Francesca Baruzzi: La abanderada  de la montaña

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Esquía desde los dos años, compite desde los once. A los veintitrés, concretó su sueño de ser atleta olímpica y, además, consiguió meterse entre las treinta mejores del mundo en su disciplina.

Foto Getty Images.

Es la madrugada argentina del 9 de agosto de 2008 y ella está pegada al televisor: a casi 20 mil kilómetros de distancia, en Pekín, Paula Pareto pierde en el combate por la medalla cuando, a falta de diez segundos para el final, da vuelta la situación y gana la primera medalla para su deporte en la historia olímpica argentina.

En San Carlos de Bariloche, con solo diez años, Francesca Baruzzi se deslumbra ante el brillo de aquella pasión. También descubre, y se hace cargo, que ese fuego habita en ella, y se promete que hará lo posible (y un poco más) para ser una atleta olímpica.

Ya en 2022, con 23 años, desfila como abanderada junto a Franco Dal Farra de la reducida delegación argentina en los Juegos Olímpicos de invierno (una distinción que ya había vivido, aunque con menos intensidad, en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2016). Es Pekín el escenario donde concreta el sueño: aquella ciudad que miraba por tele la ve desfilar con la bandera en alto.

“Disfruté cada minuto de los Juegos, viviendo siempre el presente. Me quedo con unos recuerdos increíbles. Cuando terminaron, no me quería volver. Me quería quedar ahí, que no se acabaran nunca”, reconoce.

Un año antes, sus posibilidades de participar del certamen se habían reducido bruscamente: por segunda vez en un par de años, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla. “Cuando me lesioné la segunda vez, pensé que no iba a llegar a los Juegos. Lo veía posible, en realidad, pero con mucho trabajo por delante. Por ahí no se me daba… Creo que eso me hizo valorar y apreciar mucho esta experiencia”, cuenta.

Una vez concretado el sueño de llegar, automáticamente fue desplazado y el objetivo pasó a ser quedar entre las mejores treinta esquiadoras del mundo. Lo consiguió en dos modalidades: slalom gigante y slalom supergigante. “Estar entre las mejores treinta del mundo es mucho, más viniendo de las lesiones, de tener 50 días de esquí y no mucho más. Siento que, en un futuro, apunto más a un top 15 o hasta un podio en los próximos Juegos”.

  • ¿Qué tendría que cambiar para dar ese salto y alcanzar a las europeas?

Creo que en la Argentina tendría que haber más desarrollo de equipos jóvenes para que suba más gente a un nivel alto. Yo tuve la suerte de que mi papá me apoyó toda mi vida en el deporte, me acompañó y siempre estuvo detrás de mí para guiarme, pero la verdad es que en el país no existe ese tipo de apoyo para los más chicos. Entonces, es muy difícil llegar a mi edad o a los 18 con una carrera deportiva armada. En otros deportes está ese soporte cuando sos chico, como en fútbol, tenis o hockey, quizás. En los países europeos sí pasa: en esquí tienen millones de niños en desarrollo para llegar a ser campeones del mundo.

Aprendió a esquiar a los dos años, casi al mismo tiempo que a caminar. En las vacaciones de invierno, el Club Andino de Bariloche era su casa; y la montaña, su patio. Corría carreras con sus amigos para divertirse, y se dio cuenta de que ganaba seguido. Los resultados alimentaban su entusiasmo, y su entusiasmo le traía resultados. No quiso cortar ese círculo virtuoso cuando llegó el momento de decidir entre estudiar o dedicarse al alto rendimiento.

  • ¿Qué es lo que más disfrutás del esquí?

Creo que la velocidad. Practicar el deporte al aire libre me encanta también. Conocer otros lugares, sentir el deslizamiento sobre la nieve. Todo, cada partecita del deporte. Soy de los deportes extremos, con adrenalina: siempre practiqué mountain bike, moto, kitesurf. Y el esquí me llena totalmente con la velocidad, las pendientes, el vértigo que te genera. 

  • ¿Con qué reemplazabas esas sensaciones mientras estabas lesionada?

La verdad que no las podía reemplazar, me sentía un poco vacía. No hay nada que se le parezca. Todavía no encontré nada que lo pueda equiparar.

En estas semanas volvió al país luego de haber participado, inmediatamente después de los Juegos, en algunas fechas de la Copa de Europa. El contexto internacional le modificó un poco los planes: canceló su viaje a Rusia y prefirió anotarse en algunas carreras en Andorra.

  • ¿Cómo te llevás con la montaña? Puede ser aliada o rival…

Siempre la tomo como una aliada, por más que haya momentos en los que sea difícil y el tiempo no acompañe. A veces te toca largar después de muchas chicas y la nieve queda marcada, o no está del todo bien por algún motivo, y eso influye. Pero siempre la tomo como una aliada, porque es la naturaleza, el planeta. Nunca es una rival, es parte del deporte. Si te llevás mal con la montaña, no tenés chance. 

VIDA NÓMADE

Durante seis meses, vive en Bariloche; el resto del año, gira por Europa. El equipamiento necesario para competir ocupa demasiado espacio, así que los objetos personales que la acompañan se reducen a una valija y una mochila. El mate y el termo son los objetos clave para sentirse como en casa en cada lugar. “Y mi energía, siempre trato de hacer que eso sea lo que llene los lugares donde voy”, agrega.