Cuando el jardín es cosa de chicos

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Llegaron las vacaciones, el verano invita a disfrutar del aire libre y es un buen momento para que los pequeños de la casa compartan nuestra afición por la jardinería.

Iniciar a los más chicos en el cuidado de las plantas es una excelente opción, ya que, a la vez que aprenden a valorar, respetar y entender los ciclos de la naturaleza, desarrollan habilidades (motricidad, autoconfianza, trabajo en equipo y responsabilidad son algunas de ellas) que podrán aplicar en otras situaciones.
Sin embargo, no siempre es fácil –sobre todo en esta época tan “cibernética” en la que los niños pasan mucho tiempo frente a la computadora–, aunque tampoco es imposible; solo es cuestión de darles incentivos.
Es importante no dejarse llevar por la ansiedad y tratar de que no sientan que les imponemos una actividad. La idea es que se diviertan y adopten la jardinería como un hobby hermoso de practicar y no que la consideren una tarea tediosa que deben hacer sí o sí.
Aquí van algunas ideas para enseñarles a que descubran y amen nuestro mundo vegetal.

Preparar el terreno
Si disponemos de una porción de tierra, podemos “regalarles” un sector de nuestro lugarcito verde que estará a su cuidado; ellos serán quienes estén a cargo y nosotros obraremos como ayudantes, aconsejándolos y dándoles una mano para que no se desmoralicen cuando algo no salga según los planes. En caso de no contar con espacio, podemos empezar proveyéndoles una maceta, que ellos podrán elegir, hacer con sus propias manos (bajo nuestra guía) o decorar.
Instémoslos a que diseñen su jardín, orientándolos con la elección de semillas o plantines para que no se embarquen en una empresa dificultosa y abandonen antes de arrancar, y enseñémosles a dejar todo listo para la siembra; esto es, mostrarles cómo deben regar y quitar las hojas secas y los yuyos.

Las herramientas
Proporcionarles sus propios utensilios –que no sean de plástico– de un tamaño adecuado para su edad ayudará a entusiasmarlos, salvo aquellos que pudieran resultar peligrosos, como por ejemplo la tijera de podar y el rastrillo –por más chiquito que sea–, que serán manipulados por nosotros, los ayudantes.
Básicamente, lo que precisarán será:
• Guantes que les protejan las manos de insectos, plaguicidas, fertilizantes y espinas, y que les permitan mover los dedos con libertad. Es aconsejable que sean blandos y porosos, ideales para que manitos delicadas trabajen plantitas también delicadas.
• Palita para remover la tierra, sembrar y trasplantar, con un mango que sea cómodo y fácil de manejar.
• Maceta, tierra y plato contenedor para no hacer enchastres si las tareas de jardinería se van a hacer en un ambiente cerrado.

Elegir qué sembrar
Aquí tenemos varias alternativas que seguramente van a captar su atención. Podemos empezar con la típica germinación, para que vayan observando cómo se desarrolla la futura plantita. Podemos proponerles armar una minihuerta y recolectar semillas con alimentos que tengamos en casa (y que les gusten comer) y que además crezcan rápido, como tomates, calabazas, girasoles y porotos.
Acto seguido, deberemos explicarles cómo sembrar las semillas, cuáles se colocan por encima o debajo de la tierra, y adónde convendrá ubicarlas de acuerdo a sus necesidades de luz natural.
También podemos llevarlos a un vivero y que sean ellos quienes escojan su planta, aconsejándolos acerca de aquellas especies sencillas de mantener, como las caléndulas o los geranios, o de otras muy singulares, como la mimosa pudica, que cierra sus hojas cuando se las toca. Y, por qué no, sugerirles que le pongan nombre y sean responsables de su crecimiento, trasplante, etc.
Invitarlos cada mañana a que rieguen y constaten el progreso de sus consentidas con hojas, y que adviertan si ha surgido un brote o aparecido un nuevo pimpollo, o si una plaga está amenazando su crecimiento y enseñarles el proceso para erradicarla, contribuirá a que tomen el hábito de cuidar y amar el jardín como lo hacemos nosotros.