Denise Sciammarella: Entre el tango y el laboratorio

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Fundadora y cantante de una orquesta típica integrada solo por mujeres, es también una destacada investigadora sobre “física de fluidos”.

Foto Xavier Martín

De día es doctora en física, con diez años de especialización en Francia, y directora adjunta del Instituto Franco Argentino para el Estudio del Clima y sus Impactos, que funciona en la Facultad de Ciencia Exactas de la Universidad de Buenos Aires. De noche es la mentora y cantante de Sciammarella Tango, una pequeña orquesta típica cuya curiosidad es que sus miembros son todas mujeres y, además, de distintas nacionalidades. Denise Sciammarella es una mujer dueña de talentos muy variados y con la capacidad de multiplicarse para dar lo mejor con cada uno de ellos. Porteña de ley, a pesar de haber nacido en Mar del Plata, y portadora del mismo apellido que el fallecido compositor de hits populares Rodolfo Sciammarella, Denise habló con Convivimos y develó la clave de cómo compatibilizar –y encima con éxito– dos pasiones tan heterogéneas. 

  • ¿Hay elementos en común o algún tipo de confluencia entre tus dos profesiones?  

Sí, la hay, porque la voz humana como fenómeno físico es el resultado del encuentro entre un fluido, que es el aire, y una estructura, que son las cuerdas vocales. Como mi área de investigación es la física de fluidos, que básicamente son los líquidos y los gases, y entre ellos el aire, tengo la posibilidad de estudiar mi instrumento musical, que es la voz. De hecho, en la Facultad de Ingeniería de la UBA hemos montado varios experimentos que reproducen distintos aspectos del funcionamiento de las cuerdas vocales y que permiten tomar medidas sobre el aire que las anima, aplicando los mismos principios que permiten estudiar el océano o la atmósfera.

  • ¿Tenés formación musical? 

Lo que tengo es un vínculo muy fuerte con la música, porque un tío mío es uno de los socios de la tienda de instrumentos Antigua Casa Núñez, y otro tío fabricaba los órganos electrónicos Gem, de industria nacional, así que desde muy chica tuve en casa guitarra y teclado, y por eso puedo acompañarme con los dos para cantar. Pero lo que estudié en profundidad es canto, porque la voz es mi verdadero instrumento: primero canto lírico, con Hernando Irahola, y más tarde me entrené para cantar tango con Lidia Borda.

  • ¿Cómo llegaste al tango?

El tango me pegó desde chica porque sonaba siempre en el tocadiscos de mi casa, mis padres eran fanáticos. De hecho, creo que aprendí a cantar tangos antes de saber hablar, deformando las letras. A un nivel más profesional, la historia empezó cuando, en 2013, tuve que buscar músicos para cantar en un homenaje que se le hizo a Rodolfo Sciammarella en la Academia Nacional del Tango. Y aclaro que mi vínculo familiar con él no es muy preciso, más allá del origen común en Paola, un pueblito de Calabria. 

  • ¿Cómo fue? ¿Buscabas músicos y encontraste solo mujeres? 

Algo así, porque mi intención jamás fue armar una orquesta femenina. A la primera que contacté fue a la chilena Cindy Harcha, bandoneonista, arregladora y directora musical. Lo que pasó fue que cada una de las que se sumó trajo a alguien de su confianza, y así llegaron otras mujeres que, además, eran de países distintos. El grupo, con dos bandoneones, dos violines, piano, contrabajo y yo misma en voz, anduvo muy bien en el homenaje. Tocamos composiciones de él, muchas de ellas inéditas, y con ese repertorio grabamos nuestro primer disco, en 2015. Lo de ser mujeres se convirtió en un emblema, pero lo importante es que son todas instrumentistas de primer nivel.

  • Otra característica del grupo es la búsqueda casi “arqueológica” del repertorio, con muchos tangos inéditos… ¿Fue esa tu intención desde el comienzo?

Más bien fue el producto del homenaje a Rodolfo. Yo no me imaginaba que incluso él, uno de los fundadores de Sadaic, pudiera tener composiciones no registradas. Tampoco sabía que existe tal cantidad de tangos que jamás se grabaron, incluso de compositores reconocidos. En general solemos creer que el repertorio de tangos viejos es acotado, pero hay una cantidad increíble de piezas desconocidas.

“Creo que aprendí a cantar tangos antes de saber hablar, deformando las letras”.

  • ¿Dónde se encuentran esos tangos ignorados?

Muchos fueron registrados en Francia, y grabamos algunos en nuestro segundo disco, Tangos franco-argentinos (2018). En general son solo instrumentales, como uno supuestamente de Virgilio Expósito y Héctor Stamponi titulado “Lutecia”, que además de ser el nombre romano de París era un barquito que hacía el trayecto Bordeaux-Buenos Aires, y al que yo misma le puse letra en francés. También encontré una versión en francés de “El choclo”, de Ángel Villoldo, de 1912, archivada en la Biblioteca Nacional de Francia, que grabamos para el tercer disco, A Villoldo (2020). De paso, así nos enteramos de que el tango fue cosmopolita casi desde el comienzo, mucho antes de Gardel. 

  • ¿Quedarán muchos tangos por descubrir también en la Argentina?

¡Seguro! De hecho, nuestro cuarto disco va a estar basado en tangos y vidalas inéditas que le fueron dedicadas en vida a Benito Quinquela Martín. Nos contactaron los directivos de su museo, en La Boca, cuando se enteraron de que nosotras nos dedicamos a recuperar composiciones inéditas.

  • ¿Siguieron trabajando a pesar de la pandemia y la cuarentena?

¡No! ¡Estuvimos 18 meses sin juntarnos! Encima, varias se fueron a sus países y no sabemos si van a volver o tendremos que reemplazarlas. Lo único que llegamos a hacer es un video de todas tocando al mismo tiempo desde distintos lugares del mundo; fue casi un milagro lo que hizo el estudio de grabación para juntar las partes. La verdad es que el músico está muy desamparado en estas situaciones; yo soy una afortunada por tener también la ciencia.