Relación madre-hija: La sonrisa de mamá

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¿Cómo podemos hacer para llevarnos mejor con nuestras madres? ¿Tenemos que dejar que malcríen a nuestros hijos o, al contrario, que les pongan límites?

Por: Carola Sixto

 

Martín tiene 16 años y es hijo único. Su abuela lo adora y, aunque sabe que no se esfuerza mucho en el colegio, cada vez que lo ve, le da plata. Su hija, la madre de Martín, se enoja porque en la casa dejaron de darle dinero extra hasta que no levante las notas. El año pasado estuvo cerca de repetir y este año, de nuevo, tiene todas las materias abajo. Pero a la abuela parece no importarle. Ella quiere seguir dándole plata y comprándole todo a su nieto. “Para educar están los padres”, dice desafiante. A su hija no le gusta nada que su mamá actúe de esta forma, pero no quiere hacer algo que perjudique la buena relación que tienen.

Para el psicólogo y especialista en vínculos Sebastián Girona, lo importante es que el chico tenga en claro las reglas de cada casa. “Si bien es cierto que las abuelas tienden a ‘malcriar’ a los chicos, la responsabilidad sobre esos niños es de los padres. Muchas veces hay distintas reglas en las distintas casas, por ejemplo, en lo de la abuela están permitidas ciertas cosas que en la casa de los padres no se pueden hacer. La autoridad siempre debe ser de los padres, los roles tienen que ser claros para brindarles certezas a los chicos”.

«El diálogo siempre es la primera opción para mantener un vínculo sano con quien sea, y por supuesto con una madre también”. Sebastián Girona

En el caso de darle plata o hacerle regalos, quizá los padres tengan que hablar con los abuelos para ponerse de acuerdo. Para eso nada mejor que una buena charla. Pero el diálogo no es algo que esté presente en todas las familias, por lo menos el diálogo abierto y sincero.

“El diálogo siempre es la primera opción para mantener un vínculo sano con quien sea, y por supuesto con una madre también. Aunque no siempre se da esto, y muchas veces, debido a las diferencias generacionales, se dificulta. Cuando eso sucede, lo mejor es intentar buscar un punto de encuentro o algo similar. Puede ser una actividad que les guste a los dos, un estilo de música o algún género de cine, algo de esto puede servir para generar un contacto si el diálogo no es bueno”, sugiere el licenciado Girona.

 

PARA TODA LA VIDA

Llevarnos bien con nuestra madre es fundamental no solo por la unión de la familia. “Esta relación es importante toda la vida, porque tiene una incidencia directa en nuestra autoestima. Al sentirnos amados por nuestra madre, podremos encontrar vínculos donde volveremos a sentirnos amados. Si, por el contrario, tenemos un vínculo distante, confrontativo o de mucho dolor, experimentaremos esas mismas emociones en nuestros vínculos amorosos actuales, explica. Porque nuestras experiencias afectivas dejan huellas, arman creencias que luego determinan nuestras elecciones inconscientes”, explicó la licenciada Claudia Messing, psicóloga y socióloga, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.

 

RELACIONES CONFLICTIVAS 

A veces, llevarnos bien con nuestras madres es lo que más quisiéramos en el mundo. Principalmente después de haber pasado por alguna situación conflictiva o de haber tenido hijos. Algunas personas acarrean durante toda la vida una asignatura pendiente con su madre por algo que ocurrió en la niñez y después de atravesar un proceso de terapia desean recuperar la relación.

“Siempre estamos a tiempo de mejorar el vínculo afectivo con nuestra madre. Para lograrlo, deberemos poder poner en palabras nuestros sentimientos con respecto a aquello que nos produjo o produce dolor. Expresarnos nos ayuda a reparar las heridas, pero no es cuestión de hacer una catarsis masiva con todo lo que acumulamos durante mucho tiempo. La idea es expresarlo lo más amorosamente posible, desde el dolor y no desde el enojo. Siempre debajo del enojo está el dolor. El enojo aleja y nos pone a la defensiva, la expresión del dolor nos acerca y sensibiliza”, define la licenciada Messing, autora del libro ¿Por qué es tan difícil ser padres hoy? (Editorial Noveduc).

Otro punto para reparar el vínculo es comprender la historia de nuestra madre y conocer el vínculo que tuvo con sus propios padres, especialmente con su madre. “Este conocimiento no reparará nuestra herida, pero nos permitirá entender y ser más piadosos a la hora de expresar nuestros propios sentimientos”, comenta la psicóloga.

«Siempre estamos a tiempo de mejorar el vínculo afectivo con nuestra madre”. Claudia Messing

 

EL ROL DEL PADRE

Según la licenciada Messing, el mejor consejo para tener una buena relación con la madre es incluir al padre de alguna manera. “Cuando se llega a la adultez, puede sentirse a las madres como asfixiantes, muy cargosas o entrometidas, entonces vienen los enojos, la irritación. En cambio, si incluimos al padre de alguna manera en este vínculo, se produce un alivio, una mayor posibilidad de distancia y diferenciación. Podemos hacerlo efectivamente hablando delante de él; y si ya no está, imaginando que nos acompaña, trayendo su recuerdo o su palabra. Cuando incorporamos al padre mentalmente o efectivamente en esta díada con nuestra madre, sentimos que todo lo que ellas dicen o hacen empieza a resultar mucho más liviano, y nuestras respuestas estarán mucho menos cargadas de enojo o agresión”, explica.