Franco Florio: El más rápido de todos

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Fue rugbier e integró el seleccionado argentino de seven. Probó con el básquet en una breve etapa. Pero fue el atletismo el deporte que lo cobijó en un momento clave y con el que, a sus 22 años, hizo historia.

Foto: Marcelo Szwarcfiter

Jueves 29 de septiembre de 2022, Cascavel, estado de Paraná, Brasil. Franco Florio cruza la línea de meta a toda velocidad, pero no le alcanza para ganarle el mano a mano al brasileño Erik Felipe Barbosa Cardoso, que se consagra nuevamente campeón sudamericano sub-23 en los cien metros llanos.

Franco mastica bronca, piensa en esas centésimas que lo separaron de la medalla dorada y hace cuentas: en enfrentamientos mutuos, ahora el brasileño lo alcanza y tienen tres victorias cada uno. Sin embargo, cuando levanta la cabeza y observa alrededor, ve caras de alegría: su registro de 10 segundos y 11 centésimas fue el mejor en la distancia en toda la historia del atletismo nacional. El récord anterior, de Carlos Gats (10 segundos y 23 centésimas), llevaba 24 años de vigencia. Franco tiene 22.

  • Tu primera reacción fue enojarte, ¿no sentiste que habías corrido más rápido que nunca?

La verdad que no, solo podía pensar en lo cerca que estuve de ganar la carrera, que era mi objetivo. Es más: en 2020 corrí la distancia en 10 segundos y 24 centésimas, y pienso que físicamente estaba un escalón más arriba. En septiembre creo que corrí rápido porque sumé muchísima experiencia y técnica. Pero en el cuerpo no lo sentí en ese momento. Con la adrenalina, estaba pensando más en lo otro.

  • Entonces, hay margen para seguir bajando la marca…

Creo que sí. De hecho, creo que la podría haber bajado en los Odesur [N. de la R.: en esa competencia, en Asunción, Franco ganó la medalla de oro con un registro de 10 segundos y 35 centésimas]. Pero hubo mucha lluvia, viento, y se hizo difícil. Para mí, esa fue una carrera mucho más completa.

La historia deportiva de Franco inició con el rugby. De chico, veía jugar a su hermano, ocho años mayor, y nació en él el deseo de hacerlo también. A los cinco años empezó a jugar en el club Belgrano. El 14 de agosto de 2016, mientras veía los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, quedó deslumbrado con Usain Bolt. Automáticamente, agarró el celular y le contó a su hermana que quería ser, también, velocista.

Ahí comenzó un camino doble (que llegó a ser triple por un lapso breve en el que, además, jugó al básquet en el club Imperio Juniors): el rugby y el atletismo fueron durante un tiempo de la mano, aunque el deporte colectivo tiraba más. La posibilidad de proyectar una carrera en una actividad que en el país cuenta con una estructura mayor y un reconocimiento internacional del que el velocismo local no goza, inclinaron la balanza hacia el rugby. El entrenamiento principal era en el club, y ocasionalmente iba a la pista a saciar sus ganas de correr.

En 2019, mientras era convocado frecuentemente para Los Pumas en la modalidad seven, se consagró campeón en el Nacional de Atletismo. Su entrenador, Javier Morillo, disfrutaba la posibilidad de entrenar a un diamante en bruto, aunque lamentaba el hecho de que el atletismo no sería su opción principal nunca. O al menos eso parecía: la llegada de la pandemia y las restricciones impuestas para diferentes actividades interrumpieron los entrenamientos en su club por toda la temporada. Al mismo tiempo, ante la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio y las dificultades para entrenar en grupo, el seleccionador Santiago Gómez Corá cerró filas y le comunicó a Franco que el plantel para aquella competencia no lo incluiría. El atletismo se convirtió, así, en su primera opción.

  • ¿Hubo un duelo que hacer?

No, todo se fue dando muy naturalmente. Era la opción que tenía, al principio no hubo una elección. Cuando mis compañeros de rugby volvieron a entrenar y competir, yo estaba muy metido en esto y ya no era fácil dejarlo para volver con ellos. Me di cuenta de que tenía un nivel interesante en los torneos que corrí sin jugar al mismo tiempo al rugby. Podía llegar descansado a un torneo, preparar ciclos especialmente para eso. Descubrí algo que no había hecho. En vez de ver cómo se generó el problema, tiendo a pensar en cómo resolverlo y listo. Voy más para ese lado.

  • ¿Te genera algo ser el más rápido de la historia argentina?

Siento que es lo mismo. Me vaya mal, bien, regular o excelente en una competencia, para la próxima tengo que hacer lo mismo: intentar hacerlo mejor. No me pongo a pensar mucho en lo que logré, no se puede vivir del pasado. Voy pensando más en el futuro, en estar a la altura de la próxima competencia.

  • ¿Se te cruzó por la cabeza que podés ser el primer argentino en bajar los diez segundos?

Sí, lo imaginé. Trato de no maquinarme, porque sé que no va a pasar en la próxima carrera. Voy tranquilo, quiero hacer bien la pretemporada, correr en 10,4 o 10,3, hacer las proyecciones. Intento tranquilizarme un poco para no irme de mambo. 

PENSAR EN NADA

“La carrera son diez segundos. Solo miro mi andarivel, mi carril. Intento concentrarme en mi carrera, en lo que yo tengo que hacer bien. En los Odesur, llovía y parecía que se caía el mundo, pero podía pasar cualquier cosa frente a la pista, porque yo no estaba pensando en absolutamente nada, no prestaba atención a ningún estímulo. Estoy demasiado concentrado en el disparo, en salir a tiempo, porque si llegás a salir mal, se termina la carrera. Se define por muy poquito. Es un momento de adrenalina y concentración extremo. Como mucho, puedo mirar a algún rival y repetirme ‘Le tengo que ganar’. Me motivo solo”, cuenta.