todo nos distrae».
Viviana Postay

El pedagogo jujeño dice que le preocupa que la educación quede enmarañada en “un discurso de guerra”, donde el docente es caracterizado de determinada manera para lograr objetivos políticos. “Se necesitan herramientas, acción colectiva, que el que opine postule una idea pero que esté abierto a otra cosa, que la opinión no sea una pedrada de una trinchera, sino que sea la posibilidad de intercambio que permita dilucidar”, opina.

A Sabrina Flax la conmueve la construcción de memoria colectiva, la literatura, la educación sexual, los temas cotidianos, las situaciones familiares de los niños y las niñas, la vulneración de derechos. “Me encuentro con mis colegas un poco en soledad, porque no hay equipos o recursos tanto materiales como humanos para acompañar esas dificultades”, detalla. 

Pero eso, subraya, se compensa cuando el alumnado supera las dificultades. “Ese momento en que aparece la magia, en que entendieron algo que les estaba costando, para mí es maravilloso, es el momento en que se produce el saber”, remarca.

Clara de Paula dice que es movilizador ver que la escuela vuelve a tener una función de asistencia dejando relegado el rol de la enseñanza. “Lo que uno palpa todo el tiempo es esa desigualdad en la que sabemos que vivimos pero que en rostros concretos y reales es muy dolorosa”, apunta.

Sin embargo, piensa, la docencia da revancha: transforma. 

Patio de la Escuela Patricias Mendocinas, Córdoba. (Imagen Ilustrativa). Foto: Sebastián Salguero.

HACER FOCO

¿Cuáles son algunas de las preocupaciones de los docentes? Postay habla de recuperar cierta institucionalidad. “Si bien no va más la visión nostálgica de la escuela de los años 50 –‘Siéntese, señor’ o ‘Cállese, señor’–, tenemos que reconstruir el respeto al maestro, dialogar con las familias”, opina. 

A Flax le preocupa que los análisis se basen solo en estadísticas y que se hable livianamente del sistema educativo argentino. “Hay que revisar el sistema no desde un lugar de culpa, sino desde uno más propositivo (…). Me preocupa el malestar docente en la ciudad de Buenos Aires, que muchos quieren irse de las aulas”, detalla, e insiste en que, no obstante, no hay que dejar de contar lo maravilloso que ocurre todos los días en las aulas. 

En plan de propuestas, Viviana Postay sugiere que los equipos ministeriales incluyan docentes, directores, “gente con trayectoria real”, no personas “que nunca pisaron un aula”, porque, de lo contrario, se diseñan políticas que no tienen vínculo con la realidad. Y apunta que es necesario no “mesianizar” las nuevas tecnologías. “Los chicos aprenden como aprendieron siempre, tiene que haber orden, sistematicidad, disciplina para poder concentrarse y estudiar. El superpoder de esta época es ‘hacer foco’ en un espacio donde todo nos distrae”, concluye.